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Quien más o quien menos recuerda aquella película de los años 80 que en España se estrenó con el nombre de 'La tienda de los ... horrores' (Frank Oz, 1986). En ella, la aburrida vida de un hombre en una floristería se ilumina al cultivar una planta que se alimenta de sangre humana. Pues bien, plantas como aquella que aparecía en la conocida película y que crecían de forma desmesurada a medida que chupaban más y más sangre humana, no hay por estos alrededores. Pero eso no quita para que en los montes de Gipuzkoa no haya plantas carnívoras.
De su presencia nos han advertido estos días los guardabosques del territorio. Porque sí, mientras la mayoría de guipuzcoanos nos mantenemos confinados en casa y cumplimos a rajatabla las horas de paseos que se nos permite, en el monte la vida sigue. Y estos días está floreciendo una planta especial.
De flor de color lila, estos días se encuentra en época de floración la 'Pinguicula grandiflora'. Una planta que, como explican los guardabosques de Gipuzkoa, tiene la peculiaridad de que «es una planta carnívora». Pero tranquilos, a nadie que pase a su lado le va a lanzar un bocado o le va a chupar la sagre como la que aparecía en la foto.
La 'Pinguicula grandiflor'a actúa de forma muy diferente para alimentarse. «Los insectos se queda pegados a sus hojas viscosas y, cuando mueren, la planta aprovecha sus nutrientes», añaden los guardabosques de Gipuzkoa.
Pero la 'Pinguicula grandiflora' es solo un ejemplo de planta carnívora. Porque hay una enorme variedad de ejemplares que se pueden adquirir en las floristerías y viveros de Gipuzkoa. Incluso, si lo queremos, las podemos recibir en nuestro domicilio a golpe de clik de ordenador en venta online.
Un ejemplo es la 'Cephalotus follicularis'. Esta planta dispone de hojas insectívoras de color verde con forma de mocasín, que adquieren un color rojo oscuro cuando están expuestas a una alta luminosidad. Cuenta con una trampa en forma de jarro similar a la de otras plantas de este tipo.
Para alimentarse, consigue la presa entre dentro del jarro para luego cerrar una tapa para impedir que el insecto se escape. En el interior de esa jarra dispone de enzimas digestivas y los insectos atrapados en este líquido digestivo son consumidos por la planta.
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