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La inteligencia artificial (IA) acapara las conversaciones y los vaticinios de los expertos en todos los ámbitos, también en el de la medicina moderna. Ya no se trata de ciencia ficción, sino de una realidad que ha doblado la esquina. Desde la prevención, con modelos de predicción cada vez más afinados para medir el riesgo a desarrollar una enfermedad, por ejemplo, hasta el diagnóstico y el tratamiento: ya hay incluso herramientas de IA en los centros sanitarios que ayudan a detectar lesiones en las imágenes de las pruebas médicas. Esta tecnología también ha recalado ya en nuestro entorno más cercano. El Hospital Donostia, centro de referencia de Gipuzkoa para una población cercana a las 400.000 personas, comienza a hacer sus primeras incursiones en esta novedosa tecnología. «Está dando sus primeros pasos y es una realidad que probablemente ha llegado para quedarse», afirma Sara Arévalo, directora médica de la OSI Donostialdea desde febrero de 2023.
Como cualquier organización sanitaria integrada de Osakidetza, la de la capital guipuzcoana «tiene que dar servicio público al ciudadano» y respuesta «a una generación que viene con unas expectativas y con unos modos de hacer diferentes» a los tradicionales, basados en una sociedad puramente digital. «Nos tenemos que adaptar sí o sí a dar servicio, y además un buen servicio, a esa realidad. Y tenemos que trabajar con la Inteligencia Artificial porque es útil y ha venido para quedarse», reconoce Arévalo, que enumera en una lista los beneficios que este tipo de herramientas pueden aportar en un ámbito como el sanitario.
«Puede mejorar la calidad y la eficiencia de múltiples procesos de los que se desarrollan en un hospital y de los que se llevan a cabo con pacientes o con personas de la sociedad. Un hospital es un ecosistema tremendamente complejo y algunas herramientas de la Inteligencia Artificial nos ayudan a ordenar esa complejidad y a trabajar mejor en esa complejidad», relata. Un claro ejemplo de ello, añade, es el puramente asistencial. «Nos puede ayudar a hacer diagnósticos complejos cuando se mezclan situaciones determinadas de una persona que hacen que no sea un paciente con una patología concreta y punto. Un paciente tiene muchas circunstancias y eso hay que integrarlo para tomar la mejor decisión y elegir el mejor diagnóstico y, por lo tanto, el mejor tratamiento. Esta es una realidad compleja en la que la Inteligencia Artificial nos puede ayudar a los profesionales a tomar mejores decisiones y a efectuarlas de manera mejor», ejemplifica la directora médica.
La realidad de la Inteligencia Artifical en el Hospital Donostia está plasmada actualmente «en situaciones muy concretas y para un entorno muy específico», en este caso, especialmente centrado en el ámbito oncológico, aunque «probablemente tendrá mucho desarrollo y se extenderá a muchos campos de la medicina». El más avanzado es un programa de lectura de mamografías en el que la herramienta funciona como soporte para los radiólogos a la hora de detectar posibles tumores mamarios.
«Para ordenar o priorizar qué es lo que vas a empezar a utilizar es muy importante tener criterios de oportunidad, de que en ese ecosistema estén las personas adecuadas o el momento adecuado o las circunstancias adecuadas para que una herramienta de Inteligencia Artificial les ayude. De esa forma, se puede obtener rendimiento y mejorar la calidad y eficiencia de lo que estamos haciendo», clarifica la profesional sanitaria, con amplia experiencia en el mundo de la oncología. «A veces tomamos una decisión de tirar este camino con Inteligencia Artificial por aquí porque sabemos que están estas personas que van a colaborar, utilizarlo bien y sacarle provecho», añade.
Lo que también deja claro Arévalo es que la IA «no viene a sustituir a las personas, a los médicos. Tiene que ser una herramienta para que, bien utilizada, nos permita hacer las cosas mejor y darle valor a cosas que solo pueden hacer las personas». En ese sentido, recalca que esta tecnología «no tiene que deshumanizar la asistencia sanitaria. Ni mucho menos, todo lo contrario. Cuando tú tomas una decisión en un entorno sanitario, la Inteligencia Artificial te va a ayudar a ser mucho más preciso en decidir qué tienes que hacer, con qué evidencia, qué es lo mejor. Pero hay una serie de variables del entorno que la IA probablemente no esté entrenada porque no tenga datos suficientes para tener en cuenta. Tiene que servir para que los médicos dediquen más tiempo a los pacientes».
El de mama es el cáncer más frecuente entre las mujeres de Euskadi. También es uno de los tumores sobre los que existe una mayor vigilancia. Osakidetza puso en marcha en 1995 un programa para detectar de forma precoz esta enfermedad y desde entonces el Servicio Vasco de Salud ha podido localizar más de 12.000 tumores mamarios, la mayoría en fases iniciales.
El Hospital Donostia ha desarrollado junto a Biogipuzkoa y la compañía biotecnológica Transmural Biotech una herramienta no invasiva basada en Inteligencia Artificial para la detección temprana de patologías mamarias. El programa en cuestión se llama 'quantusMM' y permite diagnosticar con una precisión del 92% este tipo de enfermedades, entre ellas el cáncer de mama, a partir de las imágenes obtenidas en una mamografía.
