Omar Ayuso: «Me asombra que mis cejas den tanto que hablar»

– Usted es de la generación del selfie, no sé si está muy acostumbrado a firmar autógrafos...

– Todavía hay gente romántica que mantiene esto de los autógrafos. A mí me hace especial ilusión que alguien me pida una firma y no una foto. Creo que, en el momento que vivimos, el selfie ha perdido totalmente su encanto.

– Cuénteme un dato 'random' sobre usted.

– (Piensa) Soy bastante normal, no te creas. Tengo vejiga hiperactiva. Meo como 25 veces al día.

– No se queda atrás eso de que sea familia de Marisol Ayuso.

– Sí, es mi tía abuela. Es muy guay. Evidentemente, es una gran persona, pero la iro mucho como actriz. Desde pequeño fue un referente muy importante y, seguramente, esté hoy aquí por beber de su influencia.

– Una película imprescindible.

– Mi vida cambió el día que vi por primera vez 'La mala educación' de Pedro Almódovar porque es la primera vez que, viendo una película, conecto con la figura del director. Me empecé a preguntar de todo y quise investigar más de su filmografía. Ahí es cuando me empecé a enamorar del cine.

– ¿Su frase almodovariana preferida?

– «¡Qué heavy eres, Juana!». «Soy auténtica, señora».

– ¿Sigue desde niño el Zinemaldia?

– Es que este Festival es un referente, es donde se presentan las grandes películas, donde vienen las estrellas internacionales... Siempre he querido venir a San Sebastián y esta es la primera vez. También soy muy fan de Bette Davis y teniendo en cuenta que fue aquí donde apareció en público por última vez. Recuerdo ese documental estupendo que hicieron en TCM...

– En pocas palabras, ¿'Élite' es...?

– Se acabó.

– Y ahora 'chico Giner'.

– Nunca me lo habían dicho. Además de que Javi me dirija, tengo la suerte de que sea mi amigo.

– ¿Qué tal a las órdenes de un amigo?

– Esto es como todo. Depende de la salud de la relación. El trato con Javi es muy especial, de hermandad. Ha formado parte de un momento personal muy concreto y es una persona muy especial para mí. Recuerdo un día que rodé una escena muy dura, porque yo estaba muy blandito, y en vez de irme a dormir a mi hotel, me fui a su casa y dormí con él. Son las cosas que tiene trabajar con amigos.

– Lo más fácil y lo más difícil de haber rodado esta serie.

– Lo más sencillo: el aspecto humano, el haberme encontrado con un equipo que ha cultivado el vínculo, más allá de lo profesional. Y lo más complicado, el acercarme a un personaje de ficción con el que comparto muchas cosas.

– ¿Una adicción confesable?

– Todas. Que te vaya a confesar a ti ahora, ninguna (risas).

– ¿Por qué cree que sus cejas generan tanta expectación?

– Es fuerte esto. A mí ya me hace gracia. Me asombra, en los tiempos que corren, que unas cejas den tanto que hablar. El otro día en Milán, Marina Abramović se me acercó a preguntarme por mis cejas. Tiene sus cosas buenas también (risas).

– ¿Qué piensa hacer con ellas?

– A mí mis cejas me encantan, voy a hacer lo que me salga de los cojones con ellas, me las voy a depilar o no, y al que le guste bien y al que no, pues también.