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J.M.
Lunes, 5 de mayo 2025, 13:02
Con la llegada de la primavera y el inicio del buen tiempo, las fresas se abren paso en supermercados y fruterías con su característico sabor dulce y aroma irresistible. Desde las variedades más tempranas como Dream o Cléry hasta las más jugosas Gariguette o las grandes fresas de verano, esta fruta roja es un clásico de la temporada. Sin embargo, conservar su frescura y sabor puede ser un auténtico reto.
Todo comienza en el punto de compra. Una fresa bien conservada es, antes que nada, una fresa bien elegida. A diferencia de otras frutas, las fresas no maduran una vez recolectadas, y son extremadamente sensibles a los golpes. Por eso, es fundamental revisar cada pieza en busca de magulladuras o signos de humedad. Evitar los envases de plástico, que favorecen la presión y aceleran su deterioro, también es clave. Mejor optar por una bandeja de cartón o madera, que permite una mejor protección durante el transporte y almacenamiento.
Antes de pensar en su conservación, un pequeño gesto puede marcar la diferencia. Un baño rápido en una solución de vinagre blanco diluido en agua (una parte de vinagre por tres de agua) durante uno o dos minutos ayuda a eliminar esporas de moho y bacterias. Tras este baño, es imprescindible secar las fresas cuidadosamente con papel absorbente. Y un detalle importante: no cortar ni retirar las hojas verdes. Las fresas enteras se conservan mejor, ya que su estructura se mantiene intacta.
El error más común es pensar que el frigorífico es el lugar ideal para guardar fresas. Nada más lejos de la realidad. El frío excesivo las vuelve blandas y les hace perder sabor. Por otro lado, dejarlas al aire libre favorece el desarrollo de moho debido a la humedad ambiental.
Entonces, ¿cuál es el sitio adecuado? Los expertos coinciden: lo ideal es un recipiente hermético, preferiblemente de vidrio o plástico con tapa, cubierto en su base con papel absorbente. Las fresas, sin lavar y bien secas, deben colocarse en una sola capa. Si no hay espacio, se puede añadir una hoja de papel entre cada nivel. Para prevenir el exceso de humedad, es recomendable dejar la tapa ligeramente entreabierta o hacer pequeños orificios para permitir la circulación del aire. El recipiente debe guardarse en un lugar fresco, seco y oscuro, como una despensa ventilada. El frigorífico solo debe usarse si se van a consumir en pocas horas.
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