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En pleno debate sobre el futuro del sistema eléctrico estatal, y con las redes vascas saturadas por la avalancha de peticiones de conexión para generación ... o consumo, conviene echar un vistazo a otra de las variables que construyen el rompecabezas energético de Euskadi: la limitada capacidad de autoabastecimiento de los tres territorios y su fuerte dependencia de las importaciones de electricidad.
Euskadi cubrió en 2024 sólo un tercio de su demanda eléctrica con producción propia, el 36,1%, según datos públicos del operador estatal Red Eléctrica. El consumo total vasco el año pasado fue de 15.025 gigavatios hora (GWh), mientras que las distintas fuentes de electricidad de Euskadi –ciclo combinado de gas, cogeneración y renovables– produjeron 5.424 GWh. La diferencia, el 63,9%, tuvo que ser importada desde otras comunidades autónomas que presentaron excedentes –como Navarra, Castilla y León o Castilla La Mancha, por ejemplo–, o a través de las tres interconexiones vascas transpirenaicas con Francia, ya sea mediante electricidad de composición renovable o no.
Además, aunque Euskadi generó el 36,1% de la electricidad que consumió en 2024, esa cifra oculta un matiz esencial: la mayoría de esa producción 'propia' se sustenta sobre el gas natural importado. De hecho, el 52,3% provino de ciclos combinados que funcionan casi exclusivamente con gas –una de las tasas más altas del Estado–, otro 22,5% de cogeneración, que también puede utilizar o no combustible fósil, y el 7,9% a través de residuos no renovables. Es decir, sólo un 17,3% de esos 5.424 GWh tuvo origen renovable real en suelo vasco. Y si esos 938 GWh de generación de energía limpia se miden sobre el total de la demanda (15.025 GWh) el guarismo es aún más alarmante: sólo un 6,3% de la electricidad total consumida en los tres territorios provino de centrales hidráulicas, eólicas o solares vascas.
Esta última cuestión no significa que el resto de la demanda eléctrica vasca cubierta a través de importaciones (el 63,9% del suministro total) proviniera de matrices contaminantes. Un informe del Ente Vasco de Energía (EVE) de un año antes refleja que la mitad de la electricidad transportada a Euskadi desde otras regiones es 'verde'. Además, Red Eléctrica reforzó el año pasado la conexión entre Euskadi y Navarra con la red de 400 kV del eje navarro Muruarte-Castejón con el objetivo de «mejorar la integración de renovables». De hecho, el 60% de la potencia instalada en la comunidad foral es de matriz renovable, un total de 2.078 MW, de los cuales 1.556 MW corresponden a potencia eólica, mucho más que Euskadi, que suma 474MW en total.
En cualquier caso, esta alta dependencia del exterior sitúa a la comunidad autónoma en una posición vulnerable, especialmente en momentos de tensión de precios o riesgos en el suministro. Con esta radiografía hecha, es importante diferenciar entre la citada tasa de autoabastecimiento eléctrico y la energética global, conceptos que a menudo se confunden en el debate político. La primera se refiere exclusivamente a la proporción de la electricidad consumida que se genera en el propio territorio, mientras que la segunda incluye todas las fuentes de energía primaria: gas natural, derivados del petróleo, electricidad, biocombustibles, etc. Así, mientras que Euskadi logra generar localmente el 36,1% de la electricidad que consume -donde se incluye el gas importado-, su tasa de autoabastecimiento energético global es mucho menor: apenas un 8,7%, lo que significa que el 91,3% de toda la energía utilizada por los vascos debe importarse del exterior.
Esta debilidad estructural se refleja también en la llamada tasa de dependencia energética, que mide el peso de las importaciones netas de energía respecto al consumo interior bruto. Es decir, cuánto depende un territorio de la energía que compra fuera, una vez descontadas las exportaciones propias. Según los últimos datos de Eustat, la dependencia energética de Euskadi fue del 90,3% en 2023, una cifra muy por encima de la media de la UE, que se situó en el 58,3%, mientras que España presenta una tasa del 68,4%. Además, el ritmo para intentar paliar este problema también es dispar. Mientras que la CAV redujo en cuatro puntos porcentuales su dependencia desde 2010, España lo hizo en 8,6 puntos.
Ante esta fuerte dependencia exterior, el Gobierno Vasco fijó en su Estrategia Energética de Euskadi 2030, aprobada en 2016, una serie de objetivos ambiciosos para reforzar el autoabastecimiento eléctrico. El documento planteaba, entre otras metas, alcanzar los 1.440 megavatios de potencia renovable instalada, lo que significa multiplicar por tres los actuales 474 megavatios. También preveía elevar la generación eléctrica renovable desde los 938 GWh registrados en 2024 hasta los 3.454, y que esa energía limpia generada en Euskadi supusiera el 19% del suministro eléctrico. Ahora, su peso sobre la generación vasca es del 17,3%, mientras que sobre el total de la demanda el porcentaje se queda en un exiguo 6,3%.
La estrategia aspiraba a reducir el peso de las importaciones eléctricas hasta el 34% en 2030, cuando esa cifra en 2024 fue del 63,9%. Las cifras reflejan que la evolución real del sistema energético vasco ha estado marcado por una implantación muy limitada de renovables. Prueba de ello es que este año se aprobó el primer parque eólico en Euskadi en veinte años, que sumará 40MW de potencia a la energía renovable.
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