Imagen del monasterio de Veruela, que acogerá un parador

Los muertos del parador

El Santuario de Loiola acoge los restos de 86 jesuitas 'desalojados' del monasterio de Veruela debido a su transformación en centro hostelero

BORJA OLAIZOLA

Jueves, 16 de marzo 2017, 06:21

El coqueto cementerio del Santuario de Loiola acoge desde el pasado día 8 los restos de 86 jesuitas que estaban enterrados en el monasterio aragonés de Veruela, en las faldas del Moncayo. La transformación de la antigua abadía en un parador nacional ha propiciado la desacralización de su cementerio y el consiguiente traslado a Gipuzkoa de los cuerpos que allí reposaban. Veruela, que acogió durante casi un siglo uno de los principales noviciados de la Compañía de Jesús, ha sido renovado por completo para dar cabida a un parador que tiene previsto abrir sus puertas en verano.

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El monasterio aragonés, situado a escasos kilómetros de Borja, es uno de los ejemplos de la arquitectura cisterciense mejor conservados de la península. Abandonado en 1835 por los monjes del Císter con motivo de la desamortización, fue convertido en una hospedería unos años más tarde y se transformó en uno de los lugares preferidos de veraneo de la alta sociedad zaragozana. Adquirió un notable renombre gracias a Gustavo Adolfo Bécquer, que se inspiró en sus paisajes y su arquitectura a la hora de escribir su obra Desde mi celda.

Veruela fue cedido en 1877 a la Compañía de Jesús. Los jesuitas convirtieron el monasterio en un centro de formación al que acudían novicios del norte de España. Muchos guipuzcoanos y navarros que se propusieron seguir lo pasos de Ignacio de Loyola pasaron por sus aulas. El pamplonés Ricardo Sada, que ahora ejerce de párroco en Tudela, fue uno de ellos: Llegué a Veruela en 1957, en el monasterio no había comodidades de ningún tipo pero tengo un recuerdo maravilloso de aquellos años. Sada vivió la época de oro en lo que se refiere a las vocaciones sacerdotales. Solo en Veruela estábamos casi doscientos novicios cuando ahora no hay más de diez en todo España, evoca con cierta nostalgia.

Candidato aventajado

La crisis de las vocaciones vació el monasterio y los jesuitas lo abandonaron en 1975. Desde entonces estaba bajo la tutela de la Diputación de Zaragoza. La excelente factura arquitectónica de Veruela y su privilegiada ubicación, a orillas del río Huecha, hacían del cenobio un candidato aventajado para su transformación en establecimiento hostelero. El Gobierno central decidió convertirlo en un parador nacional en 2006. Las obras se pusieron en marcha en 2008 y están a punto de acabar después de una inversión de 19 millones de euros. El establecimiento dispone de todo tipo de comodidades e incluso incorpora un aparcamiento subterráneo para que los automóviles de los huéspedes no quebranten la armonía paisajística del lugar.

El cambio de uso del monasterio ha conllevado la desacralización de su cementerio, donde reposaban los restos de 86 jesuitas. Ricardo Sada, que se ha ocupado de la tarea, explica que los cuerpos estaban repartidos entre una cripta y 33 tumbas. El cementerio se acondicionó hacia 1940 en un terreno situado junto a la iglesia y acogió enterramientos hasta 1968. Los cuerpos fueron retirados del camposanto y trasladados a un crematorio de Tudela, donde fueron incinerados. Un coche fúnebre transportó los restos al cementerio del Santuario de Loyola, donde fueron inhumados en dos grandes nichos el pasado día 8. Tanto la cripta como las lápidas de Veruela se mantendrán sin cambios. El nuevo parador, que será el número 96 de la red, tiene previsto abrir sus puertas este verano.

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