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El notario Javier Oñate realiza un trámite con una familia en su despacho de San Sebastián. De la Hera

Cerca de 2.000 vascos renuncian cada año a su herencia, la mayoría para cederla a un familiar

Euskadi presenta el porcentaje de desistimientos más bajo del Estado, con un 10% por el elevado valor medio del patrimonio acumulado

Gaizka Lasa

San Sebastián

Lunes, 5 de mayo 2025, 06:25

El trámite legal de percibir los bienes de un familiar o allegado después de su fallecimiento no siempre adquiere connotaciones positivas. Hay quien no quiere saber nada de las consecuencias materiales o patrimoniales de una pérdida cercana. Renunciar a una herencia es una opción seriamente barajada por muchos ciudadanos. De hecho, uno de cada diez herederos vascos decide abandonar el procedimiento de acceder al legado que le correspondería. El año pasado, fueron casi dos mil los ciudadanos que renunciaron a percibir una herencia en Euskadi, concretamente 1.959.

La tendencia a retirarse del clásico trámite del reparto de las pertenencias del fallecido se ha consolidado en el último lustro. Las renuncias han crecido un 20% desde la pandemia –fueron 1.621 en 2020– aunque la subida más acusada se produjo en 2021 y desde entonces la cifra se ha mantenido en niveles homogéneos. El récord lo establecieron las 2.105 renuncias de 2022.

El principal motivo para rechazar una herencia es porque llegan con deudas que, en cualquier caso, deben ser saldadas en este mundo por mucho que el que las haya contraído se haya marchado del mismo. La casuística es variada: pueden ser frente a una entidad bancaria, ante la Agencia Tributaria, con la Seguridad Social, por una sentencia judicial o por haber recibido un inmueble con cargas a su vez de otra herencia. El fallecimiento no exime de pagar las deudas.

Los datos de renuncias pueden parecer elevados. Uno de cada diez. Casi dos mil. Sin embargo, la comparativa con otras comunidades sitúa a los ciudadanos vascos como los que menos escurren el bulto a la hora de hacer frente al momento de acceder a lo que han dejado sus seres queridos. Las adjudicaciones por título sucesorio ascendieron en 2024 en la Comunidad Autónoma Vasca a 18.930 –algo menos que las 19.219 del año anterior–, lo que deja el porcentaje de renuncias en un 10,3%, la cifra más baja de toda España.

El notario de San Sebastián Javier Oñate arroja un par de claves para explicar el liderazgo vasco en esta estadística. «Aquí el cumplimiento normativo es más alto, entre otras cosas, porque normalmente hay dinero o patrimonio acumulado durante toda una vida cuando una persona fallece. En zonas más rurales del centro de la península es más habitual que las fincas o los bienes que se dejen no tengan tanto valor y esté más extendida la idea de que no se pierde demasiado al renunciar».

2.105

renuncias marcan el récord de la serie histórica en Euskadi, correspondiente al año 2022.

Andalucía marca el récord de abandonos en términos absolutos con 10.889 renuncias y, al igual que La Rioja, duplica el porcentaje de renuncias de Euskadi. Sin embargo, la comunidad que más tasa de deserción presenta en cuanto a la recepción de herencias no es del interior de la España vaciada, sino Asturias (21,8%).

Ley diferencial en Euskadi

Emerge otro motivo que también contribuye a un más mayoritario de herencias en el País Vasco, tal y como explica Oñate. «Hay tres comunidades en España que tienen una ley diferencial por la cual los herederos solo responden de las deudas con los bienes recibidos. Son Aragón, Navarra y, precisamente, Euskadi. Los demás están obligados a responder por todo lo que les dejen a deber».

El notario matiza que la renuncia no equivale normalmente a dejadez o falta de voluntad por percibir determinados bienes. «Las estadísticas pueden llamar a alarmas por el tema de renuncias aunque conviene discernir dos categorías: no es lo mismo las personas que renuncian que la renuncia de la herencia. Se suelen dar muchas veces lo que llamamos renuncias estratégicas o pactadas. Es habitual entre de una misma familia que los hijos renuncien para dejar todo a la viuda, o que un heredero legal deje aquello que le han asignado a tíos o sobrinos».

«Hay personas que renuncian pero no tanto herencias renunciadas. A veces, los hijos dejan todo a la viuda o el viudo»

Javier Oñate

Notario de San Sebastián

Concluye el notario con la fórmula que resume la cuestión: «Hay personas que renuncian pero no tanto herencias que se renuncian». La dimensión de algunas redes familiares hace que, de hecho, «puede pasar que haya herencias hasta con una docena de renuncias». Pero la herencia acaba en algunas manos.

La experiencia en la materia lleva a Oñate a afirmar que «en la herencia estándar, de una persona mayor fallecida, lo normal es que apenas haya deudas. La cultura aquí es la de saldarlas a lo largo del tiempo mientras vives». En el otro lado de la balanza, añade, «tampoco es lo habitual que haya grandes fortunas. Un caso típico puede ser dejar un piso con un garaje y una o dos cuentas bancarias con algunos ahorros».

La realidad demuestra, asimismo, que no suele haber sorpresas a la hora de descubrir lo que dejan aquellos que pasan a otra vida. «Normalmente la gente conoce bastante bien la situación económica que atravesaba su ser querido y anticipa de manera acertada si va a heredar alguna deuda o la cantidad de bienes que le puede llegar».

Incidencia de la pandemia

Además del testamento, la propia ley establece el itinerario de los herederos, hasta primos hermanos de cuarto grado. «A partir de ahí, el Gobierno Vasco es el que se tiene que hacer cargo de las deudas. Ahora bien, el Ejecutivo responde hasta el importe de lo que recibe, no más allá. Es verdad que cuando existen dificultades económicas, pueden surgir renuncias, pero puede ser incluso que sea más costoso el propio trámite istrativo que hacer frente a la herencia», revela Oñate.

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