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Le faltaba a la Real profundidad en casa para generar ocasiones y ganar partidos y la encontró ante el Valencia para regalarse ese triunfo que ... llevaba tanto tiempo buscando. Fue en un día en el que Imanol recuperó el 1-4-3-3 de siempre pero en el que la profundidad llevó la firma de los interiores, Sergio Gómez y Brais, para regalar dos goles hechos a Kubo y Óskarsson que tumbaron al conjunto che. Además hubo varios detalles positivos en la fase ofensiva, como la movilidad que mostraron los realistas antes del descanso para jugar casi a placer y la verticalidad tras la entrada de Óskarsson para cerrar un triunfo que necesitaba como el comer. Sin embargo, y a pesar de la contundencia del resultado, fue una victoria que requirió de mucho más trabajo detrás.
1. Sucic sujeta y Sergio se cuela por el pasillo interior
Imanol utilizó el tercer sistema en tres partidos, en este caso para recuperar el habitual 1-4-3-3 con Kubo y Barrenetxea como extremos después de emplear el rombo en Valladolid y la defensa de cinco en Niza. Jugando con tres centrocampistas era clave que los interiores fueran protagonistas en el juego para que la Real brillase en el juego. Cuando no ocurre así, suele ser mala señal. El Valencia defendió en 1-4-4-2, tratando de saltar con Hugo Duro y Javi Guerra a Zubeldia y Aguerd tapando con Diego López y Rioja por dentro. Pero como suele ocurrir en el fútbol, si no estás convencido de lo que haces y te quedas a medias, el resultado no puede ser peor. Porque el rival salió con una intención de presionar alto pero lo hizo sin intensidad ni la fe necesaria para recuperar en terreno realista.
La consecuencia fue que la Real logró atraer y transitar con una jugada de tiralíneas en la que participaron de forma decisiva sus interiores. Sucic, para sujetar de espaldas en zona retrasada y liberar a Zubimendi, y Sergio Gómez para profundizar por el pasillo del '10' hasta línea de fondo y poner el centro clave que remató Kubo. La Real del 1-4-3-3 necesita interiores que rompan y liberen a los extremos, y Brais repitió en la jugada del 2-0.
2. Si Zubimendi se ponede cara, la Real sonríe
La intención de Baraja de ahogar arriba a la Real fracasó porque los de Imanol interpretaron bien la situación y lograron dar amplitud a la zona de iniciación para, posteriormente, buscar a Zubimendi por dentro. Con los puntas rivales saltando a los centrales locales, era Guillamón el que hacía lo propio con el cerebro txuri-urdin pero en cuanto el balón se orientaba a la esquina tenía que cubrir la espalda de su hombre de banda y Zubimendi se quedaba liberado para jugar de cara. Y ahí es letal.
Así sucedió en el 1-0 cuando un cambio de juego a Barrenetxea fue clave para lanzar en superioridad a los atacantes. O en la segunda parte cuando habilitó a Javi López en esa ocasión que acabó con remate alto de Turrientes. Cuando jugó en corto, tuvo tiempo para asegurar la posesión. Si el de Ulia tiene el periscopio levantado, la Real sonríe.
3. Las caídas de Oyarzabal generan superioridad
El capitán hizo un trabajo sordo pero importante para cumplir con un doble objetivo: vaciar la zona del '9' para que los interiores –especialmente Sergio Gómez pudiera estirarse– y los extremos llegasen con peligro, y caer a zonas intermedias para generar superioridad en la posesión. En esas situaciones llegó a intercalar su posición con Sucic, quedando éste de falso delantero centro. Por eso el croata apareció menos. Oyarzabal fue muy listo en el primer gol para arrastrar y que Kubo llegase solo a su espalda, y también se descolgó con intención en la jugada entre Kubo y Barrenetxea que éste remató rozando el poste. Ayer fue un '9' para que llegasen sus compañeros, no él.
4. Falta de precisión en ataques en superioridad
En los 72 minutos que transcurrieron entre el gol de Kubo y el primero de Óskarsson, la Real disfrutó de situaciones buenas para hacer peligro pero le faltó concretarlas con una interpretación correcta del último pase o el desmarque. Un ejemplo fue un ataque de 4x3 en el minuto 56 en el que entre Sergio, Barrenetxea, Oyarzabal y Kubo no consiguen terminar la jugada de forma favorable ante Foulquier, Tárrega y Mosquera. Una lectura de la situación que mantenía al Valencia en el partido simplemente por estar a un gol. Y bien que pudo meterse con ese remate de cabeza en un córner de Tárrega en inmejorable posición. Los cambios de Imanol y las piernas frescas contribuyeron a definir mejor esos ataques en superioridad en el tramo final que sellaron el triunfo.
5. Al fin dos buenas contras para cerrar el partido
A la Real de los últimos tiempos –no solo la de esta temporada– le faltaba contragolpe para cerrar esos partidos en los que mandaba con una ventaja exigua. La salida de Óskarsson se lo aportó porque el islandés es un delantero que estira y sabe colocarse a la espalda de la defensa rival. Hizo dos goles y Mamardashvili le tapó otro nada más entrar tras un buen centro de Javi López. En el tercer gol no se puede pasar por alto la presión agresiva de Magunazelaia para robar y generar la transición ofensiva. Una mordiente colectiva que ya se vio ante el Real Madrid para llegar con peligro arriba y que ayer sirvió para hacer el 3-0.
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