Julen Mujika sentado con los pies cruzados en la pista de Galtzaraborda, donde dio sus primeros pasos. ARIZMENDI
Errenteria

«Estar con los amigos me hace ver que soy el mismo chaval de siempre»

Julen Mujika, Errenteriarra y jugador del Bidasoa ·

El jugador del Bidasoa que jugará desde el jueves el Europeo con los Hispanos Junior repasa sus inicios y la actualidad, sin olvidarse de sus raícesIrun

Iker Castaño

Errenteria

Viernes, 1 de julio 2022, 00:05

El reglamento del balonmano expone que un jugador no puede dar más de tres pasos con la pelota en sus manos. A Julen Mujika (Errenteria, 2003) le sobran dos y medio en cada jugada, por eso fue siempre más adelantado que el resto. El superdotado del 40x20 no se conforma con su estelar trayectoria, quiere más y no se va a cansar. Tras su primera gran temporada compartiendo ficha con el Bidasoa Irun y el Hondarribia-Bidasoa (segundo equipo), no piensen que está veraneando en Ibiza. En menos de una semana, el jueves, disputará el Europeo en Portugal con los Hispanos Junior, donde ya destaca.

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–Con el número de partidos jugados, su cuerpo necesita un descanso.

–Todavía me queda mucha energía (risas).

–Sincérese. ¿Cuánto tiempo le ha dedicado al balonmano esta temporada?

–No te voy a mentir... Muchísimo. No sabría decirte un porcentaje, pero sí que es verdad que yo estudio el grado de Psicología en la UPV y en el primer cuatrimestre se me hizo duro sacar las asignaturas por el tiempo que me consumía el balonmano. Entre viajes, entrenamientos, partidos con los dos equipos... Mucho. Por cierto...

–No se detenga, adelante.

–Me está gustando mucho la carrera, la recomiendo.

–Pues entonces la vida le sonríe, ¿no?

–Así es. Además de eso, disfruto jugando a lo que más me apasiona desde que era un crío en un gran club como el Bidasoa, que es de Irun y está cerca de Errenteria. Sigo haciendo mi vida y para mí es perfecta, aunque la perfección no exista.

–Ahora que menciona Errenteria, ¿qué significa para usted?

–Mi hogar. Estoy muy a gusto aquí. Algunos dicen que es feo, pero yo no lo entiendo así, porque es mi casa y yo soy muy de aquí.

–¿Lo disfruta mucho o poco?

–No tanto como me gustaría. Estar en Irun o Donostia me lleva mucho tiempo. Aun así, si tengo una o dos horas libres, intento quedar con los amigos.

–(...)

–Son la vía de escape para evadirme del balonmano y llevarme más al mundo real. El balonmano para mí sigue siendo algo muy semiprofesional, pero sí que es verdad que me viene muy bien estar con los amigos y hacerme ver que soy el mismo chaval de siempre.

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–¿Tiene un plan perfecto?

–Soy más de con quién estoy que del propio plan en sí. Con mis amigos me lo paso en grande, es un grupo un poco loco, pero les quiero. Siempre me sacan una sonrisa, da igual el momento o la situación. Si me quedo con un plan, el de toda la vida: tomar algo con ellos en la Alameda.

–Ese chaval de siempre que hoy juega en un equipo europeo, ¿cómo empezó?

–Viendo partidos del equipo que entrenaba mi padre, luego también los partidos de mi hermano... El primer año que tuve la opción de poder entrenar y jugar no tuve ninguna duda de entrar. Empecé en el Ereintza desde benjamín de segundo año, me lo pasaba pipa. Siempre he intentado jugar donde sea, hasta en el pasillo de casa con mi hermano.

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–Por tanto, en las reuniones familiares no se habla de otra cosa que de balonmano.

–Mucho (risas). En mi casa se respira balonmano. Mi aita fue jugador y entrenador durante muchísimos años. Mi hermano (mayor) Iker es jugador y he compartido vestuario con él.

–Iker debe ser muy importante para usted...

–Le tengo un alta estima y ha sido un ejemplo a seguir desde que tenía uso de razón. Siempre me ha parecido buenísimo. Un central inteligente con buen lanzamiento de fuera, un guerrero que defiende y ataca...

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–Con él ha compartido vestuario y también se ha enfrentado. Fue una sensación rara, ¿no?

–Sí, pero sobre todo muy bonita. Mi primer partido con el Bidasoa fue contra el Ereintza en pretemporada y no lo olvidaré nunca.

–¿Por qué?

–Es el equipo del que soy y seré siempre, no voy a engañar a nadie. Empecé desde niño viendo a mi padre entrenar y a mi hermano jugar aquí. Yo también estuve muchos años. Siempre he intentado dar todo por el escudo y por el club. Es lo que me pedía el cuerpo y lo que siempre he querido.

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–¿Qué le ha parecido la campaña del club errenteriarra?

–Ha sido un año de transición tras la marcha de varios jugadores. Se buscaba a gente más joven. Se han mantenido en mitad de tabla, que pienso que es lo que podían haber optado. La parte alta de la liga nacional estaba muy competida. La temporada pasada fue un año muy positivo pese a los problemas de Covid que hubo.

–¿Hasta dónde puede llegar?

–Siempre he dicho que hay un talento de la leche, con gente muy buena que conozco. Me acerco mucho a verles porque son mis amigos. Hay que apostar más por la cantera como se ha hecho todos estos años, hay mucho talento en la base. Vienen generaciones muy buenas de abajo.

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–¿Y su temporada en el Bidasoa y en el segundo equipo?

–A nivel colectivo, la temporada es de sobresaliente con los dos. Hemos sido terceros en Asobal y Primera Nacional con la de complicaciones que hemos tenido. Hemos afrontado bien la adversidad. Se nos escapó el segundo puesto por detalles con el Bidasoa.

–(...)

–En lo personal, ha sido una temporada exigente con muchos partidos pero de mucho aprendizaje. Jugar en escenarios tan bonitos con el primer equipo y competir a un nivel tan alto me ha parecido increíble. Ledo, Sierra, Salinas, Aguinagalde... todos me han ayudado.

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–¿Con qué gol se queda?

–El que le metí al Barça en la segunda vuelta en el Palau.

–¿Y en qué debe mejorar?

–En defensa. Es mi punto débil. A día de hoy en balonmano es importante ser bueno en ataque y en defensa, porque sino no eres un jugador de verdad, eres medio jugador.

–¿Mejor consejo?

–Me han dado muchos, pero me quedo con el de salir sin presión y jugar sin nervios.

–¿Sueña con algo?

–Con jugar la Champions.

–¿Seguirá en el Bidasoa?

–En principio sí, me gustaría. Aun así, no puedo hablar de mi contrato por confidencialidad.

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