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Quejarse todo el rato no es bueno pero quejarse, de vez en cuando, de aspectos deficientes de nuestra ciudad es necesario y útil. ¿De ... qué se quejaban los donostiarras hace cincuenta años? Leamos la sección 'Sirimiri' del 3 de diciembre de 1970 para averiguarlo.
Primero, una queja clásica, sobre la suciedad acumulada en un punto de nuestra ciudad. Resulta que el lugar no era otro que el Paseo Nuevo, del que hablaban en una carta en los siguientes términos.
«El Paseo Nuevo, debido al abandono en que está sumido, es en la actualidad un vertedero de basuras. En especial la zona comprendida entre la Casa de Baños y la primera rotonda. Esta zona, protegida por una balaustrada –que está rota por varios sitios– está repleta de bidones, maderas, escombros, etc. Es una verdadera pena que esto suceda, máxime teniendo en cuenta que con media hora escasa de trabajo este lugar puede quedar bastante decente».
No sabemos si en treinta minutos bastaría para retirar tantos escombros y bidones, pero ahí quedó la denuncia urbana de un lector. Otro, u otra, señalaba lo antiestético que resultaban los montones de tierra que llevaban tiempo a la vista en otro lugar central, los jardines de Alderdi-Eder.
«Todos confiamos en que los montones de tierra depositados en los jardines de Alderdi-Eder desaparezcan lo más pronto posible, ya que en un lugar así es preciso que la totalidad de los trabajos se realicen en el menos tiempo posible, y no como ahora, en que primero se afea el lugar, arrojando en él montones de tierra, y después, al cabo de varias semanas, se empieza con los trabajos. La ciudad agradecería que las obras, en jardines como el que me refiero, se realizaran todas de una vez, sin pausas».
La sección 'Sirimiri' de hace cincuenta años dedicaba más espacio al problema de unos vecinos de Amara Berri que no podían dormir por los ruidos, y las «voces groseras», que venían desde la calle.
«Estos días atrás venimos recibiendo quejas de distintos vecinos del Ensanche de Amara sobre las voces, muchas de ellas groseras y soeces, que se levantan por la noche, y los ruidos que se permiten los coches y motos por la madrugada. Los vecinos, nos dicen que existen enfermos y niños, hombres y mujeres que tienen que levantarse temprano para ir a trabajar, y que lo hacen a falta de sueño, porque el ruido, que cada día va a más, no se corta con mano dura».
No se daban detalles sobre aquellas escandalosas reuniones nocturnas o juergas callejeras, para las que se pedía una intervención.
«Nos dicen (...) si no compete a la Guardia Municipal velar por el descanso de los habitantes de la ciudad. Nos piden se aclare esto, porque no sin gracia, nos comunican que van a pedir permiso para organizar el 'Somatén que vele por las buenas costumbres'».
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