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Jóvenes donostiarras que, sobre las tablas, buscaban cambiar las cosas. Inquietud, sapiencia cultural y mucha dedicación hizo que un grupo de estudiantes y aficionados a las artes escénicas emprendiese, en la Donostia de 1965, una compañía teatral de aficionados. En los bajos de la Parroquia de San Sebastián Mártir del Antiguo se gestó Teatro Estudio San Sebastián. «Hartos de hacer siempre papeles secundarios en nuestras respectivas compañías –Antígona, Tablado, TEU...– y con ganas de afrontar proyectos más ambiciosos, cinco hombres y cinco mujeres nos lanzamos a emprender una agrupación propia», recuerda Manolo Gómez, miembro fundador y, seis décadas después, actual director de Teatro Estudio. Con él, unos aficionados Paco Sagarzazu, Ángel Marco o Lutxi Zabaleta, entre otros, formaron parte de ese grupo de inquietos intérpretes que, de forma colectiva, comenzaron a formar parte de todas las labores requeridas para el montaje de escenario.
Esta vez no es su iglesia-lugar de ensayos el punto de encuentro, sino la Casa de Cultura de Lugaritz quien reúne a los actuales de la compañía, que por nada del mundo se plantea bajar el telón. «Somos historia viva de la cultura de la ciudad y si continuamos regenerándonos con nuevos que alimenten la vida de Teatro Estudio, seguiremos. Mientras el cuerpo aguante», añade Gómez.
Manolo Gómez
Director y fundador
de la compañía van y vienen, «a lo largo de nuestra vida han ido y venido muchos compañeros. Conmigo, o más o menos a la par, está Mari Carmen Oihaneder prácticamente desde que empezamos», explica. «Hará como 55 años que entré», añade la actriz. Esther Remiro y Fernando Mikelajauregi llegaron en 1984 y 2001, respectivamente, de la radio. «Eran unas voces míticas, reconocidas por el público», presumen los compañeros. Mikelajauregi entrevisto a un gran séquito de actores y actrices españoles, Remiro pasó muchos años al frente de programas culturales e infantiles. «En todo este tiempo hemos vivido tanto y visto tantas cosas...», reflexiona Remiro. «No sabría decir si el teatro ahora goza ahora de mejor salud que cuando empezamos. Creo que sí. Sigue habiendo mucha actividad escénica en escuelas, hay mucha afición... al menos, una compañía de aficionados en cada pueblo. Lo que sigue siendo complicado es hacerse profesional».
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Las nuevas incorporaciones escasean, pese a que en la puesta en escena improvisada para rememorar su historia, hay caras 'nuevas'. «La eterna lucha. Cuesta encontrar nuevas promesas. Gente joven y comprometida que quiera unirse a nosotros, pese a que ya habido algún alumno de interpretación que hemos 'captado'», cuenta Gómez, «porque de vez en cuando nos dejamos ver por las representaciones de final de curso del TAE, Taller de Artes Escénicas de Donostia».
Mari Carmen Oihaneder
Actriz
No obstante, hay gente semiprofesional que ha hecho carrera con ellos. «Algún integrante de la compañía ha podido escaparse para poder hacer alguna cosa profesional», recuerda Mikelajauregi. Asienten Peio Arnáez y Mikel Tello. El primero, lleva cinco años en el conjunto amateur; el segundo, se unió a Teatro Estudio hace 10 meses. «Las diferencias sustancial para mí entre profesionales y aficionados, siempre lo digo, son el papeleo burocrático y la economía. Al fin y al cabo la entrega es la misma o casi más», relata Tello, que ha aparecido en series como 'El internado: Las cumbres' o 'Los misterios de Laura', entre otras. «Es cierto. Hay gente que se toma el teatro amateur sin compromiso ni rigor ninguno y es todo lo contrario», afirma Carmen Oihaneder.
Arnáez también ha hecho carrera en cine, teatro y televisión, y confirma las palabras de su compañero de escenario. «Es igual o más sacrificado», añade al argumento de su colega. Junto al relevo y a la incorporación de Arnáiz se sumó también la actriz Saioa Royo. Califica a Teatro Estudio como «un absoluto referente. Historia viva del teatro que siempre ha reparado en la calidad, el aguante... el haber sido capaces de conseguir tanto», recalca la interprete que recuerda como hace 5 años fue aceptada en la compañía. «He crecido con Teatro Estudio. He ido a verles en cantidad de ocasiones y siempre han sido una compañía ejemplo para las generaciones posteriores», alardea. «De verdad que es una suerte formar parte de Teatro Estudio».
El mantra de «lo importante es actuar» es una constante para todos y cada uno de los de la formación de aficionados. «Una constante para nosotros ha sido siempre la de interpretar obras de grandes autores», aporta orgulloso Mikelajauregi. Cita una retahíla de grandes autores, modernos y contemporáneos: Ibsen –'Casa de muñecas'–, Firsch –'Andorra'–, José Sanchís Sinisterra, Mayorga, Fernando Arrabal...», o los míticos: Bertold Brecht, Tenesse Williams, Valle Inclán o Chejov. «Son tantos...», abrevia. «Es en cierto modo una de las ventajas de ser una compañía independiente: siempre hemos podido escoger las obras», añade Oihaneder. «Y poder jugar con las adaptaciones. Muchas veces nos hemos visto limitados o nos hemos tomado ciertas licencias», recuerda Gómez.
Mikel Tello
Actor
Teatro Estudio ha vivido diferentes fases a lo largo de su formación. Hubo una primera etapa (1965-1982) en la que la actividad teatral «era intensa» tanto en producciones propias como en colaboraciones actorales en títulos tanto clásicos como más modernos. La composición de An-tzerti –la primera escuela oficial de artes escénicas impulsada por el Gobierno Vasco– y su consolidación hizo que históricos como Paco Palacios, Esther Remiro, Teresa Pro o el propio Manolo Gómez impartiesen varias asignaturas al alumnado, futuros sucesores de la escena vasca.
«El resurgir como tal de la formación, la que nosotros denominamos segunda etapa, fue en 1984. Regresamos con un montaje rompedor, con una adaptación de 'Las criadas' de Jean Genet. Desde entonces, una agenda teatral viva, ininterrumpida, durante más de cuarenta años que todavía hoy sigue nutriéndose de sus esenciales: la calidad, el compromiso y el público. «Teatro Estudio tiene un público muy fiel. Se han ganado el respeto y la fidelidad del público. Posiblemente sea una de las cosas más emocionantes», reconoce Royo. Los asistentes a las representaciones son uno más de la gran familia que compone Teatro Estudio, que no se olvida de programadores y técnicos que han hecho posible todas y cada una de las funciones.
Una labor que en sus más de sesenta años de actividad se les ha sabido reconocer. Al Premio Max de Carácter Social 2021 por toda su trayectoria, se suman reconocimientos en certámenes nacionales e internacionales, por no hablar de las decenas de nominaciones en los galardones nacionales Escenamateur que avalan la gran popularidad de Teatro Estudio. «Pretendemos seguir», garantiza Gómez. Adelanta a sus compañeros que ya está en búsqueda de nuevos , lecturas de posibles montajes y maquinando su próxima obra que será recordada pasados 60 años, en un próximo aniversario.
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