El ChatGPT se pierde en el Txindoki

¿Cuál es la ruta para subir el Txindoki? ¿Por dónde se accede a la mítica cima del Goierri, cuánto se tarda y cuál es la dificultad del itinerario? Se lo hemos preguntado al ChatGPT, la popular herramienta de inteligencia artificial (IA) de la que todo el mundo habla, y los resultados han sido decepcionantes. Responde generalidades, confunde lugares y se inventa otros. En definitiva, si quieren ascender al coloso de Aralar vayan con mapa, brújula, GPS, amigos, pareja, familia, guía o incluso solos, si tienen experiencia. Porque si lo hacen con el ChatGPT, pueden pasar dos cosas. Que se pierdan o no lleguen a la cumbre.

La denominada inteligencia artificial generativa es capaz de crear textos, imágenes o música a partir de una serie de instrucciones. Lo hace con un lenguaje natural y de forma muy rápida, en apenas unos segundos. En los últimos meses su uso se ha popularizado por todo el mundo, con excelentes resultados en programación, diseño gráfico o marketing digital, por lo que hemos aprovechado la llegada de la Semana Santa, cuando el Txindoki recibirá muchas visitas de locales y foráneos (además, viene buen tiempo) para saber si el nuevo juguete tecnológico es útil también para planificar nuestras salidas montañeras.

La primera pregunta realizada es básica, directa al grano. ¿Cuál es la ruta para subir el Txindoki? Su respuesta combina aciertos y errores, como se puede apreciar en la captura adjuntada. Sitúa bien la montaña y acierta en la altitud, pero el punto de partida no es Zaldibia (el clásico es Larraitz) y la ruta de Astiz directamente no existe. El ChatGPT finaliza este primer mensaje con generalidades sobre la práctica de la montaña con precaución, seguridad, material adecuado...

A sugerencia de una compañera de trabajo, tan moderna como cizañera, presionamos a la herramienta para que sea más concreta. Para nuestra sorpresa, sugiere dos itinerarios más para subir el Txindoki que tampoco conoce nadie: la ruta de las ventanas (por la cara norte) y la ruta del vértice (más técnica y exigente). Le pedimos más información de la ruta de las ventanas y el ChatGPT se aleja mucho de la respuesta correcta para señalar que el punto de partida de este itinerario es el alto de Lizarrusti, en el otro extremo de la sierra de Aralar.

Al mostrarle nuestra contrariedad por las rutas propuestas, la herramienta de inteligencia artificial se disculpa con educación pero vuelve a equivocarse, de forma flagrante, al indicar que la ruta de las ventanas es equivalente a la ruta del flysch, la joya natural de la costa guipuzcoana que nada tiene que ver con el Txindoki.

Otro error de calado llega cuando solicitamos más información de la ruta del vértice. El ChatGPT habla del puerto de Otzaurte, a 34 kilómetros del Txindoki. Punto de partida del Aizkorri, otra cima célebre de Gipuzkoa pero que nada tiene que ver con nuestra consulta sobre el emblemático pico de Aralar.

Cuando se le pregunta si existen fuentes a lo largo del recorrido, la herramienta de IA tampoco acierta, no al menos al 100%. La que identifica en el collado de Egurral se halla, en realidad, más abajo, en el paraje conocido como Oria Iturri.

La traca final llega al final, con la última pregunta. Si hubiera que calificar con una nota su respuesta a la pregunta de dónde podemos comer al bajar de la montaña, sería un suspenso. No da una. Cita cuatro restaurantes, dos de los cuales son inventados (el de Beasain y el de Zaldibia). Y, francamente, bajar del Txindoki y desplazarse hasta San Sebastián o al valle de Atxondo (en Bizkaia) para comer no es una buena idea. Así que pese al innegable avance de la tecnología, si se le pide concreción aún hay mucho trabajo por delante. Y al Txindoki, de momento, no vayan con el ChatGPT.

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