La Real Sociedad perdona y lo paga

Decía acertadamente Roberto López Ufarte en estas mismas páginas que a Vinicius le falta humildad. Cualidades tiene para ser uno de los mejores del mundo. Todo lo que tiene de bueno se marcha al garete con sus lamentables actuaciones sobre el césped. Fue el protagonista del partido y esta vez no por sus regates y sí por sus payasadas. Mandó callar a una afición realista que fue demasiado elegante viendo la actitud de crío de un brasileño que además consiguió engañar a un Martínez Munuera absolutamente condicionado por los vídeos de Real Madrid TV. Cada acción dudosa cayó del mismo lado como si estuviésemos en Atocha hace cuarenta años. Se volvió a cantar el «así, así, así gana el Madrid» en medio de un grandísimo partido, esta vez sí, de una Real que pese a todo se vuelve a marchar de vacío delante de su gente. Tres partidos, tres derrotas. Hay que cortar la hemorragia, aunque esta imagen mostrada sí que invita al optimismo.

El tifo de la grada Aitor Zabaleta fue un símil perfecto de lo que supone jugar contra el Madrid. Un barco vikingo de última generación con los mejores equipamientos posibles ante una txalupa con tripulantes fieles dispuestos a tumbar al campeón. Pero para derrotar al quince veces campeón de Europa hace falta de todo. Ser mejor que el rival como lo fue ayer la Real, que los de Ancelotti no tengan su día, algo que también ocurrió anoche, que si puede ser el árbitro que imparta justicia no sea protagonista y por qué no, que la suerte caiga de tu lado. La suerte hay que buscarla y pese a que los de Imanol lo intentaron con todas las ganas del mundo el azar le dejó a cero en 94 minutos.

Los palos frenaron a un equipo que mejora con el paso de los entrenamientos. Y eso que sigue estando lejos de la mejor versión física, aquella que permite realizar el juego que viene demostrando esta plantilla desde hace seis temporadas. Sucic, sin minutos en los últimos tres partidos, directamente al once para dejar pinceladas de lo que veremos en los próximos años. Es un portento físico, abarca muchísimo espacio en la zona ancha, tiene llegada, conducción y un cañón en la zurda capaz de perforar el barco vikingo que Bultzada trató de destruir con una bola gigante digna de las mejores performances. El palo se cruzó en el camino del croata cuando ya celebraba su primer gol con la camiseta txuri-urdin. Courtois solo pudo seguir con la mirada el remate. Tuvo que dar gracias de que su portería siguiera en pie.

La Real continuó desplegando un gran juego. Presionó como no lo había hecho en las primeras cuatro jornadas. Ni Militao ni Rudiger eran capaces de encontrar con facilidad a Modric, Valverde y Güler como en ese chut de Sucic tras un buen robo alto y mejor pase de Kubo.

Bastante más rabia dieron las dos siguientes acciones que también merecieron el gol. Esta vez fue Becker quien fue frenado por la madera. El larguero de Courtois también estaba perfectamente anclado. El belga, sobrepasado con las olas del Cantábrico, tuvo que achicar agua con la ayuda de Militao y Rudiger, que bloquearon sendos remates de Sucic y Kubo. La Real bailó en los primeros cuarenta y cinco minutos al vigente campeón, que pudo dar gracias de marcharse a la caseta con 0-0. Pero al Real Madrid si no lo matas te gana con facilidad. Y es lo que ocurrió.

Si en la primera parte la suerte no apareció, lo de la segunda mitad también es como para pensar en brujerías. Sergio Gómez, quizás el mejor futbolista en el cómputo general de las cinco jornadas, cometió un grave error frenando el disparo de Güler con la mano. Pena máxima sin discusión. Lo que es una absoluta tomadura de pelo es que el leve o de Aramburu, que demasiado hizo con no salir expulsado, se señalara como penalti a favor del Madrid. Ni en mil vidas habría ocurrido lo mismo en el área contraria.

Sorprendió, más si cabe, la facilidad con la que paró el partido Martínez Munuera para revisar la acción en el VAR cuando la Real realizaba su contragolpe. Sin golpes en la cabeza de por medio, ni siquiera dejó que el equipo txuri-urdin continuara con la jugada como ocurre desde que se instaló el videoarbitraje. Hay que tener muchas ganas de señalar penalti. Es lo que tiene jugar ante el coloso blanco. Para superarle te tiene que salir absolutamente de todo y ayer nada salió como merecía. Los de Imanol bailaron al campeón, capaz de no jugar bien y birlar los tres puntos. El Madrid siempre fue así. Nunca cambiará. Paco Caro se hubiese puesto las botas con tanta madera.