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Quién no ha soñado ser por una vez en la vida Jesús Mari Zamora. Llevar ese pelo largo rizado, el mostacho ochentero tan característico en aquel equipo a lo Wyatt Earp, estar de barro hasta arriba y recibir un balón como el enviado por Bixio Górriz. Quién no ha querido experimentar qué se siente al batir a Castro, cuando el inolvidable Josean Alcorta pensaba que se escapaba otra liga antes de que Periko Alonso centrara al área. Quién no ha deseado celebrar un gol en las vallas de El Molinón con medio equipo agarrado a la espalda, con el 10 borrado del lodo que llevaba impregnada la camiseta...
Pasan los años pero el recuerdo de aquella tarde que arrancó soleada y acabó en diluvio en Gijón es imborrable. Los que vivieron aquel día, los que lo recuerdan a través de la radio, los que tuvieron la suerte de estar en El Molinón no solo se han quedado en el recuerdo. Se ha pasado de generación en generación. La alineación recitada de memoria 44 años después por quienes no habían nacido en 1981 es sin duda un signo de pertenencia indiscutible.
Ya no vale el 'no, es que yo no había nacido' cuando hay una referencia al primer título de Liga de la Real. Aprovechemos las redes sociales y Youtube. El periódico para comprobar qué paso aquel 26 de abril, tal día como hoy hace casi medio siglo. Ha pasado el tiempo, mucho, pero el recuerdo sigue siendo imborrable. Porque esa Liga supuso el embrión de una Real ganadora. Llegó después, en la temporada siguiente, la segunda, las semis de Copa de Europa contra el Hamburgo. Una Supercopa. La Copa del Rey del 1987, ganada a los penaltis y el subcampeonato, tanto de liga como de Copa, un año después con aquella final que se escapó por la mínima en el Bernabéu.
34 años tuvieron que pasar hasta que la Real levantara un trofeo -porque el de campeón de Segunda siempre afea el currículum, aunque es un campeonato en cualquier caso- cuando muchos no pensaban que volverían a ver a una Real ganadora. La vieron, aunque la génesis fue aquel gol de un fenómeno llamado Zamora.
Hoy en día las retransmisiones nos inundan con miles de estadísticas, por dónde ataca el equipo, votaciones de MVP y repeticiones con siete cámaras distintas de los goles. Hasta hay una estadística en la que se calcula las opciones de gol. El famoso 'Expected goal' (Gol esperado). Algo que aquella lluviosa tarde hubiera tenido poquísimas posibilidades de llegar a un 3% se convirtió en una oda txuri-urdin.
«El peor tiro fue el mejor pase», ha declarado en innumerables ocasiones Alberto Górriz. porque tras el centro de Periko Alonso y el despeje de Castro, el esférico le llegó al irundarra y no era fácil que el balón le llegara al genio de Errenteria. Jiménez, Uría, Redondo, Maceda... poblaban de piernas el área, más el barro y la lluvia. Sin embargo el balón llegó a la pierna derecha de Zamora y a partir de ahí todo es poesía en blanco y azul.
Zamora, lejos de hacer suya la mayor hazaña de la centenaria historia de la Real, siempre se ha referido a su tanto como «el gol de todos. No de los jugadores, sino de los que estaban en el banquillo, de la directiva y de los empleados. El gol de todo el mundo que es Real Sociedad». Por eso es el gol que todo realista querría marcar alguna vez en su vida.
Escrito está que el paraíso realista es de lluvia y barro. Nada tiene que ver con lugares bellos y hermosos. Además toda la mística de aquel día tiene su prolongación en lo que aconteció en Zorrilla. El Real Madrid, que precisaba de una derrota de la Real para ser campeón, ganó 1-3 en Pucela. «Juanito había prometido que si ganaban la liga daba la vuelta al campo de rodillas», cuenta Carlos Santillana, uno de los mejores delanteros que ha tenido la casa blanca en su historia. «Pero enseguida nos enteramos de que la Real había marcado y le dijimos, 'Juan, levántate, que la Real ha marcado'», confesó Vicente del Bosque en un testimonio recogido varios años después.
Lejos de ser considerado como una ofensa del fallecido jugador malagueño, muchos jugadores de la Real no se lo tomaron a mal. «Juan era así, muy temperamental», declaró Zamora en una entrevista posterior. Gran parte de los jugadores realistas coinciden en la figura de Juanito como la de una persona querida y entrañable, con la que coincidieron en muchos partidos y no pocas convocatorias de la selección española. Juanito, por ejemplo, fue clave para que el Real Madrid disputara un partido homenaje a la figura de Javier Sagarzazu, quien falleció de manera repentina en 1987.
44 años han pasado y muchos de los que vivieron en directo recuerdan el gol como si hubiera sido ayer. «Éramos como un grupo de amigos pero que nos gustaba analizarlo todo», recuerda Roberto López Ufarte, a quien su buen amigo Maceda le hizo un penalti que transformó Inaxio Kortabarria. Sin embargo el Sporting, que se jugaba la UEFA y algunos pecunios extras que le iban a caer si derrotaba a la Real, remontó con dos tantos del melenudo Mesa.
El cóctel ideal para un final épico, con un gol histórico que convirtió a Jesús Mari Zamora y al resto de jugadores de la plantilla en leyendas. Lo mismo que a su entrenador, Alberto Ormaetxea. Alguien sin el que no se puede entender la historia blanquiazul, ganador de tres títulos y aquel amargo subcampeonato de la temporada 1979/80.
«Hay un pase de Olaizola sobre Alonso, centro de Alonso, va a saltar Castro, toca de puños, llega balón sobre Górriz , disparo de Górriz... atención Zamora tiene la pelota tira y...Gol de Zamora! ¡Gol de la Real!». Así fue la narración del inolvidable Josean Alcorta que hoy en día sigue emocionando y erizando el vello. Un gol inesperado y por tanto, venerado.
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