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«Ponte derecho y levanta esos hombros que te va a salir chepa de mayor». Esa llamada de atención tan típica de padres y abuelos ... cada vez que ven a alguno de sus nietos andar por la calle totalmente encorvado no va nada desencaminada. A medida que envejecemos, es habitual notar cambios en nuestra postura corporal: los hombros se echan para delante, la cabeza se inclina hacia delante también, la espalda comienza a curvarse y... perdemos altura. «Hasta más de cuatro centímetros», precisan Jakub Mesinovic y David Scott, investigadores del Instituto de Educación Física y Nutrición de la Universidad de Deakin (Australia).
Una columna vertebral sana tiene una forma alargada en ese (S), por lo que tener una ligera curvatura en la parte superior es completamente normal, el problema viene «cuando esa forma curva resulta exagerada, se vuelve fija e impide que la espalda se mantenga recta». El término médico para referirse a una columna encorvada es cifosis, aunque es mucho más conocida como chepa o joroba. Y cuando esa curvatura supera lo que se considera normal –es decir, más de 40 grados– se habla de hipercifosis, una condición que en los casos más graves puede causar «dolor, movilidad y funciones físicas mermadas, además de una menor calidad de vida», enumeran los investigadores de la Universidad de Deakin.
Uno de los desencadenantes más frecuentes de ese cambio en la forma de la espalda son las malas posturas. «De hecho, es relativamente habitual que se produzca cifosis postural a partir de desequilibrios musculares, sobre todo en personas jóvenes que pasan muchas horas encorvadas en una silla, sobre un escritorio o mirando hacia abajo para ver el móvil. La buena noticia es que este tipo de curvatura de la espalda se puede revertir con ejercicio, estiramientos y evidentemente corrigiendo las posturas que la causan», precisan Mesinovic y Scott.
En las personas mayores, por el contrario, tanto la cifosis como la hipercifosis suelen tener su origen en otras causas. La principal es el desgaste natural que acumula la columna vertebral con el paso de los años, especialmente significativo en mujeres que padecen osteoporosis, puesto que esta enfermedad hace que los huesos se vuelvan más frágiles con la edad. ¿Consecuencia? Las vértebras de la columna se agrietan y se fracturan. En el caso de las jorobas muy pronunciadas relacionadas con la edad, «la espalda se curva incluso cuando la persona se intenta mantener erguida. La hipercifosis suele ir acompañada de una pérdida de varios centímetros de altura, dolor y rigidez en la espalda». Por eso es tan habitual que los abuelos caminen encorvados y 'encojan'.
Ahora bien, en la adolescencia también puede pasar que los huesos de la columna crezcan de forma desigual. Cuando ocurre esto se forma una curvatura muy pronunciada hacia delante en la parte superior de la espalda, que es lo que se conoce como cifosis de Scheuermann. «Si la columna se curva hacia los lados en forma de ce (C) –o ese (S) cuando se observa desde atrás– se trata de una escoliosis, mientras que si la curvatura es hacia dentro en la parte inferior de la espalda sería una lordosis», puntualizan los expertos.
Una de las dudas más frecuentes en estos casos es cuándo se debe acudir al médico. Pues bien, los especialistas aconsejan pedir una cita si el paciente ha notado que su columna empieza a curvarse más de lo normal, tiene dolor de espalda continuamente o ha perdido altura. «Las fracturas vertebrales son más frecuentes de lo que pensamos. Uno de cada cinco adultos sufre una y solo un tercio está diagnosticado». Para los investigadores, la mejor manera de prevenir la aparición de una joroba es «mantener los huesos fuertes, los músculos activos y la postura correcta».
Hacer ejercicio de fuerza con regularidad es «la mejor manera» de prevenir la curvatura de la espalda. «Lo ideal en estos casos es fortalecer sobre todo los músculos del tronco y la parte superior de la espalda, que son los que nos ayudan a mantener una postura erguida. Además, este tipo de rutinas también contribuyen a mejorar la movilidad del pecho y los hombros», insisten los expertos.
En general, es recomendable dar prioridad a los movimientos de extensión. Es decir, los que se centran en enderezar o levantar la columna vertebral y echar los hombros hacia atrás, «mientras que los movimientos repetidos de flexión hacia delante pueden empeorar la situación, especialmente en personas con osteoporosis o fracturas vertebrales», advierten. Estos son los ejercicios más recomendables para controlar la cifosis:
Extensiones de espalda, levantando suavemente el pecho del suelo mientras se está tumbado boca abajo.
Ejercicios de resistencia dirigidos especialmente a los músculos que se sitúan entre los omóplatos.
Caminar a paso ligero, trotar, subir escaleras o bailar con un peso bajo ayuda a mantener los huesos fuertes y favorece el estado físico general.
Estirar el pecho y los flexores de la cadera también nos ayudará a abrir la postura y aliviar la tensión.
Yoga y pilates. El entrenamiento de flexibilidad y equilibrio es otra rutina que resulta muy beneficiosa, especialmente para la conciencia postural y la movilidad.
Levantamiento de pesas y entrenamiento de resistencia. Las últimas investigaciones insisten cada vez más en que «el fortalecimiento muscular es la piedra angular de la prevención y el tratamiento de la curvatura de la columna vertebral».
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