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Que si no hay renovación de público y que si a los jóvenes no les atrae la música clásica. Que si es por los altos precios, que si es por su ambiente elitista o porque se trata de un género aburrido. La realidad es que a día de hoy resulta casi misión imposible identificar a menores de treinta años entre las butacas de un concierto sinfónico y la búsqueda de una explicación encuentra múltiples caminos, ninguno de ellos que ofrezca una respuesta clara. Es la cruzada que tienen las orquestas por acercarse a este perfil de público, bien a través de las redes sociales bien con ofertas atractivas de precios reducidos como la que Euskadiko Orkestra ofrece para sus conciertos de temporada: las personas menores de 30 años podrán adquirir entradas a 10 euros acudiendo a la taquilla 30 minutos antes del inicio.
Hace apenas una semana, la sinfónica vasca presentaba en el Kursaal un programa protagonizado por Britten y el 'Alexander Nevsky' de Prokofiev, junto al Orfeón Donostiarra. Todo ello precedido por el estreno de la obra contemporánea 'At the Aegean Shores' de la compositora vasco-belga Saskia Venegas y la colaboración como solista de la mezzosoprano Alisa Kolosova. A las puertas del auditorio donostiarra acudió DV para comprobar a pie de calle la acogida que esta iniciativa de estas entradas de última hora está teniendo entre los jóvenes de la ciudad.
«Venimos de vez en cuando, no siempre. A mí la música clásica me relaja mucho después del día de trabajo, pero no soy ningún entendido, simplemente me gusta escucharla», explicaba Giuseppe De Salvo, estudiante italiano que lleva cuatro años en Donostia haciendo el doctorado y que se está especializando en el estudio con microscopio de electrones. Él suele acudir a las citas de la orquesta junto a un grupo de investigadores del CIC nanoGUNE y posdoctorantes en nanociencia, una 'cuadrilla' de amigos y compañeros que aprovechan esta convocatoria para hacer un plan diferente entre semana al salir del trabajo.
27%
de los jóvenes entre 15 y 24 años en España tienen un grado alto de disposición en asistir a conciertos de clásica
«Hoy nos ha tocado en la zona A, o sea que estupendo porque desde ahí se escucha y se ve muy bien, aunque normalmente nos suele tocar más arriba». Y es que dependiendo del número de entradas disponibles, quienes compran las de última hora tienen a veces ocasión de elegir butaca en cualquiera de las zonas. Otras, uno tiene que conformarse con los huecos que hayan quedado entre los abonados.
«Nosotros hemos cogido en la zona B, que está muy centrada y es donde mejor llega el sonido», decía Ramón Beltrán, joven alicantino alumno de Musikene, mientras permanecía en la cola para entrar junto a sus compañeros Juan Luis y Maitane. «Venimos a los que podemos que son casi todos los programas, porque ver un concierto por 10 euros merece mucho la pena. Al ser estudiantes, pagar mucho dinero de golpe nos cuesta, además de que no siempre podemos venir por nuestros horarios de clase y de estudio. Sabiendo que siempre suelen quedar entradas de este tipo, intentamos no perdérnoslo», contaba.
El caso de Giuseppe suele ser lo habitual. «Mi compañero de piso estudia trombón en Musikene y fue gracias a él que descubrí esto», y así empezó a hacerse un fijo de la orquesta. Ahora bien, de momento quiere aprovechar la oferta y la libertad de asistir o no en función de sus horarios cambiantes. «Igual me planteo comprar el abono el año que viene, lo miraré, pero ahora mismo esto me merece más la pena». Lo mismo le ocurría a Pilar Sánchez, estudiante madrileña de tercer curso de canto lírico con Maite Arruabarrena, para quien «la entrada joven es una gran opción porque normalmente o no tenemos trabajo o tenemos trabajos muy precarios, por lo que no podemos desembolsar el precio del abono». Pilar suele llegar con una hora de antelación para asegurarse su entrada, aunque reconoce: «Nunca he tenido problema para conseguir».
Como es lógico, la gran mayoría de los jóvenes que se acercan al Kursaal a los conciertos de Euskadiko Orkestra son estudiantes de música que aprovechan esta oportunidad de escuchar una sinfónica profesional en vivo y de cerca. Y, quién sabe, si también para imaginarse siendo ellos quienes algún día suban a ese mismo escenario. «Después del concierto vamos a tomar algo y comentamos. Al final, es ahí cuando vemos de cerca a qué objetivos queremos llegar nosotros como músicos, tanto lo que queremos hacer como lo que no queremos hacer», decía Pilar.
La mayoría de ellos coinciden en su solución: «Más publicidad». Eso es lo que consideran que le falta a la música clásica para que las nuevas generaciones conozcan y se acerquen más a los conciertos. «Porque yo me enteré por mis compañeros de Donostia, pero igual sí sería necesaria más promoción en las redes en las que ahora nos movemos, como Instagram o incluso TikTok».
Entonces, la ínfima presencia de nuevas generaciones en los conciertos de música clásica ¿es solo una cuestión de falta de interés? Según la 'Encuesta de Hábitos y Prácticas Culturales en España', publicada por el Ministerio de Cultura, alrededor del 27% de los jóvenes entre 15 y 24 años tienen un grado alto de disposición en asistir a conciertos de este tipo, sin embargo, solo un 3% lo ha hecho en el último año (un 3,6% en los menores de 20).
Entre los principales motivos que alegan para no ir se encuentra el de la falta de tiempo (14,5%), la escasa oferta (8,7%), seguida de los precios (4,2%) y de la falta de información (2,9%). Poniendo el foco en función de las comunidades autónomas, Euskadi se posiciona como el segundo territorio en el que la falta de interés por los conciertos de música clásica es mayor (57,1%), solo por debajo de Murcia (58%).
Otros datos
Asistencia en el último año: solo alrededor de un 3% han ido, dato que asciende seis décimas en los menores de 20.
Motivos para no ir: falta de tiempo (14,5%), escasa oferta (8,7%) y los precios (4,2%)
Euskadi: segundo territorio en el que la falta de interés por los conciertos de clásica es mayor (57,1%), solo debajo de Murcia.
«Al final los jóvenes que venimos somos los que estudiamos música», afirmaba el saxofonista valenciano Pablo Mira, «seguro que hay un círculo cultural con muchas actividades y conciertos, pero no lo conocemos». Con estos datos en la mano, el reto de formaciones como Euskadiko Orkestra ahora es el de llegar a estas nuevas generaciones, con el convencimiento de que hay algo generacional contra lo que es difícil pelear: a la música clásica se llega en las edades más avanzadas.
En lo que llevamos de temporada la sinfónica vasca ya ha vendido en sus conciertos en las cuatro capitales más de 700 entradas de última hora, siendo Donostia la más receptiva a esta propuesta quizá por la cercanía con Musikene. Actualmente Euskadiko Orkestra impulsa sus carteles e imagen en redes sociales como Facebook, Twitter, Instagram (donde el número de seguidores más está creciendo) y YouTube (con cerca de 12.000 suscriptores), donde se puede disfrutar de la redifusión de todos sus programas.
Asimismo, la orquesta fomenta la relación con conservatorios y escuelas de música a través del programa '8+8', con el que ofrecen a alumnos y profesores entradas a 8 euros hasta 8 días antes de cada concierto.
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