El ganador en la categoría de fracción resto

De todo este asentado ecosistema no asombra tanto la infinita capacidad para proclamar ganadores como la inagotable cantera de muchedumbres de la que nutren los jurados. Asombra pensar qué disponibilidad de tiempo ha de tener uno para visionar las películas nominadas o para leer la ingente cantidad de novelas candidatas y, no obstante, mantener la cabeza en su sitio. En estas turbamultas de expertos, a cuyo estatus se accede mediante quién sabe qué ritos y méritos, recae la responsabilidad de elegir qué nombres se consagran –y se llevan la dotación económica, si la hubiere– y cuáles caen en el olvido de los perdedores.

Son estos últimos los que constituyen la fracción resto de una cultura que, en su combate por atraer la atención del público consumidor, tiene que echar mano de las herramientas del deporte profesional de alta competición:espectáculo, galas, euforia y generosas dosis de dopamina. Pronto llegan los Oscar y, rizando el rizo, inauguramos una nueva modalidad de entrega de premios, en la que al anuncio del ganador le precede el del perdedor. En este caso, Karla Sofía Gascón, salvo que salte la sorpresa, por decirlo en palabras propias de algún Carrusel Deportivo.