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La escalada de los precios energéticos, del transporte y de las materias primas y materiales, entre muchas otras cosas, está ocasionando un auténtico roto a ... las istraciones públicas en forma de paralizaciones o renuncias por parte de las empresas constructoras a seguir adelante con proyectos de edificación o reforma de todo tipo. La crisis de inflación ha dejado desfasadas las tarifas de licitación de obras y concesiones aprobadas hace unos pocos meses, provocando una miríada de contratos desiertos, renuncias o, en el mejor de los casos y cuando es posible, revisiones al alza de las condiciones de adjudicación.
La última víctima de esta sangría es Adinberri, el proyecto estrella de la Diputación de Gipuzkoa para los próximos años, cuyas obras estaba previsto que se iniciaran antes de que finalizase este año y que se han quedado sin ejecutora.
Según ha podido confirmar DV, Acciona, la empresa que iba a encargarse de la construcción en Trintxerpe (Pasaia) del edificio que albergará el centro guipuzcoano de innovación para un envejecimiento saludable, y que se presenta como uno de los principales legados del diputado general saliente, Markel Olano (PNV), ha renunciado a encargarse de las obras en las condiciones establecidas en la licitación aprobada en abril. Como a tantas otras empresas, las cuentas ya no le salen.
59 millones era el presupuesto en la licitación aprobada en abril. Una cifra que para la constructora ha quedado desfasada por la escalada de los precios.
2027 es el nuevo plazo previsto para la culminación de las obras y la entrada en funcionamiento del centro de envejecimiento saludable.
4.747 metros cuadrados ocupará en el muelle Hospitalillo de Trintxerpe (Pasaia).
Fuentes del Gobierno foral itieron ayer este imprevisto y señalaron que la Diputación trabaja ya contra reloj en una nueva licitación de obras con precios actualizados que pueda ser aprobada «lo más pronto posible, previsiblemente este mes o a comienzos de diciembre».
La consecuencia de todo esto es que el inicio de la construcción de Adinberri se demorará en torno a seis meses, por lo que los trabajos no comenzarán hasta como mínimo mediados de 2023. De resultas de ello, el centro no estará operativo como pronto hasta bien entrado 2027, frente a la última previsión, que hablaba de finales de 2026.
Según la licitación de abril, el plazo de ejecución de las obras es de 48 meses (cuatro años). No es el primer aplazamiento que sufre este proyecto, cuya estimación inicial era colocar la primera piedra en mayo de 2019 y que el centro hubiera entrado ya en actividad este año.
Pero el problema actual de los sobrecostes sobrevenidos por la crisis de inflación se suma a dificultades istrativas que han trufado el proceso en los últimos años. Adinberri se levantará en terrenos del Puerto de Pasaia, con las implicaciones istrativas que conllevan las zonas portuarias, en las que intervienen diferentes estamentos, istraciones, y regímenes (actividades públicas, privadas, concesiones...). Un embrollo que ha dilatado el proceso más de lo previsto.
De hecho, la obra estaba licitada y se sabía que sería Acciona la destinada a levantar el edificio porque fue la única empresa que se presentó. Pero los trabajos no estaban adjudicados formalmente todavía, a falta de la aprobación definitiva de las normas subsidiarias del Ayuntamiento pasaitarra.
A expensas de lo que determinen las condiciones de la nueva licitación, dos cosas son ya evidentes: que Adinberri entrará en funcionamiento más tarde de lo previsto y que su coste será más elevado. La prueba está en el proyecto de Presupuestos de Gipuzkoa para 2023, que incorpora créditos de compromiso para esta obra hasta 2027, cuando en el de 2022 estos llegaban hasta 2026.
En concreto, la previsión del departamento de Promoción Económica, responsable principal del proyecto, es destinar a Adinberri 6,7 millones el próximo año; 9,7 en 2025, 2026 y 2027; y 7,5 en 2027. En total, 43,3 millones. Cifras que superan las que aparecían en el Presupuesto de 2022: un millón este año; 9 en 2023; 9,3 en 2024; 8,5 en 2025 y 4 en 2026, para un total de 31,8 millones.
En cualquier caso, ese no será el coste total, ya que a esas cantidades habrá que añadir la aportación del departamento de Movilidad y Ordenación Urbana, encargado de financiar el aparcamiento subterráneo del complejo y la urbanización del entorno de Hospitalillo. De hecho, la licitación que ahora hay que actualizar cifraba la inversión en Adinberri en 59 millones, por lo que es de prever que con las nuevas condiciones se superen con holgura los 60.
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Adinberri constituye la inversión más importante de la Diputación en la última década. Concebido como un centro integral para mejorar la calidad del envejecimiento de las personas, aunará labores de investigación con la labor asistencial, ya que contará con 120 plazas para mayores, entre 20 y 25 apartamentos tutelados, y un centro de día. Proyectado en una parcela de 4.747 metros cuadrados en el muelle Hospitalillo, es el proyecto estratégico más relevante de los que impulsa el gabinete de Olano. En la presentación de Adinberri en 2018, este subrayó que este centro, además de coadyuvar a la regeneración de la bahía de Pasaia, «trasciende» este entorno, ya que «contribuirá a mejorar el nivel de especialización de Gipuzkoa en productos, servicios, tecnologías y soluciones ligadas al envejecimiento».
El imprevisto en Adinberri al rechazar Acciona construir el centro en las condiciones que contemplaba la licitación aprobada en abril no es el primero en Gipuzkoa, Euskadi, ni España. En lo que va de año en Gipuzkoa han quedado desiertas más de 40 obras públicas. En general han sido operaciones de escasa cuantía promovidas por ayuntamientos, como acondicionamientos de plazas y parques, remodelaciones de espacios municipales o trabajos para mejorar la accesibilidad. También hay casos más relevantes, como la falta de concurrencia para actuar en el Instituto de FP Miguel de Altuna de Bergara, o en la Armeria Eskola de Eibar, entre otros.
Fuera de Gipuzkoa, en Bizkaia más de 40 concursos públicos quedaron desiertos solo entre junio y septiembre, y ayer se supo que la UPV/EHU ha subido 10 millones el presupuesto de la Facultad de Basurto para atraer constructoras. En el conjunto de España se cifran en casi 2.000 los concursos desiertos, por un valor de unos 900 millones de euros. El miedo a 'pillarse los dedos' afecta incluso a los proyectos financiados por los fondos europeos Next Generation. Al menos el 10% de las licitaciones están quedando desiertas.
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