La Catedral redime al Tottenham en una final de brocha gorda

El Tottenham resultó vencedor de la final en la que dos ingleses perseguían en La Catedral la redención a sus muchos pecados esta temporada. El equipo londinense conquistó su tercera Europa League, el primer título oficial en 17 años, desde la Copa de la Liga de 2008 que alzó con Juande Ramos en el banquillo. Se ganó además un valioso billete para la próxima edición de la Liga de Campeones gracias a un afortunado gol de Brennan Johnson al borde del descanso, que a su vez condenó al histórico pero venido a menos Manchester United a su peor temporada en medio siglo.

La tercera final inglesa en la historia de la competición, tras aquella primera de 1972 que coronó precisamente al Tottenham ante el Wolverhampton y la mucho más reciente de 2019, en la que el Chelsea se impuso al Arsenal en Bakú, fue un partido de brocha gorda. Ambos contendientes demostraron en San Mamés porqué han estado mucho más cerca de los puestos de descenso que de la zona noble de la exigente Premier League. Y es que en Bilbao hubo más cánticos y consumo de cerveza que fútbol del bueno.

El Tottenham de Ange Postecoglou tuvo muy claro el plan desde el comienzo y fiel a un espíritu pragmático, puso en liza un centro del campo de mucho trabajo frente al planteamiento más creativo del United, con Bruno Fernandes como factor diferencial por su clarividencia entre líneas. Pese a la buena intención inicial de Rúben Amorim, el primer recurso ofensivo de los 'red devils' fue mucho más rudimentario, pues pasó por exprimir el poderío aéreo del tosco Maguire tras cada balón parado a su favor.

Mejor de inicio el cuadro rojo de Mánchester, pero pronto los 'spurs' igualaron la contienda y amenazaron con Johnson como bala por el perfil derecho. Onana, tan poco ortodoxo como siempre, sacó como pudo el disparo del atacante inglés, y su equipo respondió con la verticalidad de Mazraoui y Dorgu por los carriles.

Diallo, un auténtico dolor de cabeza para Udogie, no atinó con la puerta del Tottenham en un tramo de partido enérgico, aunque lejos del alarde en el acierto. Duelo de brega, al más puro estilo inglés de otros tiempos, en el que Casemiro demostró su maestría a la hora de manejar el duelo desde el oficio en la medular.

Con el dominio del United en el control de balón aunque una sensación de que su rival necesitaba mucho menos para pisar el área rival, el duelo deparó un tramo final de la primera parte de difícil digestión, marcado por la falta de precisión.

Todo apuntaba a un combate nulo hasta el descanso cuando un centro de Sarr desde el costado derecho provocó el habitual caos defensivo del United. El criticado Shaw justificó las dudas sobre su desempeño al no acertar a despejar un balón que Johnson consiguió rematar en semifallo en una acción rocambolesca.

Obligado por las necesidades del guion, el cuadro de Amorim trató de dar un paso al frente tras la pausa. Le faltó claridad de ideas frente a un Tottenham sin rubor a la hora de replegar metros con el objetivo de defender su mínima ventaja. Así las cosas, el duelo se sumió definitivamente en la espesura, a la altura del bajísimo rendimiento en la Premier de dos conjuntos a priori ganadores.

El United metió a su rival en su propio terreno solo a base de empuje, lo que al final arrojó alguna buena opción para el empate como el remate de cabeza de Hojlund tras un error de Vicario en la salida que Van de Ven despejó de forma acrobática bajo palos.

Garnacho, cuyo desborde se vio superado por la técnica de Mount de partida, fue un interesante revulsivo a la hora de volcar el campo hacia los dominios spurs. El argentino puso a prueba los reflejos de Vicario en un tramo de encuentro ya dominado por completo por el United. Shaw pudo compensar su error en el descuento, pero su testarazo en el descuento no fue suficiente para evitar un auténtico desastre 'red devil'. La Catedral eligió al Tottenham a la hora de conceder su redención en una final que no estuvo a la altura de San Mamés.

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