El plato único que triunfa en verano: sano, rápido de preparar y aguanta varios días en la nevera

Hay platos que, sin ser complicados ni rebuscados, se convierten en verdaderos éxitos de temporada. Uno de ellos es, sin duda, la ensalada de legumbres. Ideal para los días calurosos, este plato combina frescura, valor nutritivo y sabor en una sola preparación. Es una receta sencilla, sí, pero con el potencial de convertirse en una pequeña obra maestra gastronómica con solo un par de trucos y una buena elección de ingredientes.

Este tipo de ensalada es perfecta como comida única: resuelve un almuerzo rápido, salva una cena sin necesidad de encender los fogones, y es ideal para llevar al trabajo, de picnic o a la playa. Su versatilidad es uno de sus puntos fuertes. La base son las legumbres, que pueden ser garbanzos, alubias , lentejas o cualquier otra variedad al gusto. La clave está en combinarlas inteligentemente con vegetales de temporada, añadir algún ingrediente crujiente, aromático o proteico y equilibrar los sabores con un buen aliño.

Una preparación clásica puede incluir garbanzos, alubias blancas y lentejas ya cocidas, junto con zanahoria en cubitos, apio en rodajas finas, tomates en cuartos y cebolla roja cortada muy fina. Un truco útil es dejar la cebolla en remojo con agua fría durante unos minutos para suavizar su sabor. Todo se mezcla en un bol grande con un puñado de hojas de perejil picado, algo de maíz, aceitunas negras sin hueso y, si se desea, un poco de atún o queso feta. Para el toque final, se prepara un aderezo con aceite de oliva virgen extra, vinagre de manzana o jugo de limón, sal y pimienta. La ensalada debe reposar al menos media hora en la nevera para que todos los sabores se integren y el plato se refresque.

El resultado es una ensalada saciante pero ligera, que aporta proteínas vegetales, fibra, vitaminas y minerales. Además, se puede personalizar según gustos o ingredientes disponibles: añadir espelta, arroz o cebada para un plus de saciedad; incorporar rúcula, tomates secos o incluso unas lascas de queso curado justo antes de servir. Y lo mejor es que mejora con el reposo: al día siguiente está igual o más sabrosa.

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