El duelo en La Moncloa por la muerte de Jaime Miquel (Madrid 1959), el experto en demoscopia que Pedro Sánchez fichó como gurú electoral en ... su primer Gobierno de coalición entre 2018 y 2023, coincide con un momento crítico para el presidente. Su pérdida ha sacudido al entorno de Sánchez, del que fue un colaborador siempe heterodoxo. El que fuera director general de la empresa Gallup y autor de 'La perestroika de Felipe VI' era de los convencidos de que el verdadero motor de propulsión de Sánchez era la 'España plurinacional', esa mayoría social que, más allá de las siglas PSOE, veía al candidato que ganó las primarias como el dique de contención ante la involución que, en su opinión, representaba una posible entente PP-Vox. La tesis de Miquel pasa por colocar a la periferia como la palanca del cambio político y social en la España contemporánea. En aquella publicación –en la que reflexionaba sobre las luces y sombras de la Transición, la crisis del bipartidismo y la comprensión de la diversidad territorial de España– se encierran algunas claves que alimentaron el giro que abanderó Sánchez.

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La desaparición de Miquel se produce en un momento en el que se ha recrudecido la presión contra Sánchez para que dimita ya y convoque elecciones. Sin embargo, la presión y el ruido no van a aflojar y la sensación de ofensiva por tierra, mar y aire se ha apoderado del debate público. El PP centra su discurso en el relato del 'colapso' de una situación política, a su juicio, atenazada por la corrupción. Es como si quisiera pasar la factura por su salida del poder a causa de la moción de censura. La causa contra la esposa de Sánchez, Begoña Gómez, los casos de su hermano y del fiscal general completan el cuadro. En el PSOE se ve una 'cacería' que busca la quiebra psicológica y personal del presidente. Y el asunto de José Luis Ábalos, una bomba de efectos aún imprevisibles, preocupa al PSOE, aunque se revista de aparente indiferencia tras la difusión de los últimos watshaps. Entre el 'todo es corrupción' y 'aquí no ha pasado nada' existe una mplio territorio de sentido común y explicaciones pendientes.

La siguiente pieza del puzle afecta a Santos Cerdán, secretario de Organización de los socialistas, figura clave en las diálogos con Bildu y Junts y situado, al parecer, en el foco de una investigación de la UCO que aún no se ha terminado derivada de la trama corrupta de Ábalos-Koldo. En el PSOE se empieza a sospechar del sesgo de este informe del que, hasta ahora, se conocen solo vaguedades, no acusaciones concretas. Ni siquiera se ha entregado el trabajo al juez. Pero el daño está hecho. Cerdán se siente víctima de una infamia y niega taxativamente las hipotéticas irregularidades. Y Sánchez le cree. La operación de acoso y derribo –de confirmarse que se gesta con con la cobertura de algunas estructuras de poder policial y judicial– abre un frente muy sensible sobre las 'tripas' del Estado. El PSOE duda si mantenerse en perfil bajo para no alimentar más la bola o salir en tromba ante ciertos ataques que pasan ya las líneas rojas. Cada vez son más los que ven peligroso no responder y advierten no sólo que 'el que calla otorga' sino que el 'manual de resistencia' ya es insuficiente. Sobre todo cuando Junts y Podemos ponen en solfa la legislatura un día sí y otro también.

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