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La ermita de la Santa Cruz corona Aitzorrotz. Ese inconfundible balcón de Debagoiena que ofrece unas preciosas vistas de pueblos, cimas, pantanos... Vistas que nos permiten hoy en día disfrutar de una panorámica única, pero los restos de una fortaleza anuncian su uso como atalaya defensiva que contaba con un recinto amurallado de 25 metros de largo por 20 metros de ancho en su parte más alta.
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Varios es informativos narran los detalles de aquel castillo navarro al que también se conoce en las referencias históricas como el castillo de 'Eneco de Oriz'. Su perfecta ubicación permitía a sus habitantes controlar un amplio espacio territorial, sobre todo las rutas comerciales más importantes de la época en el valle, pero también los espacios pequeños, los pastos y pequeñas vías comerciales. Importantes estas últimas donde las hubiera, dentro de la Edad Medía, ya que a través de ellas llegaban las mercancías a villas, aldeas, monasterios y castillos.
Según las crónicas recogidas de la época «la tenencia de Aitzorrotz del siglo XII, la conformaba la cuenca Alta del río Deba con los castillos de Aitzorrotz-Eskoriatza, Elosua-Bergara y Santa Bárbara en Mondragón-Arrasate, principal villa de la tenencia documentada como 'villa de Leniz' en el siglo XI. En el año 1184 bajo el reinado de Sancho VI el Sabio, se creó la tenencia de Aitzorrotz con la comarca del Alto Deba, con el territorio de los municipios actuales de: Leintz-Gatzaga, Eskoriatza, Aretxabaleta, Arrasate del valle de Leintz, además de Bergara».
El castillo fue tomado por Alfonso VIII, ya que es uno de los que menciona expresamente su cronista y arzobispo de Toledo, Rodrigo Jiménez de Rada (1170-1247): «Así, pues, el noble rey Alfonso obtuvo Vitoria, Ibida (Treviño), Álava y Guipúzcoa y sus lugares fortificados y castillos, a excepción de Treviño que le fue entregado más tarde a cambio de Inzura. Asimismo, entregó Miranda (de Arga) a cambio de Portilla. Adquirió San Sebastián, Fuenterrabia, Beloaga, Zeguitagui, Aizcorroz, Aslucea, Arzorocia (Mendikute), la vieja Vitoria, Marañón, Aussa, Athavit, Irurita y San Vicente».
Aitzorrotz aparece ya mencionado como Aitzorrotz, Aizçorroz o Aitz Çorriz en documentos medievales, y como su propio nombre indica es una peña aguda. Se encuentra en la anteiglesia de Bolibar en Eskoriatza, en la comarca de Debagoiena, cerca de la frontera con Araba y Bizkaia, en el Parque Natural de Aizkorri-Aratz. Las primeras referencias documentales del castillo datan del siglo XII, de cuando se nombran los tenentes navarros que estaban al cargo de la fortaleza.
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Para llegar a Eskoriatza se debe seguir por la AP-8 y AP-1.
Horario El recorrido ronda las 3,5 horas a un ritmo tranquilo. Muy interesante partir desde el santuario de Dorleta o Leintz-Gatzafa para realizar la circular por pistas y senderos.
Distancia 12,4 km
Desnivel positivo 55 m
Severidad del medio 2
Dificultad orientación 2
Dificultad del terreno 2
Esfuerzo necesario 2
Según Aitzol Altuna Enzunza en su artículo 'Trece castillos Nabarros de Guipuzkoa', los primeros tenentes de Aitzorrotz «serían los de Durango-Bizkaia que eran compartidos, empezando por Eneko López Ezkerra (1043-76) reinando Sancho Garcés el de Nájera (1035-54). Estas grandes tenencias podrían tener algún subtenente y un alcaide por castillo, ya que la normal foral dice que los alcaides tienen que residir en ellos.
