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What a feeling!

El tembleque ·

Begoña del Teso

Domingo, 28 de octubre 2018, 08:35

Ronquete los unió en imposible pero inmortal matrimonio. Los Disco Vampiros pincharon 'What a feeling' . La multitud, compuesta por las criaturas más pálidas de los alredores, muertos insepultos, elegantísimos machos alfa cadavéricos, homenajes casi perfectos a Maléfica y mujeres con pellizas y cuchillos partiéndoles la cabeza, se hizo a un lado y ellos, como mandan todas las tradiciones, abrieron el baile en la cripta desacralizada del Convent Garden donde la gente bebía vasos de 'lejía' a través de huecas calaveras .

Ellos eran y serán Frank y Ane, protagonistas de esa historia de amor que desde las pantallas de la calle Mayor, y el Victoria Eugenia y las redes de Super Amara hace derramar lágrimas de emoción entre los más duros, más heavy-thrash-urban-death-punk-hardcore horrorositos .

La novia se acercó al absolutamente laico altar del brazo del director del filme, el multipremiado y muy apuesto James Robinson. Juró amor y lealtad a la criatura creada por Von Frankenstein. Hasta que la muerte les separase. Hizo Frank el mismo juramento. Con una salvedad. a él la muerte no le separará nunca de ella. Recordad, parece y es muy majo, adorable incluso pero está hecho con trozos de carne muerta y un cerebro que bueno, en fin, a veces se cortocirtuitea un poco.

Como es perceptivo en estas ocasiones, la novia, de blanco crudo, lanzó su ramo de flores a las criaturas nocturnas sin collar y casaderas (o enamoradizas) que pululaban por la cripta. Dió en caer el susodicho ramo en las manos de una irredenta fan de ese colectivo de cineheridos llamado Bang Bang Zinema (atención al cartelazo de Mikel Antero que en el facebook de la banda anuncia la proyección de la bien amada 'El gigante de hierro' el 18N). Se sospecha que era la misma que minutos antes, en Easo, a los pies de la iglesia donde hizo la Primera Comunión Fabiola de los belgas y mientras los invitados esperaban acceder a la sala nupcial disertaba sobre los placeres ocultos de ver 'El Exorcista' mientras tomas un tazón de cereales (sic).

Horas antes en el VE, al oír pronunciar el nombre del maestro Dario Argento alguien gritó '¡ Dios!' Pues claro, Deo optimo.

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