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M. F. Antuña
Gijón
Miércoles, 14 de mayo 2025, 12:03
Eduardo Mendoza, un grande inmenso de las letras españolas que en 2016 recibió el Premio Cervantes, es el flamante Princesa de Asturias de las Letras. El jurado reunido en Oviedo ha decidido coronar su brillante y múltiple carrera con este galardón que retorna el idioma castellano el palmarés después de que el pasado año laureara a la literatura rumana y el anterior, a la japonesa. Su ironía, sutileza y humor conquistan el galardón en el año en el que se celebra el cincuenta aniversario de la publicación de su primera novela, 'La verdad sobre el caso Savolta'.
«Necesito tiempo para encontrar las palabras justas. Emocionado, honrado y agradecido me parecen adecuadas, pero obvias. He dedicado toda la vida a lo que más me gusta y ahora recibo este Premio tan especial. Soy un hombre feliz». Con estas palabras el escritor barcelonés Eduardo Mendoza agradecía el Premio Princesa de Asturias de las Letras.
Y lo curioso es que la felicidad por el galardón se antoja múltiple y de ida y vuelta, puesto que el propio jurado destacó entre las razones de su elección la gran felicidad que el autor ganador del Cervantes en 2016 ha propiciado a los lectores. «Su prosa clara engloba tanto el lenguaje popular como los cultismos más inesperados. En sus libros sobresalen el sentido del humor y la visión desenfadada y humanista de la existencia. Eduardo Mendoza es un proveedor de felicidad para los lectores, y su obra tiene el mérito de llegar a todas las generaciones, que hoy se reconocen en sus luminosas páginas», ha dejado dicho el jurado para la historia.
Decir Mendoza es decir humor, imaginación desbordada e inteligencia y es ver de inmediato ese rostro sonriente y amable del escritor barcelonés que es tan leído como querido, que es además de novelista, autor teatral, abogado y traductor y que nació un 11 de enero de 1943.
Es un hombre todoterreno que se formó como abogado, que trabajó como traductor de la ONU en Nueva York y que ya allí, en 1975, publicó 'La verdad sobre el caso Savolta'. Cuatro años después llegaría 'El misterio de la cripta embrujada' y en 1982 hace triplete con 'El laberinto de las aceitunas', 'Campo de la verdad' y 'Los soldados de plomo'. Pero fue en 1986 cuando vio la luz una de sus obras más emblemáticas, 'La ciudad de los prodigios'.
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Ha tenido una relación magnífica con el cine toda la obra de Mendoza, que también se ha acercado al teatro junto a Miguel Narros y con la pieza teatral 'Restauració' publicada en 1990, un año después de la novela 'La isla inaudita'. A la escena volvería más adelante, en 2004, con 'Greus qüestions' (Graves cuestiones) y con 'Glòria' dos años después.
'Sin noticias de Gurb' es otro de los títulos más conocidos de quien también ha firmado 'El año del diluvio', 'Una comedia ligera', 'La aventura del tocador de señoras', 'El último trayecto de Horacio Dos', 'Mauricio o las elecciones primarias' e incluso un ensayo sobre Pío Baroja. Ha tenido hueco en su dilatada trayectoria para recordar a uno de los grandes escritores asturianos, puesto que en 2007 publicó '¿Quién se acuerda de Armando Palacio Valdés?'.
Llegarían después 'El asombroso viaje de Pomponio Flato', 'Tres vidas de santos' y 'Riña de gatos', con el que en 2010 obtuvo el Planeta. 'Qué está pasando en Cataluña', 'El rey recibe', 'Baroja y yo: por qué nos quisimos tanto' y 'El negociado del yin y el yan' sirvieron para que continuara en un oficio del que en una ocasión planteó retirarse. Eso hizo en 2021 y en 2024 regresó a las librerías con 'Tres enigmas para la Organización'.
El humor, el disparate y el esperpento han sido siempre las magníficas armas que le han acompañado en una carrera multipremiada que en 2016 le llevaría a lo más alto de las letras españolas con ese premio Cervantes que se justificó así: «Eduardo Mendoza, en la estela de la mejor tradición cervantina, posee una lengua literaria llena de sutilezas e ironía, algo que el gran público y la crítica siempre supieron reconocer».
«Cuando me muera, que me olviden», decía hace no mucho en una entrevista. Difícil será hacerlo con tantas letras y lectores en su haber, con tantas historias que nos cuentan a nosotros mismos y que no se han quedado en el tintero si no que se se han hecho historia de la literatura con mayúsculas.
«Los de mi generación tuvimos la idea de que teníamos que contar la historia de la calle de España, que eran las novelas de Manuel Vázquez Montalbán, Juan Marsé, Javier Marías, que teníamos la necesidad de ir contando todo eso con el disfraz que fuera, en forma de novela policíaca o la que fuera, lo que iba pasando, porque estábamos viviendo una época de cambio. Éramos la generación del cambio, y eso es lo que vivimos», dijo en una ocasión sobre esa obra que en octubre recibirá el aplauso del Campoamor.
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