Cierto, puede que no sea ni noble ni cortés ni valiente ni distinguido arremeter contra la última obra de un cineasta de 92 años que ... nos ha dejado piezas de la altura de 'Z', 'Missing', 'Sección especial' o Estado de sitio'. Y dado que no lo es, pocos han vituperado este 'Le dernier souffle'. Menos aún si resulta que el coguionista es nada más y nada menos que el filósofo Régis Debry, quien entendió, discutió y colaboró con varias revoluciones latinoamericanas, fue expulsado de España por haber firmado en Torre Madrid un manifiesto contra las penas de muerte del 75 y cuyas influencias alcanzan nombres como el de Althusser. Menos aún si el tema a tratar es 'nosotros ante la muerte', los cuidados paliativos y el buen acompañamiento hacia el final.

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Menos aún si en la película colaboran no solo la magnífica Hiam Abbas sino, en plan diva total, una mujer de esqueleto, calavera y melena maravillosas, Ángela Molina.

No, nadie ha arremetido contra 'El último suspiro'. Al contrario, la han definido como 'honesta, lírica, política, dura, necesaria, lúcida, humana y humanista'.

Yo voy a hacerlo. Cinematográficamente esta película adopta las formas de un elaborado y laborioso spot publicitario de seguros médicos o clínicas donde uno se enfrenta a la muerte reconciliándose con la vida, pagando por ello precios desorbitados. Porque claro, la imagen que nos devuelve la pantalla es de hospitales privados, con jardines y estanques. Nada que ver con 'État limite', películón brutal y acelerado visto en Cine y Derechos Humanos Donostia 2023. Ni con 'Matronas' de Léa Fehner. Nada, aquí todo es luminoso. Hasta la muerte. Para eso, mejor 'Todo ha ido bien' de Ozon.

'Seminario dramatizado' (el símil es de 'Screendaily'), reportaje bonito, buenista y divulgativo; parlamentado y recitado. No será ni noble ni cortés, cierto, pero es lo que hay.

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