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Han pasado tan solo dos años desde que el diseñador guipuzcoano Gorka González lanzará su firma homónima de sombreros apostando por una producción artesanal, slow y de calidad. Tras un despegue a la velocidad de la luz, hemos visto sus diseños «genderless» a personalidades como Sara Carbonero, Miguel Ángel Silvestre o Mar Saura.
Para entender el origen de su proyecto nos trasladamos cuatro años atrás, cuando tras formarse en patronaje y confección (donde sentó las bases de la costura), el diseñador experimentó la ausencia de este tipo de producto en el mercado., «No encontraba el tipo de sombrero que buscaba, por lo que me di cuenta que había un pequeño vacío y vi la oportunidad de emprender«, nos cuenta en una conversación con el Diario Vasco.
Con la idea en mente pero sin experiencia en el mundo de la sombrería, su suerte cambió cuando conoció a Carlos Alocen, maestro y ahora gran amigo que le abrió las puertas en el sector. «Me introdujo en el oficio, me cedió herramienta y me presentó a proveedores. Sin él nada de esto hubiera pasado» recuerda.
En cuanto al estilo de sus creaciones de fieltro y ala ancha, el diseñador reconoce que «la sombrerería siempre ha sido un mundo muy clásico, con normas estéticas muy marcadas». Por ello su misión fue clara: crear algo diferente que rompiera con el estilo convencional entendiendo y respetando los procesos sin dejar de buscar nuevas perspectivas. «Las películas del género wéstern, que tanto he visto de pequeño con mi aitona, están muy presentes en mis diseños», desvela. Algo que se cristaliza en la estructura y el patrón de sus diseños de fieltro, con un aire cowboy y ala ancha. Sus piezas, ideadas tanto para hombres como para mujeres, no se dirigen a ningún público en particular, aunque reconoce que si algo tienen en común sus clientes, es «que buscan piezas especiales y únicas».
Desde el momento inicial de su joven proyecto, decidió localizar su producción en un pequeño taller de San Sebastián, donde realiza el diseño y la confección de cada una de las piezas. Una garantía de calidad que le permite «controlar cada parte del proceso de fabricación» y que sería impensable si localizara la producción en otra parte del planeta. Sus diseños hechos a mano están a la venta en su página web por 450€.
«Deberíamos de fomentar el producto y al productor local si queremos construir una industria diferente», reconoce el alma máter del proyecto. Su apuesta all in por recuperar la tradición artesanal contrasta con el consumo de fast fashion todavía tan presente en nuestro país. «Aún estamos lejos de entender y valorar las cosas bien hechas, el tiempo que se dedica al trabajo y el coste de las materias primas de calidad. Estamos acostumbrados a una industria que produce en otros países con mano de obra y materiales a bajo coste», resume.
Si hablamos sobre la importancia del mundo digital en estos dos primeros años de vida de su firma homónima, para el diseñador las redes sociales han jugado un papel fundamental. «Las redes son una potente vía de comunicación para el crecimiento de una marca gracias a la cual ar con firmas y personajes de relevancia», señala. Aunque reconoce que es una herramienta de doble filo. «El éxito no puede ser medido -y sería un error- por tu impacto en una red social. Son espacios artificiales que fácilmente distorsionan la realidad», concluye.
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