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Cristina Iglesias durante la conferencia que ofreció ayer en el Palacio Miramar de Donostia Usoz

La obra invisible de cristina iglesias en la isla santa clara

La artista donostiarra vaciará el faro para colocar un gran vaso de bronce y una pasarela

Alberto Moyano

San Sebastián

Viernes, 19 de enero 2018, 08:50

«Estaré entre Chillida y Oteiza, pero invisible desde la bahía. Es una obra interior». Así explicó la escultora donostiarra Cristina Iglesias la nula afección paisajística de su proyecto para la isla de Santa Clara durante la conferencia que ofreció ayer en el Palacio Miramar de Donostia, en el marco de la I Bienal de Arquitectura MUGAK.

El proyecto de Iglesias (Donostia, 1956) consistirá en la instalación de un gran vaso de bronce en el interior vaciado del edificio del faro y en la instalación de una pasarela traslúcida o transparente que permitirá al visitante combinar la contemplación de la pieza desde distintas perspectivas. Con el agua como protagonista, el trabajo de Iglesias jugará también con la percepción del visitante mediante un ejercicio de ilusionismo que 'jugará' con la profundidad de la obra, así como con la frecuencia de pleamares y bajamares. Se trata, en suma, «la obra más importante de mi carrera», en palabras de la artista y, a la vez, una evolución natural de su trayectoria.

Recorrido por su trayectoria

Del interés que despierta el anunciado proyecto artístico de la creadora donostiarra dio cuenta un público expectante que llenó la sala Julio Caro Baroja del Palacio donostiarra y que inquirió a la artista con una amplia batería de preguntas al término de su intervención. Recién llegada de Nueva York, en donde ha asistido a la inauguración de la muestra monográfica sobre su obra, Iglesias se mostró reservada en cuanto a la escultura en la que aún se encuentra trabajando, pero ofreció las suficientes pistas mediante un acercamiento oblicuo al proyecto. Antes que mostrar, prefirió explicar y en este sentido recalcó, como ya había hecho antes, que la obra no afectará al aspecto exterior del faro, que no alterará el entorno natural de la isla de Santa Clara, que la idea no consiste en horadar desde el faro y en vertical la roca de la isla y que más que una evolución en su trayectoria, se trata de un desarrollo de la misma.

«Supondrá un antes y un después para la ciudad»

El alcalde donostiarra, Eneko Goia, introdujo la charla de Cristina Iglesias con una breve intervención en la que dejó claro que estamos ante «uno de los principales hitos de esta ciudad en los próximos años» en el terreno cultural. Goia aseguró que «San Sebastián será diferente cuando la obra esté terminada. Supondrá un antes y un después».

Explicó que su presencia en la conferencia tenía como objetivo «escuchar lo que Cristina nos va a decir sobre este proyecto» antes de añadir que «en una ciudad hay muchas cosas en el día a día», pero que en sus prioridades figuran dos: «El día de San Sebastián y este proyecto». Un proyecto que, recordó, surgió de forma inesperada, al hilo de la concesión del Tambor de Oro a Iglesias en 2016 y la constatación del «pecado» de que Donostia no contaba con ninguna obra pública de la artista.

Goia comentó también que cuando la artista se puso manos a la obra le confesó: «‘Vas a decir que estoy loca, pero ya tengo elegido un sitio para la obra: el faro de la isla’. Y no, no estás loca -respondió el alcalde-. Es una genialidad». El alcalde donostiarra finalizó con un agradecimiento a la artista «por su generosidad e implicación».

De hecho, ofreció un recorrido por algunas de sus principales creaciones vinculadas con el agua -un elemento que aparece temprano en sus esculturas-, desde 'Vegetation Room Inhotim' de Belo Horizonte (Brasil) hasta la 'Torre del Agua' de Toledo, pasando por sus trabajo 'Fuente profunda' en Amberes, el mar de Cortés en México o sus 'Arroyos olvidados' que forman parte del nuevo edificio londinense de Bloomberg diseñado por Norman Foster. Con una planta de 9 x 7,60 metros cuadrados de superficie, la casa del faro de Santa Clara se encuentra en la actualidad dividida en dos plantas habilitadas como vivienda. La propuesta de Cristina Iglesias pasa por acometer una transformación radical de su interior, de forma que el espacio quede liberado para acoger el gran vaso de bronce y las pasarelas, así como algún otro elemento en suspensión.

Una pasarela permitirá al visitante 'sobrevolar' la obra y obtener diferentes perspectivas

Es quizás en su trabajo en Toledo en donde se encuentra el antecedente más próximo estéticamente a lo que planea realizar en el faro de Santa Clara: un vaso en bronce -es decir, en verde, que es el color que adquiere este metal cuando se oxida- con motivos vegetales o rocosos, a imitación de un fondo marino. Iglesias trabaja con Alfa Arte de Eibar para la realización de esta obra, cuya finalización se prevé para verano de 2019. Un sistema de pasarelas permitirá al visitante sobrevolar la obra, captarla desde distintas perspectivas y someter a prueba su percepción visual, mediante un juego de ilusionismo diseñado por la artista. Por ejemplo: alterando la percepción de la profundidad del vaso; por ejemplo: jugando con la frecuencia de las mareas de agua que la cubrirán y dejarán al descubierto, en una idea ya plasmada en su obra de Amberes, en donde el recipiente tarda 25 minutos en llenarse, otros tantos en vaciarse y permanece pleno y vacío durante otros dos lapsos de cinco minutos, en un ciclo que se completa en una hora.

De las declaraciones de la artista también se filtró que el proyecto -para cuya realización el Ayuntamiento donostiarra ya ha consignado una partida de un millón de euros-, consta de un lucernario y de un sistema de iluminación nocturna, además de algún tipo de dispositivo de audio. Será, como está en la intención de todas las de Iglesias, «una obra que nos conmueva, pero que nos haga también mirar de otra manera aquello que ya conocemos», además de «una reflexión sobre la línea que separa lo natural de lo artificial». Y también -como otras suyas- una pieza con un calado político en la medida en la que reivindicará la preservación de la naturaleza, en este caso concreto, de los mares. «Creo en la capacidad del arte para hablarnos del planeta y de mostrarnos a nosotros mismos», señaló Iglesias, que realiza una parte de los preparativos en sus estudios de Madrid y Londres, pero que itió que tendrá que pasar varias estancias donostiarras a lo largo de este año porque «así lo exige un trabajo en colaboración».

Estancias en Donostia

Lo más aproximado que la escultora ofreció a un calendario de trabajo fue la constatación de que ya se encuentra inmersa en la resolución de los problemas técnicos que ofrece la obra, en estrecha colaboración con arquitectos e ingenieros. En primer lugar, procede la rehabilitación del propio edificio de la casa del faro, un tanto deteriorado tras años en desuso. En el turno de preguntas, que una Iglesias un tanto cansada por su reciente viaje transoceánico afrontó con estoicismo, la artista despejó cualquier duda sobre el respeto al medio ambiente con el que se acometerá la obra y mostró su disposición a colaborar con otras disciplinas artísticas o incluso científicas.

Antes, la donostiarra Lourdes Fernández, directora de La Alhóndiga de Bilbao, trazó en la presentación un perfil de Cristina Iglesias, de su trayectoria artística y de la vinculación de su arte con otras disciplinas. Fernández arrancó su alocución con una cita de la propia Iglesias -«el agua me sirve como material que mide el tiempo»- y la cerró con otra que Russell Ferguson dedicó a la artista: «En sus obras roza a veces con la invisibilidad».

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