Desde que tengo uso de razón, luego siendo todavía un adolescente, siempre estuve preocupado por esta cuestión: cómo explicar que un país, Alemania, que ha ... generado personajes como Beethoven, Bruckner, Kant, Hegel, haya sido capaz de crear ese monstruo que se concretó, en última instancia, en el exterminio de millones de judíos, en los campos de exterminio, que se decidió en la reunión de Wannsee, en enero de 1942, la llamada Solución Final, y se ejecutó en los últimos años de la Segunda Guerra Mundial.
Recuerdo que tuve ocasión de plantear esta cuestión, con alguna insistencia, a amigos, ya fallecidos, que habían estudiado en Alemania y con quienes compartía encuentros. Venían a decirme que, en parte al menos, era consecuencia del mal trato que recibieron los alemanes al finalizar la Primera Guerra Mundial, a lo que había que añadir, ante la mala situación financiera en la tercera década del siglo XX, la figura de Hitler, acogida por muchos germanos como la de un salvador. Todo lo anterior, hasta la llegada de Hitler, había producido un gran dolor e incluso un cierto sentimiento de venganza hacía el resto de Europa.
El verano pasado leí dos libros sobre el tema de la Iglesia y los judíos, escritos después de que, por iniciativa del Papa Francisco, se hubieran abierto al estudio de los historiadores, los fondos vaticanos del tiempo de Pío XII. Hoy, aquí, referencio el libro de Nina Valbousquet (en francés) 'Las almas tibias. El Vaticano y la Shoah', todavía no traducido al español. Es una obra magnífica que prácticamente devoré pese a sus casi 500 páginas. La autora, historiadora, pasó tres años estudiando los archivos del Vaticano y nos da un texto magnífico, muy ponderado, aunque, al final, resulta crítico con el silencio de Pío XII, pese a reconocer su labor humanitaria. El libro me reafirmó en mis ideas.
Creo que pocas veces en la historia cabe criticar tanto como en este caso la inacción de Naciones Unidas
El pueblo judío siempre me ha fascinado. Desde el año 70 de nuestra era hasta el año 1945 fue un pueblo errante. Pero lo que Israel lleva haciendo en Gaza, también actualmente, amén de imperdonable, me obliga a repensar mis juicios hacia el pueblo judío.
Recuerdo un encuentro en Bilbao, hace años, entre palestinos e israelíes que no condujo a nada. Los intervinientes seguían al final tan enfrentados como antes de la reunión. Me produjo frustración, fruto de mi inocencia en esas lides. También recuerdo a una gran figura judía, Shlomo Ben Ami, que fue ministro de Asuntos Exteriores de Israel y embajador en España. Tuve el honor de compartir una mesa redonda con él. Ben Ami me dijo que no olvidara que Israel está rodeado por millones de árabes, y que tiene que defenderse, aunque a veces se pase de la raya.
Y se pasa. Son miles los muertos en Gaza. Las organizaciones de derechos, como Amnistía Internacional, lo denuncian, pero no basta. Creo que pocas veces en la historia cabe criticar tanto como en este caso la inacción de Naciones Unidas. El genocidio que sufrieron los judíos lo están reproduciendo ellos, los judíos, en otro genocidio, ahora contra los gazatíes.
Un amigo judío me dijo que si subsiste el Estado de Israel es gracias al apoyo de Estados Unidos. Y que si este respaldo desaparece, desaparecerían también los judíos de Israel. Para pensar, volver a pensar, y actuar.
Concluyo con una reflexión del Papa: «La paz esté con vosotros». Con estas palabras inauguró su pontificado, el 8 de mayo, León XIV en el balcón central de la Basílica de San Pedro. Y añadió: «Es la paz de Cristo resucitado, una paz desarmada y una paz desarmante, humilde y perseverante». Comparado con el poder de países como Estados Unidos, China y Rusia, ¿qué peso tiene la paz del Papa? Recordemos el sarcasmo de Stalin: «El Vaticano, ¿cuántas divisiones?» Pero podemos soñar con un Papa artesano de la paz. Imaginemos a León presentándose, a pie, frente al puesto fronterizo de Rafah, del lado egipcio, y pidiendo la apertura a los camiones humanitarios. El ejército israelí, ¿llevaría a cabo disparos de advertencia con balas reales para detener al hombre de blanco, como hizo hace unas semanas con los diplomáticos de todo el mundo que visitaban Cisjordania? No puedo evitar soñar, desear, con fuerza, una acción así del nuevo Papa. Que me cae bien, muy bien.
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