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El portavoz del PNV en el Congreso, Aitor Esteban, ha anunciado este viernes en Bilbao que el Gobierno central ha firmado la orden correspondiente ... para transferir a las autoridades vascas los terrenos ocupados por la antigua central nuclear de Lemoiz, abandonadas desde hace más de cuarenta años y prácticamente en estado de ruina. Las 170 hectáreas de terreno y los 200.000 metros cúbicos de cemento y las 1.000 toneladas de hierro se han convertido en el testimonio del fallido proyecto de la nuclear.
El acuerdo presupuestario que el PNV alcanzó con el gabinete del PP de Mariano Rajoy en 2017 puso en marcha un proceso que poco después sufría «un parón», por la moción de censura contra el entonces presidente y la posterior llegada al Gobierno del socialista Pedro Sánchez. Sin embargo, el procedimiento «se ha retomado con brío en los últimos meses», subrayó la consejera de Desarrollo Económico e Infraestructuras, Arantxa Tapia el pasado mes de junio.
«Por fin hoy ya me ha confirmado el Gobierno español que la orden ha sido firmada y que aparecerá publicado en el Boletín Oficial del Estado probablemente la semana que viene», ha indicado por su parte Aitor Esteban este viernes. Ha recalcado que el grupo parlamentario del PNV se congratula «muchísimo» de ello y ha avisado de que su partido seguirá insistiendo en demandar al Ejecutivo central el resto de compromisos y transferencias pendientes.
El portavoz del PNV ha explicado que el traspaso de los terrenos ocupados por la antigua central de Lemoiz, en la cala de Basordas, para que las instituciones vascas desarrollen en ellos los proyectos que consideren oportunos «no ha sido sencillo».
El diputado jeltzale ha afirmado que el traspaso de los terrenos de la central de Lemoiz, 55.000 metros cuadrados de instalaciones inacabadas -edificios e infraestructuras básicas, se produce más de tres años después de la consecución del acuerdo, aunque ha indicado que «bien está lo que bien acaba». Por último, ha considerado que supone «otra crucecita más en esas cuestiones que el PNV planteó y acordó y se van cumpliendo sucesivamente».
Las obras de la central nuclear fueron detenidas como consecuencia de una moratoria nuclear aprobada por el Gobierno central, en manos del PSOE, el 28 de marzo de 1984. La empresa Iberduero sufrió más de 300 atentados -torretas, oficinas, etc.- en los diez años que duró el tortuoso proceso de construcción de las instalaciones; vio morir asesinados por ETA a dos de sus ingenieros más queridos y también a tres trabajadores que participaban en las obras. Fueron los ingenieros José María Ryan y Ángel Pascual y los operarios Andrés Guerra, Alberto Negro y Ángel Baños.
El primer atentado se produjo el 18 de diciembre de 1977, cuando un comando de ETA atacó el puesto de la Guardia Civil, que vigilaba las obras de la central. Uno de los etarras murió un mes más tarde en el hospital como consecuencia de las heridas sufridas. El 17 de marzo de 1978, ETA colocó una potente bomba en el reactor de la central, causando la muerte a dos obreros (Andrés Guerra y Alberto Negro) y heridas a otros dos. La explosión causó además graves y cuantiosos daños materiales, que retrasaron aún más los plazos de construcción de la central.
El 13 de junio de 1979, ETA puso una segunda bomba en el interior de las obras de la central, esta vez en la zona de las turbinas. Falleció el operario Ángel Baños.
La escalada de las acciones violentas culminó el 29 de enero de 1981 con el secuestro por parte de ETA del ingeniero jefe de la central, el bilbaíno José María Ryan. La banda concedió un plazo de una semana para que la central fuese demolida, amenazando con asesinar al secuestrado. A pesar de que una gran manifestación recorrió Bilbao solicitando la liberación del ingeniero, una vez transcurrido el plazo del ultimátum, ETA acabó con la vida de Ryan, causando una fuerte conmoción e indignación social, y la primera huelga contra ETA. El asesinato de Ryan supuso, sin embargo, la paralización de facto de las obras de la central.
El 5 de mayo de 1982 ETA asesinó en el barrio bilbaíno de Begoña al ingeniero Ángel Pascual director de proyectos de la central nuclear de Lemoiz. Había sucedido en el puesto a José María Ryan.