Iñigo de Oriz sería el primer tenente propiamente de Aitzorrotz (1184-1188), el cual en el año 1185 también lo era de la tenencia de Iputz y en 1187 de Alaba, ya que los tenentes no eran señores feudales ni tenían derecho a herencia, sino que eran funcionarios reales. En el año 1194 Pedro Ladrón de la familia Gebara era tenente de Aitzorrotz desde su castillo».
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«Hasta el siglo XII Gipuzkoa fue una tenencia gobernada desde Aitzorrotz, pero en 1199 Sancho el Fuerte dividió la tenencia en dos (Gipuzkoa y Donostia), y si ello fuera poco, Alfonso VIII de Castilla atacó el reino de Navarra desde Pancorbo, sitió Gasteiz y ocupó las plazas defensivas de Gipuzkoa, Duranguesado y Araba. La conquista castellana y la desaparición de las tenencias hicieron que se fortaleciera el feudalismo de oñacinos y gamboínos», añade.
La historia del castillo no acaba ahí. Aunque no esté documentada ninguna ocupación militar en los siglos XVI-XVII, la punta de una pica encontrada en el yacimiento de la fortaleza hace pensar que en aquella época pudo existir una ocupación militar. Según Pablo Gorosabel, «el castillo se volvió a utilizar durante las primeras carlistadas». Así mismo, en las excavaciones arqueológicas realizadas en 1968 y 2009 aparecieron trincheras y vainas de bala de la guerra civil.
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Partir desde Leintz-Gatzaga, junto al museo de la sal, o desde el santuario de Dorleta son dos interesantes opciones para subir hasta Aitzorrotz (736 m.) y disfrutar de las preciosas vistas del valle. La ruta está señalizada tanto con marcas de pintura como diferentes señales verticales. Tras contemplar por fuera el santuario de Nuestra Señora de Dorleta, patrona de los ciclistas, que permanecía cerrado en nuestra visita al lugar, seguimos las balizas que indican 'Aitzorrotz'.
Atravesando un bosque en su máximo esplendor superamos una zona con cierta pendiente hasta llegar a un pequeño túnel desde el que accederemos después a una carretera que nos acerca a los preciosos caseríos del barrio Olaun. Tras charlar con uno de sus vecinos seguimos el camino entre prados para adentrarnos nuevamente en una zona boscosa pasando por una bonita regata. De manera sencilla seguimos las marcas blancas y rojas y algunas señales verticales que nos conducen por pistas forestales junto a las que encontramos bordas y txabolas, así como un nutrido grupo de yeguas con sus pequeños potros, convirtiendo el paraje en un paraíso bucólico en el que solo se escucha el canto de los pájaros, mientras el verde inunda las copas de los árboles.
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Sin apenas darnos cuenta alcanzamos un cruce con un indicador metálico que nos dirige hacia Aitzorroz. Seguimos esa dirección hasta alcanzar nuestro objetivo de esta semana. Un cielo gris oscurece el precioso escenario, mezclándose con el tono de la mole de piedra sobre la que se encuentra la ermita de Santa Cruz eskoriatzarra. Una vez en ella, cumplimos la tradición de hacer sonar la campana, leer la información recogida en una placa y después, observar desde una mirilla el interior del templo de montaña con su barco colgante y su pequeño altar.
El aljibe nos recuerda la presencia de la fortaleza navarra, mientras los restos de las paredes de la muralla Al pie del castillo hay una zona nos permiten imaginarnos los límites del recinto. A continuación, regresamos hasta el cruce donde estaba la señal metálica que nos ubica nuestras próximas cimas, Makatzgain y Arriurdin con su enorme antena de telecomunicaciones tras tomar el sendero a la derecha. Desde esta última, comenzamos la bajada tomando la GR282 descendiendo unos 4 kilómetros que nos conducirán hasta el humilladero de la Virgen de Dorleta, donde los ciclistas dejan sus ofrendas a su patrona. Después, siguiendo un sendero que nos va a llevar al punto de partida, después de un bonito paseo.
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