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álvaro vicente
Pamplona
Sábado, 22 de mayo 2021, 07:40
No hay cuadrilla o familia rojilla en la que no haya un aficionado de la Real. (Casi) todo pamplonés lleva un txuri-urdin dentro. Porque ... Navarra y Gipuzkoa no solo comparten playas y setales, en lo futbolístico Osasuna y Real Sociedad, a pesar de los pesares, mantienen una estrecha amistad. Forma parte de lo mejor de nuestro fútbol. Así que siempre es agradable acercarse a Pamplona cuando juega la Real. Por la mañana, por las calles; por la tarde en el fútbol, salvo en ocasiones como ésta, marcada por el Covid, que impiden cerrar la jornada en El Sadar como nos gustaría. A Pamplona, efectivamente, se va a disfrutar. A ser feliz, mayormente. Es lo que hicimos un día de esta semana.
En el Casco Viejo de Pamplona es fácil dar con realistas. Hay ambiente en las calles, se agita con el trajín matinal de los repartidores, y porque por fin se puede consumir dentro de los bares, aunque a decir verdad se hace raro el clima aséptico entre los aficionados rojillos tratando de quitar trascendencia a un choque, el de esta tarde, que para Osasuna no dice mucho porque el objetivo, el de la permanencia en el año de su centenario, hace tiempo que está cumplido. No es que el ambiente sea frío, tampoco es eso, se capta enseguida a poco que uno observe con atención, pero está muy lejos de la temperatura volcánica de citas similares en otros tiempos. Nadie espera una batalla enconada. Sea como fuere, «habemus» final para la Real. Apasionarse es una obligación. Una especie de fe de vida. Y es que el día en que el peso de la lógica nos atemorice, el día en que partidos como éste no provoquen una fuerte sacudida de emoción en la hinchada y el equipo no se vuelque ilusionado por la inminencia de la gloria posible, la Real estará muerta. No es el caso.
Nuestra primera parada nos lleva al mercado de abastos, al de Mañueta, en un lateral del consistorio. El carnicero Gerardo Fernández Oteiza luce orgulloso el póster de la primera plantilla del equipo femenino de Osasuna. Adivinamos en esa fotografía a Leyre Fernández, la exjugadora de la Real desde 2014 a 2018. Intuíamos que a su aita algo de la Real le quedará de entonces. «¡Vaya que sí!», reacciona. «Leyre pasó unos años estupendos en la Real y eso no se olvida. La pena fue que salió una temporada antes de que la Real ganara la Copa de la Reina».
Gerardo sabe bien que Osasuna se ha ganado una merecida reputación de grupo duro y competitivo, afilado y con todas sus tuercas prietas. «Son tipos fieros bien dirigidos por Arrasate», subraya. Pero también sabe que la Real «tiene mucho fútbol y lo normal es que como ocurre casi siempre en estos casos el equipo que tiene un objetivo esté más cerca de ganar frente a otro que no lo tiene».
No coincide con él Cristina, la pescatera de 'Pescaderías Donostiarras'. Atiende ante un enorme mural del muelle de San Sebastián. Que el azul y blanco dominen tras el mostrador no significa que vaya con la Real. «Clientes de la Real tenemos muchos pero aquí somos rojillos. Si podemos ganar a la Real, no dudaremos. Osasuna es un club humilde pero señor»
Uno se pregunta dónde quedan los tiempos en los que los goles de Osasuna se celebraban en Atotxa, igual que los de la Real eran coreados en El Sadar.
Alberto Bizkai, con una hermana que reside en Getaria, lo recuerda bien porque no se pierde un partido de Osasuna desde que tiene uso de razón, según confiesa. Miembro de Indar Gorri, destaca la buena sintonía que ha existido siempre entre las aficiones de Real y Osasuna. «Aquel partido en 2001 en Anoeta fue la 'hos...' ¿Cómo se llamaba aquel jugador ruso que no se enteraba de la fiesta?». Era Demetradze y era georgiano. «Si a la Real le hacen falta los puntos, por mí no hay problema ninguno. Nuestro objetivo está cumplido. Los jugadores, el mismo Jagoba, están diciendo que van a salir a ganar. Es normal. ¿Qué van a decir? Es lo que tiene que hacer».
Valor y al toro, habría que decirle a la Real, con un retintín taurino. Eso es lo que opina Josetxo Urretabizkaia. La disputa que mantienen el Betis, el Villarreal y la Real por el quinto y el sexto puesto le recuerda a una de esas tantas carreras de mozos que este guipuzcoano propietario del bar Juanito, al final de la calle Estafeta, muy cerca de la plaza de toros, asiste en cada Sanfermín. «Solo habrá premio para dos y yo confío plenamente en los nuestros», advierte quien cuenta que se asentó en Pamplona en 1963, «después de la mili», y allí se quedó.
Cuenta orgulloso el parentesco que le une a Mikel Labaka, el ayudante de Imanol Alguacil. «Mi aita y su abuela son hermanos, de Abaltzisketa, así que por muchos años que lleve en Pamplona, el corazón es txuri-urdin».
Familia de quienes llevan 'Construcciones y excavaciones Iturrioz', de Beasain, Urretabizkaia defiende que a la Real «no hace falta que nadie le eche un cable como se puede pensar porque tiene mejor equipo que Osasuna y tiene que reflejarlo en el campo».
Habla bien de Jagoba Arrasate, «a quien le tienen en palmitas en Navarra» y da una pista de por dónde puede desequilibrarse el partido: «Si no juega Aridane, Osasuna pierde mucho potencial en defensa porque el central quita mucho balón por arriba».
Intuye que de la misma forma que los derbis suelen ser partidos abiertos en los que la pasión y la tradición acostumbran a igualar fuerzas a menudo dispares, el Osasuna-Real de esta tarde «puede resolverse pronto si Isak mantiene la chispa de las últimas jornadas y Silva mantiene el tirón».
Si la diferencia de calidad que separa a las dos plantillas es grande, todavía lo es más la diferencia de ilusión que existe entre las aficiones de ambos equipos. O eso es lo que dejan entrever Carmelo Buttini y Abigail Castrillo, propietario y empleada de 'La casa del libro' en Estafeta.
Él ve el partido como lo que es, «el último de liga, el cierre a una notable temporada, con algún altibajo lógico, que no cambia casi nada por ganarlo o perderlo porque todos sabemos que el objetivo está cumplido. ¿El dinero que se juega Osasuna si queda más arriba o abajo en la tabla? No sé si es aliciente suficiente».
Ella, de la Real, errenteriarra y en Pamplona desde los 17 años, lo contrario: «Ganamos la Copa al Athletic, la disfrutamos a tope, pero hay que rematar con una plaza en la Europa League. Hay que hacer un último esfuerzo».
Abigail todavía encuentra «motivos para soñar» y defiende que «Osasuna no sólo deberá igualar a la Real en la calidad de su juego sino también tratar de mantener la llama encendida, y eso no es fácil después de una temporada tan rara como ésta, sin público en las gradas, con positivos de jugadores... Apuesto por la Real, por Isak, Oyarzabal...»
Carmelo asiente. Aunque «rojillo hasta la médula», la Real le tira. No sabe si es porque su hermana canta en el Orfeón Donostiarra o porque «en Pamplona la Real siempre ha caído bien. Una cosa es eso y otra hacer favores. Cada equipo tiene que hacer lo suyo y listo».
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