El hombre que firmaba demasiado
Aster Navas
Profesor de Lengua Castellana y Literatura IES Burdinibarra BHI
Sábado, 22 de febrero 2025, 23:58
Secciones
Servicios
Destacamos
Aster Navas
Profesor de Lengua Castellana y Literatura IES Burdinibarra BHI
Sábado, 22 de febrero 2025, 23:58
Tropecé en casa de mis padres con una foto de mi infancia: aparezco sentado en un pupitre, serio y formal; con cara de estar a ... punto de escribir algo memorable. A mi lado un globo terráqueo y a mi espalda un mapa de Europa en el que aún estaba Yugoslavia. Tengo en la pose –salvando todas las distancias– cierto parecido con Trump. El año en el que se tomó ese retrato, 1971, ocurrieron muchas cosas. Entre otras, se inauguró la presa de Asuán, regresó a la Tierra la nave Apolo 14 y Lennon lanzó sobre Vietnam 'Imagine'. Sin embargo, la más importante fue, sin ninguna duda, que Camarena, Verdugo y un servidor nos hicimos amigos. En realidad, aquella amistad era en cierta medida interesada: Verdugo –a menudo los apellidos nos van dando pistas– era el 'malote' de la clase y Camarena tenía una caja de rotuladores Carioca. De hecho, el único alumno que tenía 'rotus' en aquella clase de EGB de la Escuela Nacional Bagaza era Camarena. El resto sobrevivíamos con unos lápices de colores amortizados hacía tiempo; cada uno de diferente tamaño y marca. Camarena tenía además un par de reglas troqueladas. Con ellas las letras quedaban perfectas en los murales que nos mandaba hacer don Eugenio. Camarena solo compartía ese tesoro con los amigos –entre ellos yo– más íntimos.
Sí, las imágenes del presidente de Estados Unidos –o quizá los dichosos rotuladores con los que firma– me han devuelto a esa época y me han hecho pensar que las herramientas que elegimos para nuestro trabajo –especialmente para comunicarnos– son muy significativas. Forman parte del mensaje. Dicen mucho de nosotros y de lo que hacemos:
Eisenhower puso fin a la Segunda Guerra Mundial con una Parker 51. Bill Clinton cerró con una elegante Cross el acuerdo de paz de Dayton; Obama con una Montblanc el tratado Start III. El actual presidente, con un puñetero rotulador, ha ordenado la salida de EE UU de la Organización Mundial de la Salud y del Acuerdo de París, la deportación de miles inmigrantes; la paralización de los programas de diversidad, equidad e inclusión; la definición de género basada en el sexo biológico y la materialización de los indultos a los agresores contra el Capitolio. Tras firmar cada documento arroja el 'sharpie' que acaba de utilizar al desatado público que lo jalea.
Mónica Planas, en su artículo 'Un rotulador de menos de un dólar: el utensilio que utiliza Trump para firmar', publicado en el diario 'Ara', se detiene sobre este comportamiento. La columnista nos asegura que ese producto de Newell Brands podemos encontrarlo a poco más de un euro en Amazon o en cualquier supermercado. Subraya que 'sharpie' significa astuto, sagaz y vividor y que es, como no podía ser de otra manera, indeleble. No, al chisme connotación no le falta.
Planas cree que el rotulador de Trump es un símbolo fálico: «Una prolongación de su virilidad, que expresa la firmeza que el propietario necesita para subrayar de forma gráfica y visual su autoridad». No me atrevo a ir tan lejos, pero esa falta de delicadeza con la que firma órdenes, ese trazo grosero con el que escribe su nombre en letras gigantescas, ese desequilibrio entre el daño que causa y lo que le importa me perturba.
Un tipo que ha convertido el poder en un ejercicio de caligrafía debería preocuparnos. Y mucho. Hubo, por suerte, otros presidentes de EE UU que se dejaron guiar por la reflexión. A Abraham Lincoln se le atribuye una frase lapidaria: «Dame seis horas para cortar un árbol y pasaré las primeras cuatro afilando el hacha». La recoge Jordi Cavallé en 'Una palabra vale más que mil imágenes', un excelente –y muy divertido– manual de redacción para creativos y publicistas.
Suelo pedir a mi alumnado –especialmente al de Bachillerato– que piensen antes de escribir; que subrayen, que preparen un esquema antes de hacer una redacción definitiva. Que afilen el hacha, el discurso, el ingenio. Que cuiden la presentación, la letra; que no se dejen llevar por la precipitación. Que antes de entregar –firmar, en definitiva– la prueba de Selectividad, la pulan; que pongan esa última tilde, que revisen los conectores para que su exposición sea coherente; que justifiquen con argumentos lo que suscriban. Que utilicen un registro y un bolígrafo adecuado. Que hagan, en definitiva, justo lo contrario de lo que hace el tío Donald.
El año en que Camarena me prestaba sus 'rotus' nacieron Pep Guardiola y Roberto Brasero; también Amavisca. Murió Coco Chanel. Estaba a punto de estallar el caso Watergate. El año en que Verdugo velaba por mi integridad, Serrat cantaba 'Mediterráneo' y David Bowie se preguntaba si había vida en Marte.
En fin.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Importante aviso de la AEMPS a los diabéticos
Las Provincias
Publicidad
Publicidad
No te pierdas...
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.