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Isabel Cortadi, directora de Eventos de DV, entrega el cheque a los responsables de SMH. lusa

Decididos a seguir salvando vidas

Salvamento Marítimo Humanitario recibió este viernes el dinero recaudado en el concierto de Navidad de DV para impulsar nuevas misiones como la que pocas horas antes inició el Aita Mari

Ander Balanzategi

San Sebastián

Viernes, 10 de febrero 2023, 18:23

«Somos una pequeña organización, con un pequeño barco», pero su determinación es clara: seguir salvando vidas en el Mediterráneo central y garantizando los «derechos» de las pocas personas que podemos rescatar. La ONG Salvamento Marítimo Humanitario emprendió este viernes la novena misión del Aita Mari, con el objetivo de rescatar a las cientos de personas migrantes que se siguen jugando la vida a diario para cruzar desde las costas del continente africano a Europa en busca de una oportunidad. Este viernes, dos de sus responsables, Iñigo Mijangos y Vicky Claramunt, recibieron la aportación económica que DV recaudó en su tradicional concierto de Navidad, celebrado el pasado diciembre. Una donación de 9.884 euros para colaborar en el mantenimiento de una labor imprescindible.

En un pequeño acto en la sede de Miramon, los dos de la ONG guipuzcoana explicaron que esta nueva misión del Aita Mari llegará, si las condiciones climatológicas lo permiten, dentro de cinco días a la zona de rescate. Lo conseguirán, según comentaron, tras cuatro meses de retrasos por «las trabas políticas que tratan de impedir esta actividad humanitaria», pero se reafirman en su labor solidaria pese a los obstáculos. «Tendrían que abolir los derechos humanos para que dejásemos nuestra labor de rescate».

El Aita Mari, con capacidad para acoger a 150 personas a bordo, espera poder rescatar de nuevo alguna de las pateras que van a la deriva con entre 80 y 90 personas, trasladarlas a puerto en cuatro o cinco días y volver a la mar para realizar otra operación de salvamento. Pero ese plan, advierten, se cumplirá si «si no nos ponen problemas para atracar, porque en ese caso nos podemos pasar 10 días en el barco y se pueden crear situaciones de conflicto». «Lo más tenso es el camino a puerto porque a los rescatados se les acumula el estrés del viaje y piensan que pueden ser devueltos a Libia», explica Claramunt. Además, la mayoría son personas de origen subsahariano, «que han visto por primera vez el mar sobre una patera».

«No hay efecto llamada»

Mijangos desmiente, por otra parte, que la ayuda de las ONGs genere un efecto llamada. «La mayoría de personas que llegan a las costas de Italia y Malta lo hacen en los botes. Nosotros rescatamos en gran parte a las pateras que se quedan varadas y en las que solemos encontrar personas en un estado de salud muy malo o incluso muertas». Y señala que «a las autoridades europeas no les gusta nuestra labor», pero persistirán porque «nos ampara la razón».

Mijangos, con la vista puesta en el horizonte, tiene claro que «cuando las instituciones se encarguen de los rescates marítimos nuestro trabajo ya no tendrá sentido». Hasta entonces, el Aita Mari seguirá siendo la esperanza de muchos en el mar Mediterráneo.

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