La amenaza terrorista puso en vilo a las familias de los alrededor de 3.000 trabajadores de la planta, como relató la escritora Estela Baz en su novela 'Los niños de Lemóniz'.
La paralización del proyecto de la central de Lemoiz fue reivindicado por los movimientos antinucleares surgidos tanto en el País Vasco como en el Estado tras la promulgación por el franquismo de la Ley 25/1964, del 2 de abril sobre Energía Nuclear, que reguló y puso en marcha definitivamente la nuclearización de España.
ETA dio un golpe perverso al movimiento antinuclear, aunque en sus 'análisis' la organización terrorista siempre ha considerado que fue determinante para paralizar la puesta en marcha de esta instalación. La irrupción de ETA produjo una división del movimiento antinuclear; una parte del movimiento se fue desmovilizando progresivamente, mientras otra se radicalizó, adoptando posturas de apoyo a la actuación de ETA.
No se puede olvidar, tampoco, el caso de la ecologista donostiarra Gladys del Estal, fallecida de un disparo de la Guardia Civil en Tudela. Fue el 3 de junio de 1979 durante un acto con motivo de una Jornada Internacional contra la Energía Nuclear. La concentración era para protestar contra el Plan Energético Nacional, solicitar la paralización de la central de Lemoiz y de los restantes proyectos nucleares, incluido el que se planeaba realizar en Navarra. Contaba, además, con un carácter antimilitarista ya que se protestaba también contra el Polígono de tiro de las Bardenas.
En noviembre de 2017 la consejera de Desarrollo Económico e Infraestructuras, Arantxa Tapia, anunció que una vez que se consiguiera el traspaso de los terrenos se construiría una piscifactoría que podría destinarse a la producción de especies planas como el lenguado y el rodaballo, de salmón, trucha e incluso langostinos y gambas con tecnologías de recirculación de agua.
El pasado mes de junio Tapia señaló en el Parlamento Vasco que el Gobierno Vasco recuperaría en seis meses los terrenos de la antigua central nuclear de Lemoiz y podrá retomar entonces el anteproyecto elaborado por Azti para poner en marcha en sus instalaciones una piscifactoría. Reconoció, no obstante, que el retraso que acumula el proceso de cesión del suelo ha «ahuyentado» a posibles inversores. A día de hoy, y pese a las dificultades para concluir un procedimiento istrativo «largo y complejo», un grupo noruego mantiene su interés por producir salmón de acuicultura en aguas de Bizkaia.
Pero hubo más proyectos antes. La Diputación de Bizkaia propuso en 2002 la creación de un parque temático dedicado a la energía -bautizado como Atlántida-, que hubiese permitido recubrir la hormigonada instalación con una estructura futurista diseñada por Néstor Basterretxea. Cinco años después Iberdrola planteó reconvertirla en una central de ciclo combinado. Sin embargo, la Diputación de Bizkaia anuló la calificación de 'industrial' para el suelo de la central nuclear, lo declaró de 'esparcimiento' y itió incluso la posibilidad de un uso residencial de baja densidad.
El Ejército, aunque nunca se confirmó oficialmente, llegó a poner sobre la mesa ofrecer las dependencias como ubicación para un centro de mando de la OTAN. Las posibilidades de alojar en su interior un búnker, a resguardo de radiaciones atómicas, eran considerables. Sin embargo, la idea fue desechada desde los primeros compases y después de algunas consultas en el entorno del Gobierno Vasco.
Los grandes edificios de hormigón carecen de valor, ya que no se pueden reciclar, Sin embargo, las instalaciones conservan tres auténticas 'joyas de la corona': un gran embalse de alimentación de agua dulce, las tomas de refrigeración de agua del mar y, especialmente, el tendido eléctrico para dar salida a la producción. Por eso en 2007 no era nada descabellada la construcción de una central de ciclo combinado. En el interior de Lemoiz no queda nada. Todos los equipos fueron vendidos en la década de los 90 como repuestos, en una operación coordinada por Iberdrola y la ingeniería Sener con la colaboración de la multinacional norteamericana General Electric. Hoy, algunas centrales españolas, como Almaraz, y también algunas sas funcionan con elementos que llegaron a estar completamente instalados en Lemoiz.
Desde hace años los edificios desocupados de la central atraen como un imán a ladrones de cable de cobre u otros materiales y jóvenes que acceden a su interior de manera ilegal.
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