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El cartel de estilo clásico del frontispicio del restaurante Terete lo deja claro: 'Corderos asados'. Y la primera impresión al entrar también: un mostrador lleno ... de bandejas de barro con corderos lechales listas para entrar en el horno recibe al visitante. Y es así. El cordero es la estrella del restaurante. Un cordero riojano de menos de 25 días que se asa poco a poco en un horno de leña centenario y que luego se deshace en la boca una vez la mesa.
Pero no solo del cordero vive el Terete. El plato 'tapado' es la menestra. ¡Y qué menestra! Como recuerda Alberto del Val, de la sexta generación de los 'Terete', es un manjar que lo tiene todo y que invita a repetir y repetir. ¿Cuál es el secreto? Alcachofa de Calahorra, acelga, vainas, guisantes y champiñones de la huerta de Haro y una salsa casera que hace que los comensales limpien el plato con pan.
Si después de la menestra y el cordero quedan ganas para algo más, hay una buena noticia porque de postres caseros en este restaurante van muy sobrados. Yo degusté una tarta de queso de 10 pero la torrija de mis acompañantes en la mesa también estaba a la altura.
Para acompañar la comida, recomiendo beber vino del propio restaurante, que también es bodega centenaria. «No tenemos viñedos pero compramos vino y nos ocupamos de que envejezca aquí», recuerda Alberto del Val quien, si no hay mucho ajetreo, a la hora del café, invita a visitar la bodega del restaurante, horadada en una colina. Y de paso cuenta la historia del local, abierto en 1877 por Alberto Andrés Alonso con el cordero asado como rey de la carta de un establecimiento que a la vez era carnicería y tienda de vinos.
«La bodega se fundó entonces», explica Alberto mientras lleva al grupo por estrechas galerías donde duermen centenares de botellas. No en vano, el restaurante se encuentra en el barrio de las cuevas de Haro que, junto con el de la estación, es uno de los barrio más vinícolas de la ciudad. Terete se ocupa de envejecer vinos reserva y gran reserva que casan de maravilla con el cordero y la menestra. Eso sí, como buen local de Haro, tiene también una interminable carta de vinos con lo mejor de la zona.
De vuelta al restaurante, el Terete también tiene una carta (no muy grande) pero con suficientes platos donde elegir si no somos amantes del cordero y la menestra. La familia Terete recomienda entre sus especialidades los menudillos al horno o los cocidos caseros.
Acercarse a Haro nunca defrauda. Una bonita excursión es visitar el barrio de la estación y entrar en las bodegas. Se puede hacer una visita guiada o directamente degustar vinos en los bares que cada firma abre al público. Yo me quedo con el de Muga, pero también está bien el de Rioja Alta que, a falta de uno, tiene dos bares.
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