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Una cita de Marcel Proust dice que «a pesar de que nuestras vidas vagan, nuestros recuerdos permanecen en un sólo lugar». Es una frase que ... figura en la exposición sobre Ramón Esparza que se inaugura mañana a las 19.00 en el Amaia, y que se aplica a la historia de este personaje nacido en Lesaka, «cosmopolita y epicúreo», estrecho colaborador de Cristóbal Balenciaga durante dos décadas.
Tras el fallecimiento del maestro de la alta costura, en 1972, Esparza mantuvo vivo su legado promoviendo exposiciones desde Donostia hasta Nueva York. Realizó, en 1973, una colección de alta costura para Chanel y creó una línea de cosmética sa llamada Fumeé. Lo hizo desde su casa de Lesaka, «su cuartel general»; junto al río Bidasoa, «primer recuerdo de su infancia»; en ocasiones, después de visitar la pastelería Aguirre y merendar en la terraza del Hotel Colón. Ramón Esparza, fallecido en 1997, es el protagonista de esta exposición titulada 'Retorno al Bidasoa', «una referencia proustiana a que uno, verdaderamente, pertenece al sitio donde ha nacido», explica el comisario de la muestra, Pedro Usabiaga.
Ramón Esparza vuelve, así, a ese Bidasoa que le vio nacer en 1923 («aunque él, como persona coqueta que era, se quitaba dos años y decía que había nacido en 1925»). Lo hizo en el seno de «una familia culta»: su madre, maestra y una mujer adelantada a su tiempo, «educó a varias generaciones de niñas en Lesaka»; su padre «fue director del periódico La Voz de Navarra». «Desde su más tierna infancia», Ramón Esparza «se interesó por la moda». No llegó a terminar la carrera de Derecho y emprendió, en los años 40, una aventura en París con la que arrancó «su carrera internacional» en el mundo de la moda, convirtiéndose en «la mano derecha de Balenciaga».
La exposición comisariada por Usabiaga trenza la trayectoria de Ramón Esparza siguiendo el patrón de su «estrecha vinculación» a Irun y el entorno del Bidasoa. Ambos modistas «eran asiduos» de la zona, pues «hacían vida en la casa familiar de los Esparza de Lesaka». Ramón y Cristóbal «visitaban la ermita de San Marcial, merendaban en Aguirre, compraban en Porcelanas Bidasoa», visitaban a «sus amigas modistas».
'Retorno al Bidasoa' teje esa historia mediante fotografías que muestran «cómo era Irun y sus modistas en aquellos años», e incluye, «y ha sido un logro, tres piezas de más de cien años» que fueron elaboradas en el taller de Gracieuse Bonnecaza, que estaba ubicado en el paseo de Colón. Se incluyen «nueve piezas de Balenciaga»: trajes sastre, de cóctel, de noche y de día. También «dos vestidos de novia», que Esparza elaboró «sobre un patrón valenciano». Ese entorno tan ligado al modista, ese lugar en el que permanecían sus recuerdos, se ha escenificado «a través de obras artistas referenciales como Montes Iturrioz y Menchu Gal». Confeccionar esta exposición ha sido «casi, un trabajo de aguja e hilo», resume Usabiaga.
La delegada de Cultura, Nuria Alzaga, ha subrayado «el honor» que supone para Irun contar con esta exposición, y reivindicó la comprensión de la moda como «un lenguaje y un sector vinculado al arte, y por ende, a lo cultural».
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