El conformismo no evita sellar el objetivo

En cualquier caso, el nuevo punto sumado les permite alcanzar el guarismo de los 35 que le garantizan su matrícula para el próximo curso a falta de los tres partidos que aún restan para coronar la que ya es la mejor campaña de la historia de las azulgranas en la máxima categoría.

Eso sí, les quedó clavada la espinita de no poder brindar un triunfo a los aficionados, y subir tres puntos a su casillero, que desafiaron a la lluviosa climatología, pese a las buenas sensaciones que dejaron en una primera mitad en la que sí cumplieron a rajatabla la hoja de ruta.

Con una propuesta más ofensiva de lo habitual, la escuadra azulgrana reclamó el bastón de mando desde el principio y, aunque la exarmera Arola Aparicio trató de dejar su impronta en la que fue su casa en la primera etapa armera en Primera, el juego, las ocasiones y el único gol de la primera mitad lo puso el Eibar.

Y es que tras una primera ocasión marrada por Espe Pizarro al cabecear flojo y demasiado centrado un servicio desde la izquierda de Monnecchi, la persistencia de las locales tuvo su recompensa poco después cuando la colegiada vio claramente que el brazo de Ainoa Campos había desviado un intencionado disparo de Mariana Cerro tras otro centro de la italiana.

La propia centrocampista navarra se encargó de transformar la pena máxima con total parsimonia, al ver que la portera periquita se lanzaba hacia su palo izquierdo antes siquiera de la armera golpeara el balón. Un penalti plácido.

Lamentablemente, no vieron venir la determinada reacción de un Espanyol que necesitaba al menos un punto para mantener a raya su renta respecto al descenso, y tras insistir e insistir guiadas por el ímpetu que aportó la entrada al campo de Lucía Vallejo, encontraron lo que estaban buscando con un cabezazo cruzado de Julia Guerra a la salida de un córner que la hasta entonces infranqueable Eunate no pudo repeler.