Se ha cumplido el ritual de manual. El nuevo lehendakari, Imanol Pradales, claramente emocionado, ha tomado posesión y jurado su cargo «humilde ante Dios y ... la sociedad vasca» en la Casa de Juntas de Gernika. Normalidad institucional, cortesía y tradición junto al Roble de la villa foral, con la pompa y circunstancias obligadas, protestas de manifestantes en el exterior y los exlehendakaris Carlos Garaikoetxea, Juan José Ibarretxe y Patxi López. La novedad, una lekeitiarra o kaiku por parte de Iñigo Urkullu. siempre tan contenido hasta ahora, que ha llamado la atención como anécdota protocolaria.
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Pradales ha seguido la liturgia de siempre en una Euskadi que afronta problemas diferentes y complejos. Así, entre maceros engalanados y aurreskus, el nuevo Gobierno Vasco está a punto de nacer en un mar de equilibrios políticos. El PNV mantiene carteras relevantes pero el PSE recupera otras áreas de poder, entre otras, el control de Instituciones Penitenciarias y la dirección de las políticas de memoria. Resulta más que simbólico. Las caras amables de esta mañana reflejan satisfacción compartida, pero sobria, sin euforia. El País Vasco también está cambiando aunque a veces los ritos y las imágenes del poder permanezcan inalterables.
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