Descubren una veintena de evidencias en el escenario de la agresión de Beasain

Ertzainas pertenecientes tanto a la Unidad de Inspecciones Oculares de la comisaría, como los adscritos a la Unidad de Policía Científica que se desplazaron desde Erandio, llegaron a aislar más una veintena de evidencias que ahora están siendo analizadas en los laboratorios policiales, aunque es posible no todas pertenezcan al agresor.

Al ataque se llevó a cabo a las 2.30 horas del sábado cuando la víctima abrió la puerta del domicilio para dirigirse a su trabajo. El agresor que la estaba esperando en el rellano de la escalera, le propinó varios golpes en la cara y seguidamente le roció con una sustancia paralizante que le dejó inconsciente. A continuación, la introdujo de nuevo en el piso, donde consumó la agresión.

Fuentes consultadas han señalado que la Policía ha detectado huellas dactilares así como muestras biológicas, tanto dentro del piso como en el rellano de la escalera, donde se sospecha que el acusado pasó bastante tiempo.

Los primeros policías que acudieron al lugar donde se perpetró el delito protegieron no solo el espacio sino también el cuerpo de la mujer a quien colocaron unas bolsas en las manos por si entre las uñas o los dedos pudieran haber quedado partículas pertenecientes al agresor.

Medios policiales barajan como principal hipótesis de trabajo que el agresor podría formar parte de un círculo de personas relativamente cercano a la joven. El autor conocía bien los hábitos de la víctima. Sabía que todas las noches, en torno a las dos y media de la madrugada salía de su domicilio para dirigirse a su trabajo. Era incluso conocedor de que la noche de autos se encontrada sola en casa, ya que sus padres se habían ausentado solo unos días antes. Este último dato resulta de gran importancia para los investigadores, ya que se trata de una información que no muchas personas conocían, salvo algunas del entorno de amistades o también de vecinos de la zona.

A los investigadores les llama poderosamente la atención la meticulosidad con la que diseñó su ataque. En este sentido destaca que llevase un producto paralizante que le aplicó después de que previamente le propinarse varios golpes en la cara que le dejaron aturdida y conmocionada.

La víctima no llegó a ver a su agresor y de lo único que se acuerda es que vestía ropa de color negro o de tonos oscuros, y que se trataba de un individuo corpulento. La Policía autonómica no descarta incluso que en el momento de los hechos, el varón ocultase su rostro con una capucha.