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La ruptura tácita de Eusko Alkartasuna (EA) arrastrará consecuencias aún impredecibles en el seno de un partido inmerso en una guerra interna constante, con ... dos sectores enfrentados por alcanzar el poder de la formación cuya relación, prácticamente irreconciliable, se ha visto agravada tras la decisión de la Ejecutiva Nacional de expulsar durante cuatro años a los principales dirigentes del sector crítico. Un escenario que amenaza no solo con romper en dos a la formación que fundó Carlos Garaikoetxea, sino en erosionar la cohesión de EH Bildu, que tras su último congreso –celebrado en mayo del año pasado– ha abierto un proceso de ensamblaje de los partidos que integran la coalición.
El objetivo que se recoge en la estrategia aprobada por la izquierda independentista es que EH Bildu vaya más lejos que una mera entente electoral, y se afiance como «un único sujeto político» que haga más eficaz la proyección de su mensaje como formación del soberanismo de izquierdas que aspira a convertirse en el 'frente amplio'. Con esa meta a la vista, los partidos que componen EH Bildu –Sortu, Alternatiba y Eusko Alkartasuna– se comprometen a aligerar sus estructuras internas e incentivar algunos cambios operativos en el funcionamiento interno. Es más, la creación de la figura del 'bilkide' y la puesta en marcha de un sistema de financiación único o los nuevos órganos de dirección responden a este proceso de reestructuración. Lo que ha acentuado más si cabe los recelos que ya venía arrastrando el sector discrepante de EA que encabeza el parlamentario navarro Maiorga Ramírez.
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Los críticos de Eusko Alkartasuna, que han sido suspendidos de militancia durante cuatro años por decisión «unánime» de la Ejecutiva Nacional, sostienen que apretar el acelerador en ese sentido plantea un serio riesgo para las siglas de EA. Y temen que la formación acabe disolviéndose hasta su desaparición dentro de la estructura interna EH Bildu. Por ello, defienden que EA tenga una personalidad propia dentro de la coalición, favoreciendo así que no exista una «identificación reduccionista» de EH Bildu con la izquierda abertzale –Sortu es el partido mayoritario de la entente–, con apelaciones directas a Arnaldo Otegi para que mantenga la «imparcialidad» en esta guerra. Una visión antagónica a la que sostiene la corriente oficial del partido que lidera Eba Blanco, que ayer se topó en el Parlamento Vasco con una manifestación de los críticos, mientras su corriente defiende sin ambages que la supervivencia de EA pasa por fortalecer los lazos internos de la coalición. Dos posiciones que se cristalizarán en el congreso telemático que el partido celebrará los días 19 y 20 de febrero.
La disputa interna de EA arrastra, además, otro parámetro que de tanto en cuando trastoca la paz interna de EH Bildu. Dirigentes de EA se han desmarcado en más de una ocasión de la línea oficial marcada por la coalición en cuestiones relacionadas con los derechos humanos, con acusaciones directas a Eba Blanco por romper «la trayectoria ética» de EA.
Esta crisis, sin embargo, no es nueva, pero se produce en un momento en el que el desenlace del congreso de Sortu –celebrado este pasado enero–, ha puesto las bases para engrasar la maquinaria del proyecto para las elecciones forales y municipales de primavera de 2023. Una tarea que incluirá la selección de candidaturas, lo que planteará una compleja negociación entre las diferentes sensibilidades.
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