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DV
Domingo, 9 de junio 2024, 06:55
Una vez finalizadas las pruebas de a la universidad, los 4.786 estudiantes guipuzcoanos que esta semana se han presentado a la EBAU esperan ahora sus calificaciones para comenzar así la maratón de búsqueda de carrera universitaria. Quienes ya han pasado por ello, cuentan a DV cómo fue su camino hasta la graduación y a qué dificultades se enfrentaron a la hora de enfrentarse al mercado laboral.
Nagore Etxebarria Exalumna de Ingeniería Mecánica
A pesar de que la brecha cada vez se va reduciendo, la diferencia entre alumnos y alumnas en determinadas carreras es notable, sobre todo aquellas más técnicas como informática o según qué ingenierías. Así, la paridad sigue sin llegar a muchos grados universitarios. La arrasatearra Nagore Etxebarria estudió los cuatro años de Ingeniería Mecánica en Mondragon Unibertsitatea más los dos años de máster Industrial, y en su clase también vivió entonces esta disparidad de género. «Seríamos como el 80% chicos y el resto chicas», explica, al tiempo que anima a las siguientes generaciones a que «si les gusta, que se lancen a la piscina y no tengan miedo. Este es un ámbito igual de bueno que otro para una mujer». Al mismo tiempo, subraya la importancia de contar con «referentes femeninos, que se visibilice a las mujeres en este tipo de carreras». Dicho esto, asegura que no ha sufrido «ningún tipo de discriminación ni la sensación de tener un trato negativo o desfavorable por el hecho de ser mujer».
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estudiantes se han presentado en Euskadi esta semana a las pruebas de a la Universidad. En el campus de Gipuzkoa han sido un total de 4.786.
En su caso, tuvo bastante claro a qué querría dedicarse en un futuro. «En Bachiller vi que las asignaturas que más me llamaban la atención y las que más me gustaban eran las técnicas, esto es, matemáticas, física, química... y quise entrar en una carrera técnica, pero no tenía muy claro a cuál optar así que elegí la industrial porque me parecía que era la más general o la que más oportunidades me podía ofrecer en un futuro para poder elegir». A la hora de valorar si salió preparada de la universidad para asomarse al mercado laboral realiza un balance «muy positivo. Creo que aprendí muchísimo, también para la vida en general. Me dio mucha capacidad de organizar las ideas, la gestión de la información y la resolución de problemas».
Ander Luque Exalumno Filología Hispánica
No es de los grados más demandados, de hecho en clase del donostiarra Ander Luque apenas cursaban diez alumnos la carrera de Filología Hispánica en la Facultad de Letras de la UPV/EHU en Gasteiz. «Éramos muy pocos, nuestra orla es muy triste, casi como un equipo de fútbol», bromea, si bien reconoce que «a día de hoy sí que está bastante masificado en comparación con años atrás, yo me gradué en 2011», apunta.
Se da la circunstancia de que este joven iba para ciencias, «en un principio iba a hacer Telecomunicaciones, pero en Bachiller tuve una profesora de literatura magnífica y me infundió ese amor por las letras». Lo que sí que tenía «claro» es que «quería estudiar en la universidad pública». Después de varios másteres y un doctorado, y tras sopesar si seguir por el camino de la investigación, enfocó su trayectoria profesional hacia la docencia. «Antes, cuando no tenía ni idea del mundo laboral, lo más atractivo para mí era ser profesor de universidad, pero era completamente precario, al menos en la pública. Hay muchísimo trabajo por detrás que no está contabilizado y con unas condiciones laborales que no son siempre las ideales. Son muchas horas por un sueldo que es inferior, no llega a 2.000, al que cobramos en Secundaria y Bachillerato (cerca de 2.300 euros)».
