«Me esperaba una nota alta, pero no la mejor»

Desde una cafetería de Chiang Mai, una ciudad del norte montañoso de Tailandia, Aitor Muñoz Lamosa atiende la llamada de este periódico mientras disfruta de unos más que merecidos días de vacaciones por el país asiático. Allí se ha ido de viaje junto a otros nuevos médicos para desconectar tras unos duros meses de estudio en los que el esfuerzo y la constancia le están permitiendo celebrar ahora haber obtenido la mejor nota de Euskadi y la sexta de todo el Estado en el MIR, prueba a la que se han presentado 12.721 personas. «Estoy que no me lo creo», cuenta este donostiarra formado en la Academia Asturias de Oviedo, centro académico que del que han salido los mejores alumnos de las últimas ediciones.

«Me esperaba una nota alta porque fui muy preparado y salí contento del examen, pero en ningún caso imaginé que podía ser el mejor expediente vasco», asegura este joven con pasado en Mundaiz Ikastetxea. El pasado 21 de enero, gracias a las herramientas de corrección que ofrece su centro, Muñoz insertó su plantilla de respuestas en el corrector. Había acertado correctamente 182 de las 200 preguntas. «Las estimaciones me colocaban en torno al puesto 14 a nivel estatal, pero se han superado con creces», afirma con una enorme felicidad antes de destacar que, a su juicio, les pusieron uno de los exámenes «más difíciles» de los últimos años.

Mientras aprovecha para pasárselo bien acompañado de «grandes» compañeros con los que ha coincido durante las prácticas en el Hospital Donostia, el donostiarra de 24 años no puede evitar pensar en su futuro más cercano. «Todavía no tengo muy claro qué especialidad voy a elegir, aunque sí sé que me voy a decantar por una médica y no una quirúrgica». Entre sus opciones más destacadas están Medicina Interna, Cardiología y Oncología, y su intención, dice, es hacerla en Donostia. «Aquí estoy muy a gusto», destaca. Lo más probable al ser el número 6 de toda España es que pueda escoger tanto la rama como el destino que desee. «Espero que los cinco que tengo por delante no quieran lo mismo que yo», comenta entre risas.

Preguntado por cuál fue el motivo que le llevó a estudiar Medicina, Muñoz confiesa que no entró por pura vocación. «Es verdad que en el colegio y en Bachillerato me gustaba Biología y ese tipo de asignaturas, pero no fue hasta cuando me puse a buscar carreras cuando me decanté por ella». Él no es el único de la familia que se va a dedicar a la sanidad porque, Imanol, su hermano mellizo, ya es enfermero.

La recompensa que ha obtenido este nuevo médico tiene detrás infinitas horas de estudio y dedicación. «Durante la preparación del MIR, que empezó en junio, no he tenido vida social», explica Muñoz bajo el calor de Tailandia del que disfrutará a lo largo de otros diez días más antes de poner rumbo a Bali. Es su momento de relajación hasta que en abril se le adjudique su plaza. «Jamás se me olvidará haber hecho la prueba de a las especialidades médicas un 20 de enero, el día de San Sebastián». Recuerda cómo su padre, donostiarra de pro, tuvo que renunciar a salir en la tamborrada para ir a recogerle después de 4 horas y media de examen, que terminó a las 20.30 horas. «Mi ama, sin embargo, se quedó para desfilar», reconoce.

Muñoz, uno de los ocho graduados de la UPV/EHU que se ha colado entre las 100 mejores notas del MIR, considera que a la sanidad actual «no le vendría mal un empujón en forma de recursos para descongestionar los servicios. Se notan las listas de espera y las agendas son ya demasiado largas», lamenta. Actualmente, este sanitario ya tiene experiencia en Cirugía General, Traumatología, Oncología, Ginecología, Pediatría y Atención Primaria.

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