La «buena presencia» del ladrón de coches

Nos la encontramos en un titular de la página 2 de El Diario Vasco de hace sesenta años: «La B.I.C. de San Sebastián ha detenido a un delincuente habitual especializado en 'limpiar' coches». Con 'limpiar' ya entendemos que se referían a hurtar objetos que se encontraban en el interior de los automóviles. Lo contaban así el 3-VI-1965...

«La Brigada de Investigación Criminal de nuestra ciudad ha llevado a cabo un importante servicio, con la detención de José Antonio Fernández Fernández, delincuente habitual especializado en la sustracción de ropas, equipajes y otros efectos de los vehículos aparcados en la calle. El delincuente en cuestión llevaba unos cuantos meses 'trabajando' en su especialidad y los artículos por él sustraídos están valorados en más de 250.000 pesetas».

Fernández Fernández acumulaba ganancias, favorecido por la buena imagen que mostraba, según el periódico de entonces...

«El tal José Antonio Fernández Fernández es un experto en la apertura de portezuelas y cazavientos de vehículos y en no dejar huellas delatoras. Por esta razón su detención ha resultado especialmente difícil. Además, su buena presencia, su aspecto decoroso en el vestir y en lo externo de su apariencia, así como el hecho de que parecía desarrollar actividades honorables como viajante de una casa catalana, alejaban, de primera intención, cualquier sospecha sobre su posible culpabilidad».

Sí que era un hombre de buen ver el detenido, cuya fotografía fue facilitada por la B.I.C. y publicada con el ruego de que quienes le hubiesen comprado objetos pasasen por la brigada con el fin de «contribuir al esclarecimiento de hechos delictivos».

Sin esperar a la respuesta, ya se sabía que el 'limpiacoches' «había conseguido apoderarse de seis maletas-muestrario que contenían infinidad de artículos de lencería, jerseys, chaquetas de punto y otros artículos de excelente calidad. También se había apoderado de seis máquinas fotográficas, seis aparatos radio-transistores y varios abrigos, gabardinas, impermeables, anoraks, etc., que iba vendiendo a C.A.T. de P., propietario de la taberna donde acostumbraba comer, así como a otras personas conocidas del mismo bar».

Una vez detenido, se supo que el inculpado también estaba buscado por delitos en Bilbao y Barcelona. En DV elogiaban en junio de 1965 «otro magnífico servicio de la Policía de San Sebastián, que tan acertadamente dirige el comisario señor Ortega».