La delegación internacional emplaza al Gobierno a un diálogo sobre presos

En el primer amanecer de la Euskadi sin ETA, todas las miradas se dirigían a Kanbo. Allí se firmó ayer el acta del final definitivo de la banda. Los notarios encargados de la certificación, cinco dirigentes políticos internacionales, pusieron su rúbrica en el encuentro de Kanbo, con partidos como PNV, EH Bildu o Elkarrekin Podemos como testigos de excepción. Los elegantes jardines y estanques de Villa Arnaga fueron el escenario para dar solemnidad al encuentro, en un ambiente de contenida satisfacción. Como legado de la jornada queda la Declaración de Arnaga, que emplaza a «todos los actores principales», especialmente al Gobierno español, a construir un «diálogo político» para la «reconciliación» y una solución para los presos. La cuestión penitenciaria sería, según el manifiesto final, la asignatura pendiente que queda de la hoja de ruta abierta en 2011 en la Casa de la Paz de Aiete con el cese definitivo de la violencia y cerrada ahora con la bajada definitiva de la persiana por parte de ETA.

Tras la histórica jornada del jueves en la que la banda declaró su disolución, el foco se trasladó a la villa termal de Iparralde. La presencia de Michel Camdessus, exdirector gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) y personalidad muy reconocida en Francia, fue la principal novedad de la delegación internacional que debía avalar la desaparición de la banda tras 59 años. La nómina la completaban, como adelantó este periódico, el excandidato presidencial mexicano Cuauhtémoc Cárdenas; el exprimer ministro irlandés Bertie Ahern; el histórico líder del Sinn Féin Gerry Adams; y el mediador británico Jonathan Powell, exjefe de gabinete de Tony Blair. Los exministros socialistas ses Hubert Védrine y Pierre Joxe, que no pudieron asistir, también firmaron el texto.

La Declaración Internacional de Arnaga saludó la «decisión de ETA de dejar de existir». La considera un «momento histórico para toda Europa, ya que marca el fin del último grupo armado en el continente». A partir de ahí, el manifiesto mira a futuro, con tres retos que considera que se deben resolver para «curar las heridas», «construir la paz» y buscar una «solución global, justa y duradera para el País Vasco»: reconciliación, víctimas y presos.

La flexibilidad de la política penitenciaria, sobre todo acabar con el alejamiento, asoma como principal tema a abordar en el nuevo horizonte sin ETA. En este sentido se enmarca la petición de los representantes internacionales de abrir un «diálogo político entre todos los actores principales», en clara alusión al Gobierno español, que en principio no prevé mover pieza en materia carcelaria pese a la disolución de la banda.

Cárdenas (castellano), Camdessus (francés) y Powell (inglés) fueron los encargados de leer la declaración, con un lenguaje pretendidamente neutro en el que la alusión a las 854 víctimas de ETA fue genérica, aludiendo a la necesidad de «reconocerlas y repararlas». No obstante, como gesto, el exdirector gerente del FMI pidió un minuto de silencio en honor a los asesinados por el terrorismo al arranque de la reunión previa.

El desarrollo, la escenografía y hasta los logotipos de la cita fueron similares a los de Aiete. Como hace siete años, el acto arrancó con una reunión en el interior del palacete en presencia de todos los partidos, asociaciones y personas invitadas a la cumbre, organizada por el Grupo Internacional de o, el Foro Social Permanente y Bake Bidea. Sus portavoces Brian Currin, Agus Hernan y Anaiz Funosas habían recibido minutos antes a los invitados como preludio de las protocolarias fotos con las autoridades locales, encabezadas por el presidente de Iparralde, Jean-René Etchegaray. Como estaba previsto, nadie del Gobierno Vasco acudió, aunque el PNV envió a su máximo líder, Andoni Ortuzar.

Una hora y cuarto más tarde, ya en los jardines exteriores, los cinco de la delegación extranjera dieron lectura a la esperada declaración, acompañados de una joven de Gernika que pronunció la declaración en euskera, y de Funosas como presentadora.

