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Jorge Murcia
Jueves, 8 de diciembre 2016, 10:01
El comercio electrónico, paradigma de los tiempos modernos, ha dado un buen impulso a una industria tan tradicional como es la papelera. Los ciudadanos cada vez compran más por Internet, lo que a su vez se traduce en un aumento del consumo de cartón ondulado y embalaje, material que envuelve los productos que llegan hasta nuestras casas. Este segmento supone ya más de la mitad de la producción del sector en España, que ha encontrado en el comercio digital una importante palanca de crecimiento. Sin embargo, Euskadi queda en cierta manera al margen de esta ola, ya que su producción está enfocada hacia otros productos como los papeles gráficos o los higiénico-sanitarios (papeles tissú).
La Asociación Clúster del Papel de Euskadi agrupa a 22 empresas, de las que nueve pertenecen al entorno de los bienes de equipo, ingenierías y servicios a las empresas del sector. El resto se dedican a la fabricación de pasta (2) y de papel (9). Pero entre ellas no hay ninguna que produzca la materia prima a partir de la que se fabrican los cartones ondulados y de embalaje. Tampoco forman parte del clúster empresas que sí elaboran ese tipo de envases, como pueden ser Cartonajes Limousin (ubicada en Tolosa) o Cartisa (Arrigorriaga). Y, aunque en general el sector papelero vasco está orientado al producto de alto valor añadido, se pierde una porción muy golosa en la tarta del mercado. Así lo atestiguan las cifras que maneja la industria respecto a la producción y consumo de diferentes tipos de papel.
En 2015, el 59% de la producción de las empresas españolas del sector se correspondió a envases y embalajes: un 47% fue papel para cartón ondulado (papeles utilizados en las distintas capas de las cajas de cartón ondulado para productos agrícolas, de alimentación, bebidas, audio, electrónica, automoción y otros productos industriales, productos químicos y de perfumería, etc.), un 4% de envases de cartón estucado (cajas de farmacia, perfumería, alimentación, cosmética, limpieza, juguetes, calzado, pequeño electrodoméstico), y el 8% restante de la producción correspondió a otro tipo de envases y embalajes (sacos, bolsas, etc.).
Este tipo de papeles representa una porción aún mayor del consumo total en España: un 62% el pasado año. Muy atrás quedan los papeles gráficos (22%), un segmento del mercado seriamente castigado por los años de crisis y los cambios de hábitos de los consumidores. Por su parte, los higiénicos y sanitarios representan una décima parte del papel consumido, y los especiales (papeles de seguridad, de filtro, decorativos, et.) un 6%. España es el quinto consumidor de papel de la UE, por detrás de Alemania, Italia, Reino Unido y Francia. El consumo per cápita alcanzó en 2015 los 142 kilos, frente a los 135 del año anterior.
Gran potencial de crecimiento
En un escenaro de «cierta recuperación del consumo» surge el auge del comercio electrónico. «Y ahí el material por excelencia es el cartón ondulado», explica Carlos Reinoso, director general de Aspapel (Asociación Española de Fabricantes de Pasta, Papel y Cartón). Reinoso reconoce que España ha tenido «un arranque algo tardío en el comercio electrónico. Pero las tasas de crecimiento actuales son muy importantes. Y eso tiene un efecto tractor sobre todo el sector».
Claro que no todo el papel ondulado y de embalaje que se fabrica tiene como destino la demanda del comercio on line. Éste aún supone sólo un 5% del negocio, «aunque lógicamente las expectativas de negocio son muy importantes», ite Ignacio Carro, secretario general de AFCO (Asociación Española de Fabricantes de Envases y Embalajes de Cartón Ondulado). «Estimamos que en un plazo de 10 años las ventas por comercio online supondrán fácilmente un 15% de nuestro volumen de ventas en España. Este porcentaje puede variar al alza en los países nórdicos de Europa donde este tipo de compra está más desarrollada. En todo caso, nuestro crecimiento irá muy ligado a la propia evolución de las ventas online, puesto que en la actualidad estimamos que un 90% de los envíos llegan en cajas de cartón ondulado», añade.
En la actualidad el 7% de lo que produce la industria española del cartón ondulado se destina a la exportación, «pero con la consolidación del comercio electrónico y la globalización del comercio en general esperamos poder exportar hasta un 20% de nuestra producción a medio plazo», sostiene Carro.
En Euskadi, la asociación que agrupa a las empresas del sector ite que el auge del comercio electrónico «está dinamizando la producción de papeles para ondular y de cartón». «Pero también lo está haciendo la recuperación paulatina de la actividad económica», matiza Iñaki Ugarte, presidente del cluster vasco del papel, quien recuerda que «2008 y 2009 fueron años muy malos para este tipo de papeles, porque su consumo se ralentizó a partir de 2007. Ahora la producción lleva tres años recuperándose, pero sólo en 2015 se consiguieron superar los números de 2007». El mundo del embalaje en general supone «una oportunidad» para el sector, «tanto en el desarrollo de productos más tradicionales (como por ejemplo el papel para bolsas) como en el eventual desarrollo de embalajes inteligentes o de alto valor añadido», dice Ugarte.
Las empresas papeleras vascas esperan cerrar un año similar a 2015 en lo que se refiere a cifras de producción y facturación, aunque perciben «señales no demasiado desalentadoras». Por ejemplo, las que emiten los precios de la energía, que este año «habían mejorado, pero que vuelven a empeorar». Además, añade el presidente del clúster vasco del papel, «los mercados de los distintos tipos de producto se han mantenido débiles durante todo el año. Y la desaceleración económica en los países emergentes ha supuesto un freno para el desarrollo de las cifras de ventas. Incluso el 'Brexit' ha tenido consecuencias negativas».
Nubarrones que amenazan a un sector que en los últimos 15 años ha sufrido una traumática reconversión en Euskadi. En ese tiempo se han pasado de 23 fábricas a solo 9, si bien es cierto que la producción tanto de pasta como de papel, y la facturación, no ha descendido en la misma medida. Eso sí, la sangría ha sido evidente en lo laboral. En 2003 el sector empleaba a 2.450 personas, y once años más tarde había caído a 1.392. Pese a todo, Ugarte destaca que «nuestro sector mantiene su apuesta de futuro» que se refleja en el «gran esfuerzo inversor» realizado en los tres últimos años «para producir nuevos productos y acceder a nuevos mercados».
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