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Me atrevería a decir que es uno de los bocados que mejora a través de la elección del producto, cuanto mejor sea, mejor es el ... bocado. Os hablo de los nigiris, esas elaboraciones de sushi japonés donde encima de una base de arroz moldeada a mano se coloca una lámina de pescado o pieza de marisco. Se trata de uno de los bocados que más me atrae cuando visito algún restaurante que trabaja sobre la filosofía culinaria asiática.
Koku
Dirección Monasterio Urdax 34 (Pamplona)
Teléfono 948185836
Comedor 1 para 25 comensales
Cierre Domingo noche, lunes y martes noche
Monedas 4 de 5
Carta 60€
Menú Fusión 75€
Menú Koku 60€
Eso me pasó en mi visita al Restaurante Koku. Más allá de los tradicionales nigiris de salmón o atún, en este restaurante pamplonica juegan con los pescados que son los reyes de nuestros mares, bocados de auténtico lujo. Al estar solo, me dieron la opción de pedir piezas sueltas, porque normalmente suelen servirlas de dos en dos. Así aposté por los 4 que más me llamaron la atención. Así es como me fueron presentando los nigiris uno a uno, en 4 pases, desnudos en el plato, fue un viaje a través del placer, de la delicadeza y de la elegancia.
Primero, un nigiri de rodaballo salvaje culminado con una crema de ajo negro, la intensidad del mar en un bocado. Segundo, el de besugo con un aceite de cebollino, la elegancia y finura de uno de los grandes reyes de nuestros mares. Tercero, el de gamba roja de Huelva con huevas tobiko, un bocado que me emocionó, una explosión de sabor, algo increíble. Por último, el de anguila a la parrilla con teriyaki de hongos, el carácter de la brasa, con el toque a tierra de los hongos. Cuatro pequeñas obras de arte culinarias, que fueron emoción y placer. Cuatro maravillas gastronómicas.
No conocía el Restaurante Koku, ni tampoco tenía referencias, hasta que leí que le otorgaron 1 Sol de la Guía Repsol en la edición del 2025. Eso me encendió el interés de conocer su propuesta y es así como aterricé en la casa de Yike Feng, un lugar, dicho sea de paso, que está diseñado con gusto, un espacio que te acoge y ayuda a que estés cómodos disfrutando de la experiencia. Yike empezó a estudiar cocina en su país natal, en China, con apenas 16 años, y, con 19 años llegó a nuestro país. Empezó a trabajar en el País Vasco, conociendo los secretos de la cocina vasca. Ahí empezó a salsear, a jugar y fusionar sus raíces culinarias con el producto local. La aventura de Koku empezó en Barañain en el año 2011, en el 2016 dieron el salto al centro de Pamplona, al Hotel Avenida, y en 2018 abrieron las puertas de la que es su casa hoy en día, en el barrio de San Juan, donde os recibirán con los brazos abiertos para haceros disfrutar de una experiencia gastronómica que no deja indiferente, deja huella y merece la pena conocer.
El producto es el eje sobre la que sustenta Yike Feng, su propuesta culinaria en Koku. La excelencia del producto, buscado y seleccionado con cuidado, con gusto. Luego, en cocina lo respetan y lo trabajan con delicadeza y mimo, ese es el secreto de la cocina asiática, el respeto del producto y mostrarlo en toda su plenitud. La cocina de Koku también es conocimiento y técnica, cómo conseguir poner en valor el producto, con esos cortes perfectos y que consiguen sacar todo el sabor. Producto local, de cercanía, al servicio de recetas asiáticas, ese juego, esa fusión de sabores es la magia de su propuesta. Un apasionante viaje gastronómico a través de la elegancia y excelencia del producto, en la búsqueda de la felicidad y del placer, un viaje emocionante, que toca la fibra y que ofrece unos bocados que son pequeñas obras de arte gastronómicas. Una experiencia magnífica.
Además de los nigiris, mi experiencia se completó con el carpaccio de atún, la desnudez del producto en el plato, láminas de atún, limpias, trabajadas con sensibilidad, que entran como la seda en boca. En el fondo del plato, una crema de aguacate, con matices de jamón y guisante. Pero, la diversión del plato se esconde en las hierbas y flores que acompañan cada bocado, siendo cada uno diferente y especial. Un gran plato. Como el ravioli de langosta y solomillo ibérico, dos productos con personalidad, con carácter, que unidos se convierten en todo un festival en boca, y si además los acompañamos con un jugo de ave trufado, apaga y vámonos, bocados de placer.
Esos fueron los platos que elegí al inicio de la comida, pero llegados a este punto y viendo que la comida estaba siendo puro espectáculo, decidí seguir siendo feliz, y tanto que lo fui con el maki de cangrejo real y foie fresco de Etxenike caramelizado, sin palabras. Como colofón, como guinda, un fino y cremoso coulant de chocolate con helado de fresa. Es recordar la comida de Koku a través de estas palabras y volver a saborear sus platos, sus sabores, sus viajes, es volver a emocionarme. On egin!
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