El texto comenzó con una reivindicación de la conferencia internacional de Aiete. Los dirigentes internacionales pusieron en valor los avances logrados desde 2011, pero «lamentaron» que los llamamientos de aquel día «no han sido correspondidos» porque no ha habido diálogo entre ETA y el Gobierno español, según expusieron. En este sentido, reivindicaron la labor de «la sociedad vasca, los partidos y las instituciones vascas, «de norte a sur», para «avanzar» pese a todo hacia la paz. Con la alusión implícita al Gobierno Vasco, la delegación se volvía a mostrar diplomática con el Ejecutivo de Iñigo Urkullu, como había ocurrido la víspera con el centro suizo Henri Dunant que verificó el comunicado de disolución de ETA. Los mediadores y organizadores del acto de Kanbo creen clave el triple apoyo de los gobiernos vasco, navarro e Iparralde en el nuevo tiempo. También se «homenajeó» la labor de los Gobiernos de España y Francia para llegar hasta aquí, en una mención a los ejecutivos estatales que se implicaron en procesos de paz o mejoras penitenciarias.

El comunicado, de folio y medio, subraya que «lo que tenemos por delante es un proceso de reconciliación» y «en base a nuestra experiencia en los conflictos en los que hemos estado involucrados, es algo que requiere mucho tiempo».

Y es que, destacaron que las heridas por décadas de violencia son «profundas y perduran; familias y comunidades permanecen divididas». Frente a ello, los dirigentes internacionales pidieron «más esfuerzos» en favor de las víctimas, algo que requerirá que «todas las partes sean honestas sobre el pasado», en un fragmento que parece dedicado a ETA. En este sentido, «saludaron la reciente declaración en la que «el grupo reconoce los sufrimientos que ha ocasionado y apoya el trabajo de reconciliación que queda por llevar a cabo». Aún queda mucho por realizar por todas las partes» y «hará falta un espíritu de generosidad para curar las heridas y reconstruir una comunidad compartida».

El punto más importante de la declaración llega al final, cuando Camdessus, Cárdenas, Ahern, Adams y Powell defienden que «construir una paz necesita de diálogo político entre todos los actores principales», en clara alusión al Gobierno de Mariano Rajoy. Y es que, argumentan, «recurrir sólo a medidas de seguridad y prisión es raramente eficaz. La paz no es un juego de suma cero, sino un asunto de voluntad política, donde ambas partes se ponen de acuerdo para alcanzar sus objetivos de forma pacífica, a través de medios políticos y democráticos», completan.

Pese a todo, la delegación extranjera expresó su satisfacción porque «hoy es un buen día para el País Vasco, España, Francia y toda Europa, un día para celebrar». Y ahora «esperamos, más temprano que tarde, con el esfuerzo de todos, una solución global, justa y duradera en el País Vasco». La declaración concluye poniendo el nuevo tiempo en Euskadi «como ejemplo que lleve esperanza a todos aquellos que se enfrentan a conflictos aparentemente sin solución en otras partes del mundo».

La Declaración de Arnaga también tuvo un punto de simbolismo al ser leída en euskera por una joven de 24 años vecina de Gernika. Una fórmula para recordar el bombardeo de la villa foral por las tropas nazis alemanas de la Legión Cóndor. La elegida fue Irati Agorria Cuevas, que, según los organizadores, que guardaron en secreto su intervención, representa la mirada «a un futuro nuevo en el País Vasco». Los promotores, de hecho, necesitaban a una persona que leyera la declaración en lengua vasca, algo que, lógicamente, no podía hacer ninguno de los invitados internacionales. Además, al ser todos ellos hombres, querían que en la foto final apareciera una mujer, aunque al final fueron dos por la presencia de la presentadora y portavoz de Bake Bidea, Anaiz Funosas.

El bombardeo de Gernika, del que el pasado 26 de abril se cumplieron 81 años, saltó recientemente de nuevo a la palestra al aludir ETA a ello, en el comunicado sobre el daño causado, como origen primigenio de su lucha armada.