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Paul Auster contó un mundo sin apenas salir de Brooklyn y Amelia Serraller relata un tiempo de Donostia, desde la posguerra hasta el confinamiento, ... resumido en un portal: calle Urbieta, número 64. «Es un lugar fronterizo, en zona noble, frente al Bellas Artes, pero ya en un Amara popular, muy propicio para contar historias».
Y ella lo conoce bien. Aunque nació y creció en Madrid es hija de donostiarra y venía muchos veranos a la casa familiar en ese portal de Urbieta. Por eso lo eligió como epicentro de 'Réquiem y marmitako, historias del confinamiento', el volumen de relatos que presentó ayer en San Sebastián de la mano de Félix Maraña, autor del prólogo, y Kanif Beruna, diseñador de la original portada. Hoy se presenta en Bilbao.
«El título explica ya cómo afronto estos relatos», dice Amelia Serraller. «Lo de 'réquiem' es mi homenaje a tanta gente, sobre todo mayor, que ha sido víctima de la pandemia, con el dolor que ha supuesto. Y lo de 'marmitako' una ironía de la parte buena que hemos vivido: por fuerza hemos tenido que romper con nuestras vidas cotidianas, ese 'día de la marmota', y volver a cocinar, a leer, a ver películas o a charlar. Yo tuve la suerte de que me tocara pasar el confinamiento en San Sebastián, aunque lo duro era no poder acercarme al mar, aun sabiendo que estaba ahí cerca«.
Autora: Amelia serraller
Estilo: Relatos.
Editorial: Ediciones Facto.
Páginas: 156.
Precio: 15 euros.
Ella elige el fomato de los relatos, catorce, con personajes que se mezclan en ese Urbieta 64. «Son ficción, aunque más o menos inspirados en situaciones reales. Quiero homenajear a la generación posterior a la Guerra Civil que hizo la Donostia de ese tiempo, a mi tía que trabajaba en Tabacalera en condiciones insalubres, como tantas empleadas de esa fábrica».
Amelia Serraller se centra en un portal pero ha corrido mucho mundo. Docente y traductora del polaco, el inglés o el ruso y profesora universitaria en Madrid, pasó dos años en la ciudad polaca de Wroclaw (capital cultural europea en 2016 a la vez que Donostia) y realizó su tesis doctoral sobre el periodista polaco Ryszard Kapuscinski. «Desde muy joven me interesó la cultura rusa, pero por planes de estudios empecé con el polaco». Entre sus múltiples actividades ha sido traductora en los juzgados, «y ahí he visto de todo, desde asuntos de la mafia nigeriana malos tratos».
Dice que le gustan los versos de Karmelo Iribarren o Kepa Lucas sobre Amara y Donostia, «y a mi manera me gustaría que estos relatos fueran también una visión de la ciudad».
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