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Maialen Chourraut: «He peleado a tope por estar en mis quintos Juegos Olímpicos»Veinte años lleva sin bajarse de la élite. Olímpica eterna. Disputó los Juegos de Pekín (2008) y no se ha perdido ninguna cita desde entonces, ... bronce en Londres, oro en Río y plata en Tokio de por medio. Con 41 años, la piragüista becada por Basque Team va a por los de París tras volver a ganarse con sudor y lágrimas su plaza. Nadie le ha regalado nada ahí arriba y, sin embargo, Maialen Chourraut siente como un regalo cada saludo y cada sonrisa de la gente de abajo, gestos que corresponde con sincera gratitud en el club Atlético San Sebastián, «mi casa».
– Como se hace lógico y natural decir que Maialen Chourraut va a unos Juegos, cualquiera puede pensar que es fácil.
– No, no. Para nada. El selectivo empieza desde cero. Todas las participantes tenemos las mismas posibilidades. Es verdad que en La Seu, hace dos semanas, la cosa empezó bien y de tres bajadas me llevé todos los ceros, gané todas las mangas. Pero no me encontraba muy bien de confianza. No andaba cómoda. En cuanto a la forma de remar, no estaba en mi mejor momento.
–... Y había que rematar la clasificación olímpica en Pau.
– Cuando parece que todo está hecho, por dentro sabes que no. Lo ves cerca pero todavía no lo tienes. En Pau, en la única bajada del primer día cometí un fallo y no gané. Mi máxima competidora, Laia Sorribes, fue muy rápida y venció. Ese día sentí que fue una oportunidad perdida.
– Pero había más.
– Al día siguiente competía en un recorrido que tenía dos maniobras que no me salen bien. No me gustaba mucho. Y mira que estuve practicando toda la semana. Pues llegó la hora y perdí un poco en un sitio, otro poco en otro y... de nuevo por detrás de Laia.
– Y claro, la cabeza funciona.
– ¡Vaya si funciona! ¡Cuántas horas de sueño perdí!
– Bueno, pero sabemos que, aunque con suspense, el selectivo tuvo final feliz.
– Me quedaba la final y el cross del día siguiente, pero ahí Laia hacía los remontes de una manera que yo no podía y ella iba a tener más opciones. Sentía que se me iba y se me iba el billete olímpico. Llegué a la final bastante vacía de energía, pero no sé cómo, gracias al calor de toda la gente que fue y que me hizo sentir súper apoyada y empujada, la bajada salió. Por muy poquito, por un segundo, pero salió.
– ¿Cómo lo supo?
– Tenemos un con el resultado, pero quedaba Laia por bajar. Sabía que podía hacer lo mismo que yo, incluso mejorarme, pero tenía que hacerlo. Yo había hecho bien lo mío. Menos mal que solo tuve que esperar un minuto. Cuando llegó ella, escuché gritos y mucha gente con las manos hacia arriba. Pensé que ya me había ganado otra vez y que me la tendría que jugar en el cross.
– Pero no.
– No. Había ganado. Me di cuenta cuando vinieron corriendo a abrazarme Xabi (Etxaniz, su preparador y marido) Pau (hijo de Etxaniz) y Ane (su hija). Una locura.
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– ¿Explosión contenida?
– Qué va. De contenida nada.
– Ya lo había vivido cuatro veces antes...
– Da igual que lo hayas vivido. Desde que terminó Tokio, ¿con qué objetivo he trabajado? ¿Dónde estaba la meta? ¡Estaba en París! Y claro, esa sensación de que se alejaba, de que no lo conseguía... Se me pasó por la cabeza que igual era momento de replantear mi vida. Ya tengo 41 años.
– ¿Quiere decir que le ha hecho más ilusión que nunca la plaza olímpica?
– Cada vez te coge en una etapa de la vida diferente. Piensas que este tren pasa una vez y ya no vuelve. Igual otro, pero este no. Y claro, a mí igual ya otro momento no me queda. Después de Tokio mi sueño estaba puesto en París. Lo he peleado a tope. Sabía que no llegaría tan fácilmente.
– Su relato explicita bien el sufrimiento y la dificultad.
– Es que el camino de conseguir plaza olímpica es una pared muy empinada. ¡Cuesta un horror conseguir plaza olímpica! Primero hay que sacar la plaza para el país, para la Federación. El Mundial para ello fue en Londres. Yo tengo muchos recuerdos y la anterior vez que nos jugábamos plaza en Londres, para Río, solo conseguimos una de cuatro. Aquel canal es complicado, puñetero. Así que todo el año anterior me lo pasé entrenando en Londres, pensando en Londres y sufriendo por Londres. Hasta que por fin lo conseguimos.
– Pero ahí no acaba todo.
– Claro, luego hay que poner nombre y apellido a esa plaza. No es nominal. Yo soy de las que espera con ansiedad los criterios de selección, dónde y cuándo va a ser el selectivo. Soy muy sufridora. Hasta que no sé cuándo es y dónde es... Tengo que saberlo para prepararlo como es debido y hacerlo lo mejor posible. Esta vez se demoraron un poco y cuando por fin me enteré de que sería en La Seu y en Pau, lo tuve claro: «Venga, a entrenar allí. Va a ser muy duro, pero a por ello».
– ¿Le gustaban las sedes?
– Lo que pasa es que todos los aspirantes remamos muy bien allí, son dos de nuestros lugares locales. Así que sacar esa plaza iba a ser durísimo, tal y como ha sido. Ha estado muy reñido. Los tiempos han sido muy ajustados y ha habido bajadas estratosféricas. Ha habido nivelazo. Algunos tiempos de ser campeón del mundo.
– Ya lo tiene. Descanse. No sé si se lo termina de creer.
– Es que pelear por un sueño y ver que se te escapa... Lo vives con la misma intensidad que si fuera la primera vez, la segunda o la tercera. Sé que ha pasado en cada ocasión anterior, pero todas las clasificaciones generan emociones diferentes. Yo además lo vivo todo muy en el extremo. Soy negativa. Creo que me preparo por si no sale bien, para poder terminar con satisfacción. Para que el golpe no sea desde 5.000 metros sino desde 1.000.
– Ya tiene el billete. ¿Y ahora?
– Primero dormir y comer para recuperar. Luego seguir trabajando día a día con la máxima calidad posible. Tocará ir bastante a París. Tendremos que hacer mucho entrenamiento específico en el canal de allí. Es ese trabajo específico lo que va a ser diferente. Los Juegos son en París. Ni en La Seu, ni en Pau, que es donde nos habíamos centrado desde el invierno en lugar de viajar a Australia o Emiratos.
– Acertaron.
– Es muy importante creer en tu proyecto. Es clave tener confianza en el trabajo que estás haciendo. Saber por qué lo haces y estar segura. Así se superan días malos o temporales. Porque se ha tomado una decisión que ha sido la mejor para tu rendimiento.
– Vayamos al grano. ¿Cuál es el objetivo en París?
– El objetivo clarísimo es remar en mi mejor nivel. Y ese objetivo ya es ambicioso. Remar de la mejor manera en ese momento y a esa hora. Esa es una gran meta.
– ¿Su mejor nivel de siempre?
– Mi mejor nivel de ese momento. Ya dije en Tokio que si hago una bajada, la veo luego en el vídeo y me gusta, yo con eso ya he cumplido el objetivo. El resultado no solo depende de mí. El objetivo va de cómo quiero remar. Que me vea y que me guste.
– En medallas no pensamos...
– En eso pensáis los de fuera. Todos soñamos con la medalla. Pero no solo depende de mí.
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