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Juan Ortega, en el escenario del Teatro Coliseo de Eibar.

«Este año con la programación del festival de teatro hemos hecho una sinfonía»

director de las Jornadas de Teatro de Eibar, está cerca de cumplir los setenta y sigue siendo el motor de un festival que se ha labrado una brillante historia en sus 37 años

ROBERTO HERRERO

Martes, 15 de abril 2014, 13:01

El pasado domingo finalizaron las 37 Jornadas de Teatro de Eibar con la representación de la obra en italiano 'Giulio Cesare'. Han sido casi cinco semanas y 21 representaciones en una edición que como suele ser habitual ha compensado los espectáculos con nombres famosos, como Juan Echanove, Magüi Mira o el mago Tamariz, con otros montajes de pequeño formato. El director de las Jornadas, Juan Ortega, se muestra satisfecho con un festival que valora muy positivamente y anuncia que el futuro de las Jornadas está asegurado a medio plazo.

-Empecemos con las cifras. ¿Cómo ha ido la contabilidad?

-Además de una representación en la calle, de la charla inaugural de Boadella y de varias sesiones de cine, el núcleo de las Jornadas ha estado compuesto de 19 compañías y un total de 21 representaciones. En seis funciones las localidades se han agotado, concretamente en las dos de 'Conversaciones con mamá' (Echanove y María Galiana), las dos de 'El intérprete', la de Juan Tamariz y la de Ara Malikian. Con estos llenos nos ponemos ya en los 3.000 espectadores. Y con las demás, sin valorar la obra en la calle porque eso no se puede medir, superamos por bastante otras 3.000 personas. Así que pendiente aún de los últimos ajustes, nos movemos en una cifra de entre 6.500 y 7.000 espectadores.

-¿Es parecida a la del año pasado?

-Sí, quizás un poco superior. A nosotros que el público disfrute de las funciones nos interesa mucho, pero más el hecho de que hemos llevado casi siete mil personas al teatro. Esto garantiza la supervivencia del festival.

-¿Han sido las Jornadas que deseaba hacer o las que ha podido hacer?

-Empecé a componer el festival pensando en lo que podía hacer, pero creo que hacía tiempo que no conseguía un programa tan querido como éste. La producción teatral es la que es, no cambia tanto de un año para otro. Mi compromiso y el de mi equipo es procurar armonizarla bien. Las notas están ahí, pero puedes hacer una sinfonía o ruido. Y creo que este año hemos hecho una sinfonía

-Empezar con Albert Boadella ya ha sido apuntar alto.

-Me había prometido venir hace unos años, cuando todavía estaba al frente de Els Joglars, pero un estreno se lo impidió. Y este año aceptó encantado venir a dar la charla inaugural. Vino y sorprendió porque tiene una capacidad de expresión y unos conocimientos muy válidos. Sus 'Diez puntos para un teatro libre' estuvieron muy bien e, incluso, fueron graciosos.

-Ya había visto casi todas las obras contratadas, pero ¿le ha sorprendido alguna de nuevo y, por otra parte, cuáles cree que han hecho disfrutar más al público?

-Siento que el público y yo en este año hemos ido bastante paralelos. La gente con 'Juana la loca' salió entusiasmada y era una de las piezas que yo estaba más contento de haber traído. Lo mismo, pero en este caso con más sorpresa, pasó con 'El intérprete'. Una obra en la que el protagonista actúa, baila, canta y de la que el público no tenía muchas referencias. Pero ha gustado mucho. En alguna ocasión hemos tenido poco público, como con 'Áyax', pero los que fueron salieron entusiasmados como pocas veces.

-Le gusta que el festival también sirva para descubrir a pequeñas compañías desconocidas. ¿Lo ha conseguido este año?

-De cara a nuestro público ha sido un descubrimiento poder ver con 'Áyax' el tipo de teatro que se hace en el Festival de Teatro Clásico de Mérida. Y en general, también para los programadores, creo que este año eso ha podido suceder con la compañía irlandesa Cirque de Légume. Dos actores que con un argumento que casi no existe y una interpretación de clown demostraron que se puede sorprender.

