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El susto con el que arrancó este jueves Hernani ha traído a la memoria de la sociedad guipuzcoana otros episodios similares de los últimos años ... en nuestro territorio. El más grave de todos ellos tuvo lugar en Tolosa, en julio de 2017. Hasta un total de 104 personas fueron atendidas tras sufrir una intoxicación por cloro en las piscinas del polideportivo Usabal. La crónica de este periódico de aquella jornada informaba de que «el alcance del suceso ha sido mucho mayor del que en un principio habían informado las autoridades, cuando a primera hora de la tarde hablaban de una treintena de afectados. En todo caso, ninguno reviste gravedad».
Finalmente, del total de atendidos, 72 recibieron el alta tras ser evaluados en el mismo lugar, mientras que otras 23 personas tuvieron que ser ingresadas en centros sanitarios. 15 de ellas eran menores. Todo desembocó cuando los socorristas de la piscina y varios s comenzaron a notar «lagrimeo en los ojos, picor de garganta y un olor extraño».
Asimismo, los donostiarras aún recuerdan lo que pasó una fría mañana de finales de noviembre de 2011 en el centro de Talasoterapia de La Perla. Los afectados ascendieron a medio centenar, 14 personas tuvieron que ser ingresadas, aunque ninguno de gravedad. De hecho, once de ellas fueron dadas de alta a lo largo del mismo día. El motivo de la intoxicación fue un error en la manipulación del cloro (hipoclorito sódico) que al entrar por equivocación en o con el producto que sirve para regular el PH y la higiene de las piscinas, que tiene bajos niveles de ácido sulfúrico, desencadenó el vapor tóxico que se extendió por todo el complejo. Esto provocó que el aire fuera irrespirable y tanto s del centro como empleados tuvieran que salir a la calle «con lo puesto».
En octubre de 2006 se produjo una fuga tóxica en el balneario de Zestoa derivada, como en el caso de La Perla, de un fallo en la manipulación de los productos para tratar las aguas de baño en el centro. 29 personas resultaron afectadas leves y seis tuvieron que ser evacuadas a centros sanitarios por inhalación de vapores tóxicos, cuatro de ellos al Hospital Donostia y dos al de Mendaro. En aquella ocasión en lugar de verter el cloro se suministró otro producto que fluyó hasta las piscinas internas, donde en ese momento había alrededor de una treintena de personas.
Finalmente, los s de las piscinas de Agorrosin en Bergara también tuvieron que ser desalojados en junio de 2006 por declararse una fuga de hipoclorito sódico. Resultaron afectados con pequeños grados de intoxicación que provocaron escozor en los ojos, picor de garganta y algunos vómitos.
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