«La Inteligencia Artificial no hay que entenderla como lo que vemos en las películas. Aplicada a la medicina es bastante diferente a lo que pensamos», explica José Luis del Cura, jefe de servicio de Radiología de la OSI Donostialdea. «No consiste en un sistema que va aprendiendo de lo que hace porque la confidencialidad que se aplica a los estudios médicos hace imposible obtener un 'backup'. Con lo cual, los sistemas que se aplican en medicina, todos, no solamente los de aquí, son sistemas finales», añade. Es decir, se trata de «sistemas de diagnóstico asistido por ordenador desarrollados mediante inteligencia artificial», matiza el profesional.
Cada mamografía que se realiza en Euskadi para detectar posibles tumores cancerígenos es revisada por dos radiólogos distintos para confirmar que la interpretación sea correcta. Ahora esas imágenes pasan por un tercer ojo, que es la IA. «Es una especie de chivato que te señala las zonas sospechosas y qué tipo de sospecha hay en base a unos hallazgos para los que ha sido entrenado», sostiene el radiólogo.
Su funcionamiento es el siguiente. Cuando una paciente se somete a una mamografía, el médico sube a esta plataforma digital la imagen de la mamografía en dos perspectivas para que las analice de forma automática. A partir de estas fotografías, el algoritmo es capaz de detectar en menos de dos minutos la presencia de nódulos o microcalcificaciones malignas, ayudando así a los sanitarios a la identificación del riesgo de cáncer de mama.
Su tecnología está basada en el análisis cuantitativo de la textura de la imagen mamaria. 'QuantusMM' clasifica las imágenes y les otorga una categoría que determina la probabilidad de malignidad de la mama analizada, diferenciándose del estándar en que las categorías están basadas en valores de sensibilidad en vez de en valores del valor predictivo positivo.
Los beneficios de esta aplicación son dobles, mejorar la detección de lesiones malignas en fases tempranas y poder examinar un mayor número de pruebas en menor tiempo. «Si esta herramienta nos dice que una placa es normal, muchas imágenes que hasta ahora nos ocupan mucho tiempo y que se ven rápidamente que son normales, podemos ponerlas al fondo de la lista y dedicar nuestro tiempo especialmente a aquellas otras en las cuales la sospecha sea mayor».
Mejorar los tratamientos oncológicos, el seguimiento de los pacientes con cáncer y la prevención de enfermedades es el objetivo que persigue el Hospital Donostia con la aplicación móvil 'Step Oncology', desarrollada por la empresa guipuzcoana Naru y que en estos momentos se encuentra en fase de investigación clínica con la participación de 70 sujetos. Se trata de un sistema basado en Inteligencia Artificial para la predicción de complicaciones en oncología que detecta patrones comunes en pacientes y predice su evolución, permitiendo que la respuesta por parte de los equipos médicos sea mucho más ágil.
«Cuando un paciente está en tratamiento sufre unos efectos secundarios que pueden ser leves, moderados o importantes», explica la oncóloga médica, Isabel Álvarez. Estas personas reciben dos tipos de apoyo por parte de los profesionales sanitarios. «Uno, a través del servicio de atención continuada, en la que el paciente llama por teléfono para decirnos lo que le pasa; y dos, el servicio de urgencia, que funciona por las noches y los fines de semana», añade. Con esta aplicación, los médicos buscan que, «si una persona tiene un efecto secundario relevante, el aviso sea más rápido y no dependa solo de que el paciente en cuestión nos llame».
De esta forma la herramienta recopila datos proporcionados por el médico y por los propios pacientes, los analiza y extrae información valiosa para evaluar la efectividad de los tratamientos. «Por poner un ejemplo, es como los coches modernos de ahora, que te avisan cuando te estás quedando sin gasolina, o los diabéticos, que llevan sistemas fijos para controlar los niveles de glucemia».
El sistema, basado en Inteligencia Aritificial respecto a unas escalas de toxicidad introducidas previamente, ofrece beneficios tanto para los pacientes como para médicos y sistemas de salud. Para los s, es una guía personalizada con recomendaciones e información validada sobre su enfermedad. Además, es un canal de comunicación con el médico más allá de las consultas, donde puede reportar sus síntomas y calidad de vida.
«El programa tiene un algoritmo que nos clasifica a los pacientes en base a la gravedad de cada caso y nos los ordenan en función a la prioridad de llamada. Desde atención continuada abrimos el programa, revisamos los síntomas que reportan, y si están considerados como graves nos ponemos inmediatamente en o con ellos», detalla Iker Fernández, coordinador del estudio en el que participan una treintena de facultativos más personal de enfermería de Onkolgikoa.
Un ejemplo claro de su uso es el de un paciente oncológico que reporta tener diarrea, un efecto secundario «muy frecuente» en este tipo de tratamientos. «Puede ser una cosa muy leve, que la controlas con un poco de dieta, o puede ir a más y puede ser algo serio. Tampoco es lo mismo tener solo diarrea o tener también fiebre. El paciente mete todos esos síntomas en la aplicación y a nosotros nos crea una escala de importancia», añade Álvarez.
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