Actualmente, este donostiarra trabaja impartiendo Lengua castellana y Literatura en Secundaria en Zaragueta Herri Eskola en Orio. Cuenta que se ha «movido» prácticamente «a instituto por año. Pero ya sí que me he sacado las oposiciones». Afirma que «en principio, hay trabajo de sobra, las listas están todavía por llenar». Eso sí, considera que «hoy en día, lo que te habilita para trabajar es un máster, sobre todo desde que empezó el plan Bolonia».
Ania Shvets Exalumna ADE y Derecho
Cuando Ania Shvets terminó el colegio en Ucrania, su país de residencia, se le dio la oportunidad de venir a Donostia a realizar sus estudios universitarios. «De pequeña solía veranear aquí, conocía el idioma, la cultura... y además siempre tuve la idea de que quería estudiar fuera de mi país, por lo que me vine. Llegué en 2017 para empezar en la Universidad de Deusto el doble Grado de ADE y Derecho», cuenta.
Formalizar el 'papeleo' no resultó «nada fácil», según recuerda. «El tema de Extranjería es bastante complicado y lento en España, es muy burocrático y no te facilitan las cosas siendo extranjera, por eso no pude estudiar en una universidad pública. En Deusto me ofrecieron muchas facilidades en este sentido y lo agradezco muchísimo. Después de tener que homologar todos mis estudios en Ucrania empecé la carrera en Donostia», detalla.
Ania Shvets forma parte del contado alumnado extranjero que recala en Euskadi para realizar sus estudios universitarios (menos del 3% de los matriculados). De hecho, recuerda que en su clase «había muy pocos estudiantes internacionales. Era todo gente local, de Gipuzkoa, también de Bizkaia... por lo que me relacionaba con la gente de aquí. Como estaba bastante integrada y conocía el idioma hice muy buenas amistades», dice.
A la hora de valorar su experiencia universitaria lejos de su país, lo tiene claro. «Se lo recomendaría a todo el mundo. Es una experiencia superenriquecedora porque te abre mucho la mente, aprendes de otras culturas, incluso el sistema educativo ucraniano y el de aquí es muy diferente». Tras terminar la carrera en junio de 2022, encontró trabajo al mes siguiente en Deloitte, en Barcelona, donde continúa trabajando en la actualidad.
Xabier Unamuno Exalumno Ingeniería Biomédica
Xabier Unamuno fue uno de los 20 alumnos de la primera promoción del Grado de Ingeniería Biomédica, que entonces sólo se ofrecía en Donostia y en Barcelona. Siempre le gustaron las matemáticas y la física, pero también la rama biosanitaria. Y el dilema se fue acrecentando a medida que se acercaba la hora de escoger carrera.
La creación de este Grado le encajó como un guante a este legazpiarra de 33 años, que en un principio tenía intención de estudiar Medicina. Pero «en Bachiller una profesora me comentó que había salido una nueva carrera, que iba a ser el primer año que se implantaba en España, eché un vistazo al plan de estudios y me pareció muy interesante», rememora Unamuno.
El hecho de ser un Grado novedoso no le echó para atrás a la hora de pensar en su futuro profesional. «Las salidas de Ingeniería son bastante altas y consideré que un ingeniero que tuviera conocimientos sanitarios era un plus», afirma. Así, pasó la nota de corte exigida -actualmente una de las más altas-, se graduó en Tecnun en 2014 y, tras realizar un máster de dos años y prácticas en París, empezó a trabajar en Viralgen, donde lleva tres años en el departamento de OT (Tecnologías Operacionales) como ingeniero de datos y agradece la «suerte» de poder estar en una «empresa puntera» en terapias génicas «que llegan al paciente».
La búsqueda de empleo terminó relativamente rápido. «Salimos de la universidad con una buena base como para presentarnos a bastantes ofertas. Al año, o incluso antes, todos (los 13 que consiguieron graduarse) teníamos trabajo», asegura Unamuno, que recalca también cómo las nuevas generaciones vienen «muy formadas» y el estudio de un máster es «bastante necesario».
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Elene Arandia | San Sebastián y Oihana Huércanos Pizarro (gráficos)
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