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El movimiento Gure Esku presentó el sábado de la semana pasada en Arantzazu una declaración firmada por un centenar de personas ligadas a la política ... y a la cultura vascas a favor de un nuevo impulso para «convertir el derecho a decidir» en ley. La iniciativa retomaba así su estrategia a favor de la consulta legal de secesión después del compás de espera abierto por la crisis sanitaria del Covid. La apuesta intenta remover el tablero y presionar a los partidos nacionalistas para activar el turbo soberanista. El telón de fondo llega el próximo 2 de julio con una iniciativa conjunta entre Gure Esku y los movimientos sociales catalanes Òmnium Cultural y ANC a favor del derecho de autodeterminación. Los convocantes pretenden iluminar 400 cumbres de los Pirineos con esa reivindicación en una cadena de elevado voltaje simbólico.
La nueva estrategia de Gure Esku pone de relieve el dilema que atraviesa al mundo soberanista hace tiempo. Y viene precedida por el 'pinchazo' que supuso en su momento la recogida de firmas para presentar ante el Parlamento Vasco y el Parlamento Foral de Navarra sendas Iniciativas Legislativas Populares para poder tramitar un cambio de legislación. Gure Esku no consiguió su objetivo de lograr hasta 250.000 firma. El estallido de la pandemia se cruzó en esta operación. Con anterioridad, la vía de las consultas populares celebradas en municipios vascos se había paralizado. La razón: los resultados que comenzaban a observarse en las localidades urbanas, con índices decrecientes de voto, sobre todo después de los referendos de Irun y San Sebastián, este último con un 13% de participación. Gure Esku pretendía romper esa espiral, pero tropezaba con una desmovilización que afecta a la propia sociología electoral nacionalista, que ve bien el derecho a decidir, pero no se moviliza por esta bandera ni la considera una prioridad en este momento.
Cambio La izquierda abertzale constata en sus ponencias una pérdida de 'pulso' nacional vasco
Inquietud En el PNV existe un temor a 'quemar' la bandera del derecho a decidir si se abusa del simbolismo
Además, el enfriamiento del sentimiento independentista es una constatación de la mayoría de las encuestas, públicas y privadas. El apoyo a la independencia sigue en mínimos históricos y se sitúa en torno a un 20%. La paradoja es que este retroceso coincide con una clara hegemonía electoral de PNV y EH Bildu.
La ponencia 'Herrigaia' de Sortu, aprobada en su debate interno, y que traza su estrategia política, advierte de hecho una pérdida de «pulso nacional». Hasta sus propios críticos de la ponencia 'Lurrari lotuz' también se refieren a Gure Esku. «El proceso independentista se encuentra inmerso en un largo estado de 'ime', completamente desaparecido de la agenda política y de la movilización social», señalaban los críticos, convencidos de que «la dinámica Gure Esku Dago, que tanta potencialidad y energía popular tuvo en un inicio, ha quedado en nada debido a las tácticas institucionales de las marcas políticas de la izquierda abertzale y a sus necesidades electorales».
Lo cierto es que en el contexto de este diagnóstico prevalece la decisión del PNV de no activar el debate parlamentario sobre la renovación del nuevo estatus de autogobierno en la medida en la que no vislumbra una mayoría favorable a una revisión cualitativa del marco estatutario.
Que el PNV no vea condiciones para poner en marcha el proceso ahora en el Parlamento Vasco no quiere decir que haya abandonado la bandera del derecho a decidir. Lo hace, en Europa, cuando defiende que la UE asuma una Ley de Claridad para ofrecer una salida política y jurídica a las reivindicaciones de las naciones sin Estado. Una propuesta a largo plazo para la que cuenta con el respaldo de EH Bildu, pero que sitúa la discusión muy a largo plazo.
Mientras tanto, el PNV está interesado en que EH Bildu flexibilice su posición sobre el derecho a decidir de manera que su 'institucionalización' pueda plantearse como un proceso paulatino y gradualista. «No habrá un día milagroso en el que este país despierte a su liberación nacional, esto será fruto de un proceso», sostiene un burukide, convencido, además, de que los partidos no deben ceder la batuta estratégica a los movimientos sociales, como ha ocurrido en Cataluña.
El choque de estrategias entre los partidos soberanistas catalanes también influye en Euskadi. Se plantea una disyuntiva entre la dinámica de unilateralidad para lograr el derecho de autodeterminación, que en el País Vasco solo defiende abiertamente el sindicato ELA por entender que la bilateralidad es un camino cegado, que no tiene ninguna salida.
El PNV no parece dispuesto a renunciar a la bandera, pero es consciente de que hay que atender al principio de realidad. Sobre todo, creen en la ejecutiva jeltzale, porque abusar del simbolismo con la reivindicación la puede 'quemar' o devaluar. Y porque, sostienen, las nuevas generaciones ya no viven la 'cuestión nacional' como lo hacían sus padres y abuelos, con una palabra como 'nacionalismo' que tiene en Europa una leyenda negra desde el siglo XX. De hecho, sostienen que la izquierda abertzale va a entrar en un proceso de «desnacionalización» de su discurso ante esa realidad social, cada vez más presente entre las nuevas generaciones.
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