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No creo que los wasaps entre Sánchez y José Luis Ábalos, que estos días está filtrando la prensa con cuentagotas, tengan trascendencia política alguna. Son ... wasaps que pertenecen al ámbito de la vida privada y no sugieren delito alguno ni remotamente. Sin embargo, revelan la clase de país en el que vivimos. Casi preferiría que fuesen wasaps que encubrieran gigantescas y sofisticadas conjuraciones, citas de Sade, de Dante, de Shakespeare o de Cervantes, incluso citas de modernos como William Burroughs y discos de Metallica, pero que no atentaran contra la belleza del mundo, contra la elegancia y el estilo, contra la grandeza de la vida.
Los wasaps de Sánchez y Ábalos son groseros, machistas y cutres. Son wasaps de roñosos conspiradores de un país de segunda división. Además, son wasaps de supuestos amigos íntimos, pero he ahí el problema: esos wasaps revelan que la amistad no existe en la política. O sea que Sánchez no tiene un triste amigo. Ni Ábalos tampoco. Son gente sin amigos. Madre mía. No envidiéis a los políticos, pues no tienen amigos. España no es el imperio romano, eso está claro. Ni Sánchez es Julio César ni Ábalos es Bruto.
Esos wasaps hablan de la imposibilidad de la redención estética de España. Son inelegantes y de pensamiento español tradicional de toda la vida. Pero no nos pongamos estupendos. Habría que ver cómo son los wasaps de otros líderes políticos de otros países, y serían más o menos como los de Sánchez y Ábalos. Y ya no te cuento cómo son los wasaps entre escritores. O entre periodistas. O entre abogados. O entre cardenales. Un poco de vuelo en el lenguaje pido yo desde aquí a los profesionales de España de toda grey a la hora de mandar wasaps. Un poco de estilo. Un poco de literatura. A mí me importa bien poco que conspiren los líderes de los partidos políticos. A mí lo que me importa es que lo hagan con estilo.
Un país sin glamur nunca subirá a la primera división. Mirad a Gabriel Rufián, como ha entendido esto que digo, y ahora viste impecables trajes que le quedan de lujo. Es triste quedarse sin amigos, porque eso pudre el alma. No existe la amistad en ninguna parte. Cuando en un país la amistad es imposible poco a poco nos vamos pudriendo todos, y no solo en la política, sino en todos los ámbitos que tienen relieve social: la amistad no existe. Si quieres conservar a tus amigos, hazme caso, quédate en tu pueblo y frecuenta a tus amigos de la infancia. Lo demás es verdura de las eras.
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