-Las Jornadas cuentan con un pequeño secreto, algunas compañías y ciertos actores tienen tanto aprecio al festival que hacen una importante rebaja en el precio.

-Suelen tener una muy considerable atención con nosotros. Ha habido veces, y este año ha ocurrido en dos ocasiones, que la productora o la agencia de ventas se ajustan a unos precios y son los actores los que provocan la rebaja para poder venir. Uno ha sido Ara Malikian.

-¿Por qué ocurre?

-Todo artista que viene y tiene ocasión de conocer este festival entiende que tenemos una personalidad muy específica. Todavía en la puerta del teatro están los antiguos alumnos. Uno es ingeniero, el otro tiene gemelos, la otra acaba de ser madre, incluso alguna está embarazada. En la taquilla hay otros componentes de lo que fue nuestro grupo de teatro, Narruzko Zezen. Uno es médico y procura estar los días que no tiene guardia. En escena está el equipo profesional del Coliseo, pero ese mismo equipo va al teatro de la Universidad y allí trabaja como de Narruzko Zezen. Los artistas ven todo eso y se dan cuenta de que procuramos lo mejor en lo artístico y profesional, pero además está ese componente humano que todavía persiste.

-El festival tiene dos escenarios, El Coliseo y el teatro de la Universidad, pero hay otro que es menos conocido y muy efectivo para ese buen ambiente con las compañías: su sociedad gastronómica.

-Es así. Las compañías no vienen o dejan de hacerlo por eso, pero es verdad que algunas personas nos dicen medio en broma que no actúan si no los llevamos al txoko a cenar. Este año han pasado por ahí Echanove y María Galiana, La Zaranda y Tamariz. El genial mago salió de la sociedad a las dos cuando al día siguiente cogía un avión a las seis. Estuvo encantado, haciendo juegos porque le apetecía, totalmente generoso. Eso a mí me carga las pilas por lo menos para un par más de festivales. Y ¡ojo!, que a la sociedad se va a guisar, no llevamos la cena hecha.

- Treinta y siete ediciones más otras anteriores que se celebraron con nombre diferente ¿Cómo pueden resistir tanto y, sobre todo, ahora con la crisis?

-Resistimos porque el aspecto laboral casi no se considera. Nadie de nosotros depende laboralmente de las Jornadas, luego quienes lo propician no presionan ni limitan al que lo está haciendo. Lo hacemos porque nos apetece y todos estamos decididos a que sea así. Los patrocinadores: Ayuntamiento, Gobierno Vasco y Diputación, asumen los costes básicos. Ellos hacen su parte bien y nosotros la nuestra. No queremos fijarnos en la palabra crisis, seguimos funcionando. Cuando en septiembre me siento con el responsable de Cultura del Ayuntamiento de Eibar le pregunto de cuánto dinero disponemos. Y hago el festival con ese dinero.

-¿Qué futuro tienen las Jornadas a medio plazo? ¿Existirán mientras usted quiera seguir?

-Hay un equipo fijo que lo componen Manolo Murillo, Juan Luis Vázquez Fraguas, Ricardo Martín, Arantxa Rodríguez, Ana Belén Matilla y Miriam Ruiz. Ellos están dispuestos a seguir haciéndolo. Yo por cansancio o por posibilidades físicas lo dejaré pronto. Para estar brillante, si se me permite la presunción, creo que estaré un par de años más. O tres para llegar a las cuarenta ediciones.

-¿Le preocupa el camino que coja el festival en ese plazo medio?

-Lo que no me gustaría es que derivara a ser la suma de unos buenos espectáculos. Con un poco más de dinero puedes traer a cinco grandes compañías con dos funciones cada una. Pero eso no sería un festival. Tiene que haber espectáculos como 'Juana la loca' y como el de Cirque de Légume; como 'Áyax' o, incluso, obras que pueden resultar difíciles, como ha sido este año 'Cuarteto del alba'. Y tienen que haber grandes nombres de calidad, como puede ser La Zaranda.

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